Estudio Bíblico

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Levantándonos como águilas (2a. parte).



Introducción.
En la primera parte de este estudio tomamos como punto de partida una historia acerca de un huevo de águila que por accidente fue a parar a un gallinero, donde una gallina lo empolló, y cuando nació el aguilucho, que no sabía que lo era, vivió como gallina, hasta que un día se percató que era águila, no gallina, y comenzó a vivir como tal.
Es lo mismo que le sucede al creyente antes y después de su conversión. Antes no sabía que había sido diseñado para vivir como un hijo de Dios (Efe 2:10) y vivía en las tinieblas, en el pecado, y en todas las consecuencias de ello. Pero al nacer de nuevo se percata que es un hijo o una hija de Dios y necesita salir de su vieja manera de pensar (gallina) para vivir en su nueva vida dada por Dios (águila, Isa 40:31).
Cuando no somos conscientes de ello, y seguimos viviendo de la vieja manera, con los pensamientos que antes teníamos, nos perdemos de las promesas y de la calidad de vida que Dios, en Cristo, pagó para nosotros en la Cruz, y nos sucede lo mismo que le sucedió a Israel cuando Dios lo liberó de Egipto para llevarlo a la Tierra Prometida pero por su mentalidad no renovada (mentalidad de esclavos), no pudieron entrar a poseer esa tierra.
Estudiando el caso de Israel, podemos sacar lecciones valiosas para nosotros hoy.



El caso de Israel (Num 13:25-33).
El pueblo de Israel tenía la promesa de la Tierra Prometida.
También tenían el respaldo absoluto de Dios.
 Las plagas en Egipto (Exo 7-12).
 La liberación en el Mar Rojo (Exo 14).
 El maná (Exo 16) y las codornices para comer.
 La provisión de agua en el desierto (Exo 15 y 17).
 La guianza con la columna de fuego y la nube (Exo 13.17).
 La derrota de Amalec (Exo 17).
Tuvieron la confirmación de que esa era la Tierra Prometida que Dios les había dado (Num 13:26-27).

Pero se les olvidó que Dios los había creado como águilas (libres), aunque el sistema del mundo (el diablo, Faraón, Egipto) los había educado como gallinas (esclavos).
Dios les había provisto, al liberarlos de la esclavitud en Egipto, de una nueva identidad como hombres libres (una nueva auto-estima, una nueva auto-imagen) pero ellos prefirieron seguir pensándose a sí mismos como un pueblo de esclavos en lugar del pueblo del Dios Todopoderoso
que los respaldaba totalmente.

Como consecuencia, se les salió lo gallina en lugar del águila (Num 13:31-33) en una situación que es un antecedente de lo que le pasaría posteriormente al pueblo de Israel frente al reto de Goliat:
 El pueblo que habita aquella tierra es fuerte.
 Sus ciudades son grandes y fortificadas.
 No podemos subir contra ellos porque son más fuertes que nosotros.
 Es tierra que traga a sus moradores.
 Son de gran estatura.
 Vimos gigantes.
 Eramos, a nuestro parecer, como langostas, y así les parecíamos a ellos.
En resumen, magnificaron a sus enemigos y se minimizaron a sí mismos.



La Iglesia no es diferente al Israel del desierto.
El problema de la gran mayoría de la Iglesia sigue siendo el mismo que tuvo Israel en el desierto y frente a Goliat y los filisteos en la época de Saúl:
 Tiene un Dios Todopoderoso a su favor.
 Sin embargo, se ve a sí mismo como un pueblo insignificante.
Por ello, la mayoría no alcanza su Tierra Prometida (las promesas de Dios para su vida).
Se minimiza:
 No soy.
 No puedo.
 No tengo.
 No valgo.
 No se.
 No lo voy a lograr.
Como resultado, quieren que lo que les corresponde hacer de acuerdo a la Palabra, lo haga Dios o alguien más, olvidando que:
 Está en una batalla.
 Está equipado para ella.
 Tiene el respaldo absoluto de Dios Todopoderoso y de los ángeles (el doble que los demonios).
 Tiene la victoria asegurada: no puede perder, solo puede ganar.



El gran problema de Israel en su tiempo, y la Iglesia hoy: la fe.
La Palabra nos enseña que hablamos lo que creemos (“creí por lo cual hable”, 2 Cor 4:13).
Si creemos lo que Dios dice de nosotros, eso es lo que hablaremos (fe), pero si creemos lo que el mundo, el diablo o la carne quieren que creamos de nosotros mismos, eso hablaremos (temor).
Israel habló mal de sí mismo (Num 13:32), como muchas veces los creyentes en Cristo hablamos, a veces sin darnos cuenta, mal de sí mismos y en contra de lo que Dios dice de nosotros.
Como consecuencia de lo que hablamos, recibimos lo que hablamos (Prov 18:21).
Si habláramos el lenguaje de la fe (la Palabra de Dios), por esa fe y la paciencia heredaríamos las promesas de la vida abundante (Jn 10:10, Gal 3:13-14, Deut 28.1-14).
Pero como en muchas ocasiones hablamos el lenguaje de la incredulidad, la duda, el temor, esas palabras traen en sí castigo (muerte, 1 Jn 4:18).



Conclusión.
Podemos alcanzar todas las promesas de Dios para nosotros (por lo menos en un alto grado), porque Dios no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta, y si El lo dijo, El lo hará (Num 23.19).
Podemos vivir la clase de vida que Dios requiere para y de nosotros (Jn 10.10).
Pero tenemos que creer y hacer lo que El dijo al respecto (fe, obediencia, paciencia), cuidando nuestros pensamientos y nuestro hablar (porque nuestras palabras tienen el poder creativo para dar vida a lo que hablamos), alineándolos a la Palabra de Dios para recibir lo que El dijo que recibiríamos (Prov 18:21).
Necesitamos renovar nuestros pensamientos y hablar, desechando lo que el mundo nos enseñó acerca de nosotros mismos y nuestro futuro, y sustituírlos por lo que Dios nos enseña al respecto (Jer 29.11, Prov 4.18, Sal 1:1-3, 3 Jn 2, Jn 10:10, etc.).


25 Ago 2010