El efecto de nuestras palabras.
Pro_13:2-3. Las palabras.
El tema de nuestro hablar es un tema recurrente en el Libro de Proverbios. Y ello por dos razones:
• Una, porque el método de enseñanza hebreo es el de la repetición, así como el de la comparación.
• Segunda, porque en cada repetición del tema, se van enseñando nuevas perspectivas del mismo, a la vez que se recuerdan algunas de las anteriormente mencionadas.
Las palabras de ninguna manera son neutrales.
• Por ellas disfrutaremos del bien, o hallaremos el mal.
De manera que el que guarda su boca guarda su alma.
• Pro_4:23. Una de las puertas del corazón, para guardarlo, es guardar nuestras palabras (Pro_18:20-21, Mat_5:37).
• Conocemos a una persona sabia o necia por sus palabras (Mat_12:34, Luc_6:45).
• Nuestras palabras pueden contaminar todo nuestro ser (Mat_15:17-20).
• Las palabras son pensamientos verbalizados, y los pensamientos determinan nuestra forma de vida (Pro_23:7).
Por ello necesitamos guardar nuestras palabras (Sal_141:3).
• En primer lugar, por nosotros mismos (para no contaminarnos nosotros).
• Y, en segundo lugar, para no contaminar a los que están a nuestro alrededor principalmente nuestros seres queridos, los más cercanos (Heb_12:15, la amargura: resentimiento, celos, ira, envidia, codicia, crítica, murmuración, chisme, calumnia, acusación, condenación, etc.).
Nuestras palabras regresan a nosotros:
• Con bendición y vida, si bendecimos.
• Con maldición y ruina, si maldecimos (Gen_12:3, Pro_18:20-21).
Generalmente a las palabras que hablamos anteceden los pensamientos, y con respecto a los pensamientos, la Palabra nos instruye que pensemos solamente en lo que es bueno (Fil_4:8).
• Cuidemos y desarrollemos constantemente el uso adecuado de nuestras palabras para edificación, exhortación y consolación (1Co_14:3).
• Si no tenemos nada bueno que decir, callémonos (Stg_1:19).
• Nuestras palabras son valiosas, por lo cual necesitamos aprender a valorarlas y cuidarlas.
• Además, nuestras palabras son poderosas, producen vida o ruina en las personas que nos oyen (Pro_18:20-21) y regresan a nosotros como boomerang, una razón más para cuidarlas.
• Y por sobre todo, el diablo, para hacer su obra en el mundo necesita de bocas que hablen sus palabras, una razón más que poderosa para cuidarnos porque si no edificamos el Reino de Dios estaremos edificando el reino de las tinieblas.
El tema de nuestro hablar es un tema recurrente en el Libro de Proverbios. Y ello por dos razones:
• Una, porque el método de enseñanza hebreo es el de la repetición, así como el de la comparación.
• Segunda, porque en cada repetición del tema, se van enseñando nuevas perspectivas del mismo, a la vez que se recuerdan algunas de las anteriormente mencionadas.
Las palabras de ninguna manera son neutrales.
• Por ellas disfrutaremos del bien, o hallaremos el mal.
De manera que el que guarda su boca guarda su alma.
• Pro_4:23. Una de las puertas del corazón, para guardarlo, es guardar nuestras palabras (Pro_18:20-21, Mat_5:37).
• Conocemos a una persona sabia o necia por sus palabras (Mat_12:34, Luc_6:45).
• Nuestras palabras pueden contaminar todo nuestro ser (Mat_15:17-20).
• Las palabras son pensamientos verbalizados, y los pensamientos determinan nuestra forma de vida (Pro_23:7).
Por ello necesitamos guardar nuestras palabras (Sal_141:3).
• En primer lugar, por nosotros mismos (para no contaminarnos nosotros).
• Y, en segundo lugar, para no contaminar a los que están a nuestro alrededor principalmente nuestros seres queridos, los más cercanos (Heb_12:15, la amargura: resentimiento, celos, ira, envidia, codicia, crítica, murmuración, chisme, calumnia, acusación, condenación, etc.).
Nuestras palabras regresan a nosotros:
• Con bendición y vida, si bendecimos.
• Con maldición y ruina, si maldecimos (Gen_12:3, Pro_18:20-21).
Generalmente a las palabras que hablamos anteceden los pensamientos, y con respecto a los pensamientos, la Palabra nos instruye que pensemos solamente en lo que es bueno (Fil_4:8).
• Cuidemos y desarrollemos constantemente el uso adecuado de nuestras palabras para edificación, exhortación y consolación (1Co_14:3).
• Si no tenemos nada bueno que decir, callémonos (Stg_1:19).
• Nuestras palabras son valiosas, por lo cual necesitamos aprender a valorarlas y cuidarlas.
• Además, nuestras palabras son poderosas, producen vida o ruina en las personas que nos oyen (Pro_18:20-21) y regresan a nosotros como boomerang, una razón más para cuidarlas.
• Y por sobre todo, el diablo, para hacer su obra en el mundo necesita de bocas que hablen sus palabras, una razón más que poderosa para cuidarnos porque si no edificamos el Reino de Dios estaremos edificando el reino de las tinieblas.
24
Ene
2025