Estudio Bíblico

Inicio > Estudio

Salmo 23. No temeré. Él está conmigo.



No temeré, Él estará conmigo.
Notemos algo muy hermoso: en los primeros dos versículos del Salmo, el salmista se refiere a Dios, nuestro Padre y Pastor como "Él".
• A partir de estos versículos cambia a usar el pronombre "Tú", significando una relación más cercana, más íntima, más profunda.
Dios, nuestro Padre y Pastor se sitúa a nuestro lado, para aportarnos toda su fuerza y protección (vara) y apoyo (cayado).
• Esta duplicación o binomio denota algo completo (lo único que necesitamos para salir triunfantes de esa situación).
En estas situaciones, la ayuda de los demás puede paliarlas, pero no resolverlas.
• El Único que verdaderamente puede resolverlas, y al que más necesitamos en esas situaciones (como en todas las que corresponden a la vida) es al Padre, a nuestro Dios y Pastor.
• Sólo Él puede caminar con nosotros a lo largo de esos valles sombríos y hacernos pasar al otro lado victoriosamente.
Si algo es indudable es que en esas horas más obscuras y de prueba, a nuestro Padre, Dios y Pastor lo sentimos más cerca de nosotros.
• Él siempre lo está pero nos puede ser más notorio en estas situaciones) (Sal_121:1-8).
• Y está obrando en la situación (lo veamos o no, lo creamos o no) para que salgamos victoriosos sobre ellas y nos ayuden para bien en lo futuro que estamos por vivir (vrs. 5 y 6).
Por todo ello, no deberíamos temer en ninguna de estas situaciones, porque Su Perfecto Amor nos está cubriendo y dirigiendo para salir airosos y bendecidos de esos momentos y situaciones de la vida: "¡¡¡NO TEMERÉ!!! es la expresión del salmista al inicio (no al final) de esas circunstancias. De la misma manera necesitamos hacer nosotros:
• 1 Jn 4:18. El temor trae en sí castigo; el perfecto amor echa fuera el temor conduciéndonos a la victoria que nuestro Padre tiene preparada para nosotros (vrs. 5 y 6).
Para no temer, para transitar por estas situaciones inevitables de la vida, necesitamos estar preparados:
• Salvación (Él no es mi Pastor, ni está conmigo, si no soy Su hijo, y no soy hijo si no soy salvo --Jn 1:12, Rom 10:8-10)
• Tener el escudo de la fe (fe obediente, fundamentada en la Palabra, Rom 10:17; no presunción, suposición o confesión positiva).
• Tener la espada del Espíritu (la Palabra: meditar en ella de día y de noche, guardarla en nuestro corazón, Sal 1:1-3).
• Paciencia, perseverancia, dominio propio (fruto del Espíritu --Gal 5:22-23-- y morir a nosotros mismos --Jn 3:30--).


10 Ago 2024