Estudio Bíblico

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EL EVANGELIO COMPLETO.




El Evangelio no es parcial, el total, completo.
Funciona para todos y para todo.
No solo para la iglesia.
Funciona en la casa, en el matrimonio, en la familia, en el trabajo, en las relaciones sociales, en las finanzas, en el carácter, en lo técnico, en lo científico, en lo educativo, en lo cultural, etc. (Sal 24.1, Rom 11:36).


Lo que Jesús logró en la cruz sigue vigente hoy (Efe 1.3).
Nosotros somos los llamados a manifestarlo.
Jesús instruyó a sus discípulos que ellos harían las mismas y aún mayores obras que las que El hizo: señales, maravillas, milagros, prodigios.
Dios no hace acepción de personas y El no cambia.
Si El les dijo eso a sus discípulos, ello también es para nosotros hoy.
No necesitamos ser especiales, El lo es, y eso es más que suficiente (2 Cor 4:7).
El nos eligió a nosotros, no nosotros a El (Jn 15:16).
Cuando tenemos sed, o cuando alguien más la tiene (necesidad de bendición, ministración, milagros, sanidad, salvación, etc.), no importa el vaso (la persona que porta la bendición de Dios para nosotros), importa el contenido (Dios).


Evangelio completo también implica las dos dimensiones del Evangelio representadas en la Cruz (Mat 22:36-40, Mat 25:31.46).
La dimensión vertical, que representa nuestra relación con Dios.
La dimensión horizontal, que representa nuestra relación con el prójimo.
No podemos amar y servir a Dios, sin amar y servir al prójimo (Mat 25:31-46, Mar 10:42-45, Jn 13.15)
Si nuestro cristianismo solo se refiere a Dios, vamos a caer en religión, legalismo, juicio, intolerancia.
Si nuestro cristianismo solo se refiere al prójimo, vamos a caer en activismo, obras, ecumenismo.


Necesitamos equilibrar ambas dimensiones.
Nuestro prójimo es la oportunidad de ver al Dios Todopoderoso, nuestro Padre, en acción supliendo sus necesidades, usándonos a nosotros.
Cada persona que llega a nuestra vida es parte del plan perfecto de Dios.
Es alguien que El nos trae a nuestra vida para que le demos de gracia lo que de gracia El nos ha dado (Mat 10:8)
• Salvación, libertad, liberación, sanidad, provisión, restauración.
• Lo que hemos recibido de Dios nos habilita para ministrarlo a otros (Jn 13:15)
• Si no lo damos, no recibiremos más de El, ni en esa área ni en otras áreas.
• Fiel en lo poco, sobre lo mucho (Mat 25:21, Mat 25:23).
• Fiel en lo ajeno (lo de Dios), nos dará lo propio (lo que pedimos) (Luc 16:10-12)


Nuestro prójimo es el “disparador” de nuestras bendiciones: lo que sembremos en ellos va a ser nuestra cosecha (Gal 6:6-7).


También el prójimo es alguien que Dios desea usar para trabajar en nuestro corazón. Por ejemplo:
Si alguien nos trata mal, dependiendo de cómo es que reaccionamos a ello es que sabremos cuanto de Dios tenemos en nosotros.
Si somos tolerantes, si no nos defendemos, dejaremos que esa parte de Dios que ya está en nosotros sea la que actúe.
Cuando El lo hace, nadie sale lastimado, nadie sale despreciado, sino con ternura y amor el ministra todos los corazones.
Así que el prójimo sigue siendo muy importante en nuestro caminar, para que Dios siga perfeccionando la obra que ha empezado



Conclusión
Por todo ello, cuando nosotros llegamos a algún lugar, lo que ha llegado es el Reino de Dios (2 Cor 2:14).
El Reino de Dios (Su poder, Su autoridad) está entre nosotros (Luc 17:21).
El Reino de Dios no consiste en palabras sino en poder (1 Cor 4.20, Luc 10.19).
Si salimos de nuestros tabús y paradigmas religiosos, somos sensibles al Señor y entendemos que lo que El ha hecho en nosotros es suficiente habilitación y activación para que lo manifestemos, El se va a manifestar a través de nosotros.
Las necesidades y los problemas de las personas son la oportunidad de manifestar el Reino de Dios en todo lugar.
No podemos desaprovechar la oportunidad de manifestarlo.
No necesitamos ser ungidos especialmente para ello (ya lo estamos).
No necesitamos estudios ni seminarios especiales (lo que ya Dios ha hecho en nosotros es más que suficiente para ello).
Todos los que hemos conocido al Señor somos Sus colaboradores en la tarea de llevar a otros al Reino y de manifestar Su poder (2 Cor 5.17-18) y no podemos quedarnos sentados.
Hoy y todos los días, al salir a la calle, estaremos habilitados para manifestar el poder de Dios para bendecir a las personas que se crucen en nuestro camino (Gen 12.1-3, 2 Cor 1:3-4).

06 Mayo 2010