Estudio Bíblico

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Entendiendo el rechazo.



Introducción.

El plan perfecto de Dios para los seres humanos, como diseñados a imagen y semejanza de El (Gen 1:26-27) fue que viviéramos en relaciones de amor con El y con las demás personas (Dios es amor, 1 Jn 4:8), cuyos resultados son identidad, seguridad, aceptación, pertenencia, propósito, etc.

Todas estas cosas operan en unidad, es decir:
Si somos amados, si nos sentimos amados, vamos a tener una identidad positiva, seguridad para enfrentar nuevos retos, vamos a vivir en aceptación de nuestras características personales, nos vamos a sentir parte de otras personas, y vamos a poder encontrar más fácilmente el propósito para nuestras vidas.
Si no tenemos una identidad positiva, vamos a tener carencia de amor, no vamos a tener seguridad en cuanto a las decisiones que tomamos, vamos a vivir en rechazo –no aceptación--, etc.
Por lo tanto, las personas fuimos diseñadas, entre otras cosas, para ser aceptadas, y desde el principio de nuestras vidas luchamos por ello, tratando de agradar a las personas que están a nuestro alrededor (comenzando con nuestros padres).



Aceptación o rechazo.
Las personas somos motivadas a actuar en base a lo que creemos (Prov 23:7), y en una buena medida, lo que creemos está en realidad determinado por lo que las personas que están a nuestro alrededor creen de nosotros, y nos expresan de alguna manera, o pensamos o sentimos que nos lo expresan.
Lo que las personas piensan o creen de nosotros (o pensamos que piensan o creen de nosotros) se manifiesta en aceptación o rechazo. Aceptación significa que están de acuerdo con la forma en que somos y nos comportamos, y aceptación es lo contrario: que están en desacuerdo con la forma en que somos y nos comportamos.
Si creemos que alguien nos acepta, actuaremos en cierta forma, basados en esa creencia.
Si creemos que alguien no nos acepta, actuaremos igualmente de cierta forma basados en esa creencia.
Lo contrario de la aceptación es el rechazo.
Porque fuimos diseñados para la aceptación, tenemos grandes dificultades para manejar el rechazo.
Por ello, la manera como Dios determinó que pudiéramos hacer frente al rechazo no fue a través de nuestras propias fuerzas, sino trayendo el asunto a El (Jer 17.5-8, Mat 11:28-30).



Definición.
El rechazo, en esencia, es la percepción real o imaginaria, consciente o inconsciente, de no ser aceptados, de no agradar a las otras personas, y por lo tanto, de no ser amado(a) total o parcialmente por otra persona.
Esa percepción puede tomar diversas formas: sentirse ignorado, no ser tomado en cuenta, ser pasado por alto, ser considerado sin importancia y/o sin valor, no ser considerado capaz, ser juzgado y condenado, etc.
Y ello es mucho más grave cuando emana de los padres u otras personas importantes en nuestra vida (personas que tienen o a las que les hemos asignado algún nivel de autoridad en nuestra propia vida).



Origen.

En lo natural, un bebé anhela seguridad, amor, aceptación, pertenencia, sobre todo del padre (Sal 127:4-5).
Cuando es privado parcial o totalmente de ello, siente dolor (herido), su percepción es de rechazo.
La experiencia original de rechazo generalmente la percibe el bebé, o el niño, en sus primeras etapas de vida, por alguna de las siguientes razones:
Ser un hijo no deseado (privación de aceptación, pertenencia, amor, seguridad).
Relaciones malogradas entre él y sus padres (privación de amor, aceptación, pertenencia, seguridad)
Fracaso matrimonial de sus padres (privación de seguridad, culpa).
Padres física y/o emocionalmente ausentes (privación de amor, seguridad).
Carencia de muestras de cariño y aceptación.
Falta de atención y tiempo (dedicación).
Preferencias de uno sobre otro.
Constantes críticas y corrección grosera a las formas en que expresa sus comportamientos, etc.
Todas estas causas originales del rechazo tienen su raíz, en última instancia, en el “endiosamiento” de los padres y de las demás personas importantes en la vida de uno, y por lo tanto, el rechazo, en mayor o menor grado, es un producto o un resultado del endiosamiento

