Estudio Bíblico

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Los cinco propósitos básicos de Dios para sus hijos.




Efe 1:11.
Nuestra vida no surgió en la mente o en las acciones de nuestros padres. Nuestra vida surgió en la mente de Dios aún antes de que El creara el mundo (Efe 1:4).
Fuímos predestinados por Dios (Rom 8:29-30) para vivir, y vivir conforme a Su propósito:
Para que le busquemos (Hch 17:27).
Ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo (Rom 8:29-30).
Para que fuésemos santos y sin mancha delante de El (Efe 1:4).
Adicionalmente, nos equipó para tal fin (Sal 139:16, Efe 2:10); nos formó con todo lo necesario para cumplir ese propósito.
Jer 1:5: nos llamó desde el vientre de nuestra madre.
Jer 29:11. Esos propósitos son para nuestra bendición, para que nos vaya bien.
Prov 4:18. Viviendo en esos propósitos nuestra vida será como la luz de la aurora, irá en aumento.
3 Jn 2. Viviendo para cumplir con esos propósitos vamos a ser prosperados en todas las cosas y tendremos salud.


Prov 29.18.
Esos propósitos son para que no nos perdamos, para que nuestra vida tenga una dirección y un sentido.
Necesitamos conocerlos, recordarlos, mantenerlos enfrente de nuestros ojos, para no desviarnos ni perdernos (Hab 2:2-4).


Los propósitos de Dios.
Todos esos propósitos se pueden resumir en una sola palabra: adoración (Jn 4:23, Col 3:22-24), que implica un estilo de vida permanente, constante, donde nuestra vida completa está dedicada a agradarle a El en todo lo que hagamos (pensamiento y acción).
Que El no sea solo una parte de nuestra vida, sino que nuestra vida total (Hch 17:28).
Que sin dejar de hacer lo que hacemos, trabajar donde trabajamos, vivir con las personas que vivimos y nos relacionamos, todo lo que hagamos sea para agradarlo a El en primer instancia y prioritariamente.
No algo esporádico, no algo temporal, no algo ocasional, sino algo permanente.
Ese estilo de vida está constituído por lo menos, por cinco temas o propósitos (Efe 4:11-16):
Amarlo con todo nuestro ser (Mat 22:36-37), buscarlo, tener relación, comunión, intimidad con El (Hch 17:28).
Ser parte de Su familia, hermandad, Cuerpo (Jn 1:12, 1 Cor 12).
Servicio (Mar 10:42-45, 1 Ped 4:10).
Carácter (Rom 8:29).
Evangelismo y discipulado (Mat 28:18-20, Mat 16:15-18).


Amarlo con todo nuestro ser.
Enamorarnos de El, estar apasionados por El (Apo 2:4, Apo 3:15-16).
Amarlo con todo nuestro corazón (sentimientos), mente (pensamientos), alma (voluntad), con todas nuestras fuerzas (ser) (Mat 22:36-37, Mar 12:30, Luc 10:27).
Jesús viene por Su novia para casarse con ella.
Ningún novio va a aceptar casarse con una novia que no está enamorada, apasionada por él.
Igual Cristo (Sant 4.5, Cant 2:14, Mat 25:1-13).


Se parte de Su familia, hermandad, Cuerpo.
Dios, en cuanto nos salvó, nos incorporó a Su familia (Jn 1:12), y nos impartió el Espíritu de adopción por el cual le llamamos "Papito" (Rom 8:15-16).
Para que tengamos comunión -relación- unos con otros (Hch 2:42, 1 Jn 1:7).
Para que seamos una parte activa, comprometida, de ella (no pasivos) (1 Cor 12:21, 1 Cor 12:25-26).
El nos colocó en ella para una función y una tarea específica (1 Cor 12:7, 1 Cor 12:11, 1 Cor 12.18, 1 Cor 12:28).
A través de la comunión y la participación activa en la vida de la familia de Dios recibimos bendición y vida eterna (Sal 133:1-3).


Servicio.
Jesús nos dió ejemplo de servicio y nos instruyó específicamente para que como El lo hizo, nosotros lo hiciéramos también (Jn 13.1-16, Mar 10:42-45, Fil 2:3-8).
Servir es dar nuestro tiempo, recursos, habilidades, dones, para bendecir la vida de otros, para suplir, a nombre de Cristo, las necesidades de otros.
El servicio es una parte esencial de la vida y la madurez cristiana (Mat 22:39, Mar 12:31-34, Luc 10.27-37).


Carácter.
La voluntad de Dios para nosotros, sus hijos e hijas, antes de una actividad, implica la formación de un carácter, el carácter de Cristo (Rom 8:29-30).
El quiere que todos nosotros lleguemos a un varón perfecto, a la estatura de la plenitud de Cristo (Efe 4:13).
Nuestro carácter es más relevante que nuestro servicio. Ambos son importantes pero es más relevante para Dios nuestro carácter (Mat 7:21-23, 1 Ped 1:13-16, Mat 16:24, Rom 12:2, Efe 4:22-24).
De hecho, nuestro servicio es un instrumento para la edificación de nuestro carácter y una manifestación de él (Fil 2:3-8).


Evangelismo y discipulado (Mat 28.18-20, Mar 16.15-18).
El último mandamiento que Cristo les dió a sus discípulos fué que fueran por todo el mundo ha hacer discípulos (Mat 10:8).
No solo evangelizarlos, sino discipularlos.
El evangelismo es la puerta al discipulado, que es la meta de Dios para nosotros (Jn 8:31-32).
Por supuesto que Dios quiere que todas las personas sean salvas (1 Tim 2:4), pero la verdadera salvación no es posible sin el conocimiento de la verdad, sin el ejercicio del Señorío de Cristo (Rom 10:8-10), y el Señorío de Cristo implica guardar todo lo que El nos ha mandado (Mat 28:19-20).
Un creyente, hijo o hija de Dios, sin un discípulo que lo esté siguiendo, es un hijo o hija de Dios incompleto.

14 Jul 2010
Referencia: Adoración.