En las etapas posteriores de su vida, esa misma percepción de rechazo se hace presente, y es una de las reacciones más comunes cuando:
Hacemos algo que no les agrada a las otras personas.
Hacemos algo que no nos agrada a nosotros mismos.
Otra persona hace algo que no nos gusta.
Por lo tanto, generalmente, es una consecuencia del endiosamiento, ya sea de la persona rechazada o de la que rechaza.

Como el endiosamiento que deviene en rechazo, es el resultado de la carne, que a su vez es la expresión del sistema “mundo” que está bajo el maligno (1 Jn 5:17), en última instancia, el rechazo es una entidad de origen satánico cuyo objetivo es robar, matar y destruir la vida de las personas (Jn 10.10).
Por lo tanto, siendo su origen espiritual en última instancia, su solución tiene que ser espiritual (2 Cor 10:4-6, Efe 6:12) usando armas espirituales.



Consecuencias.

Es una de las causas más comunes de todos los problemas personales.
Generalmente está acompañado de sentimientos de traición y vergüenza.
Causa dolor en el corazón y heridas emocionales y espirituales (Prov 15:13, Prov 18.14) que derivan en la amargura (Heb 12:14-15) que impide alcanzar la gracia de Dios, y con ello, la vida abundante que Dios compró para nosotros en Cristo (3 Jn 2).
Sentimientos de que no somos amados, ni aceptados, ni tomados en cuenta, principalmente por las personas que son significativas en nuestra vida (como Moisés cuando fue descubierto en Egipto, Hch 7:27-29).
Sentimientos de exclusión, hostigamiento, frustración, temor, ansiedad.
“Parálisis” (total o parcial” en varias o todas las áreas de la vida.
Desintegración progresiva de las relaciones interpersonales (como José con sus hermanos, Gen 37).
Fatiga (energías emocionales desgastadas) y “cargas” emocionales difíciles de sobrellevar.
Puede derivar en la apertura de puertas y caminos para que espíritus malignos operen sobre la vida de las personas, hasta llevarlas a la muerte.

En general, el rechazo deriva en pensamientos y/o sentimientos de:
No soy, no tengo, no puedo, no valgo, no lo voy a lograr.
Estos pensamientos derivan en topes en nuestra vida que nos impiden alcanzar mejor calidad de vida, mejores posiciones, mejores conductas, etc. Son limites que nos impiden alcanzar la vida abundante que Cristo compró para nosotros en la Cruz del Calvario (Jn 10:10, Prov 4:18, Jer 29:11, etc.).



La solución.
La persona que ha experimentado rechazo (y todos lo hemos experimentado), no tiene por que vivir atada a ello. En Cristo podemos ser libres (Jn 8:31-32).
Dios, en Cristo, proveyó la solución no solo para el pecado sino para todas las consecuencias de él, y entre ellas, el rechazo y todas sus implicaciones, (Isa 53.1-5). En Cristo
El nos acepta (Efe 1.6, Jn 6:37),
Nada nos puede separar de Su amor (Rom 8:39).
Nos hace nuevas criaturas (2 Cor 5:17).
Nos hace el objeto prioritario de Su amor (Cant 2.14, Sant 4:5, Jer 31.3).
Nos adopta en Su familia como hijos amados (Jn 1:12, Rom 8:14-17),
Nos transforma y nos provee de armas espirituales para combatir el rechazo en nuestras vidas (2 Cor 10:4-6, Efe 6:12-17), tanto el que recibimos como el que podemos manifestar a otros.
Nos provee de una nueva identidad para enfrentarlo (Apo 1:5-6, 1 Ped 2:9-10).


23 Feb 2010
Referencia: Rechazo.