Estudio Bíblico

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República vrs. Democracia.



LA COSMOVISIÓN CRISTIANA BÍBLICA (41).

LA REPÚBLICA Y LA DEMOCRACIA



Introducción.
Hemos crecido acostumbrados a escuchar que somos una democracia; tal cosa nunca fue el propósito original de los fundadores de las naciones, en ninguna parte del mundo. Generalmente la forma de gobierno que les fue confiada a las naciones por sus fundadores fue una república, no una democracia. Aunque ellos tuvieron la oportunidad de establecer una democracia, escogieron no hacerlo.
Uno de los casos más documentados de esta situación es la relacionada con los Estados Unidos.
Un ejemplo de esto se demuestra en la anécdota donde se narra que habiendo concluido su trabajo en la Constitución, Benjamín Franklin salió a caminar y se sentó en una banca pública. Una mujer se le acercó y le preguntó, “Bueno, Sr. Franklin, ¿qué ha hecho por nosotros?” Franklin respondió con prontitud, “Mi querida dama, les hemos dado una república, si la podéis mantener” (Tomado de “La Declaración de Derechos de los Estados Unidos a sus 200 años,” por el ex presidente del tribunal Warren E. Burger, impreso en Presidential Studies Quarterly, Vol. XXI, No. 3, Verano 1991, p. 457. Esta anécdota también aparece en muchas otras obras).
Las democracias siempre han sido espectáculos de turbulencia y desacuerdos; siempre se han mostrado incompatibles con la seguridad personal, o los derechos de propiedad; y en lo general han sido de corta duración y violentas en sus muertes (Alexander Hamilton, John Jay, James Madison, The Federalist on the New Constitution, Philadelphia: Benjamin Warner, 1818, p. 53, # 10, James Madison).
Recuerden, la democracia nunca dura mucho. Pronto se desgasta, se agota, y se mata a sí misma. Nunca ha habido una democracia que no llegara a cometer suicidio (John Adams, Las Obras de John Adams, Segundo Presidente de los Estados Unidos, Charles Francis Adams, editor; Boston: Charles C. Little y James Brown, 1850; Vol. VI, p. 484, a John Taylor el 15 de Abril, 1814).
Una democracia es un volcán que oculta los ardientes materiales de su propia destrucción. Estos producirán una erupción que arrastrará desolación a su paso (Fisher Ames, Obras de Fisher Ames; Boston: T. B. Wait & Co., 1809;, p. 24. Discurso en las Elecciones Bienales, pronunciado en Enero de 1788).
La propensión conocida de una democracia es hacia lo licencioso [excesiva permisividad], lo que los ambiciosos piden, y lo que los ignorantes creen que es libertad (5 Ames, Obras, p. 384, “Los Peligros de la Libertad Americana,” Febrero, 1805).
Hemos visto en qué termina el tumulto de la democracia... como ha terminado en todas partes, en despotismo... ¡La democracia! Salvaje e indómita. Oh, vosotros, los que derribarías al virtuoso y al sabio a tu nivel de locura y culpa (Gouverneur Morris, Discurso pronunciado el miércoles 29 de Junio, 1814, a petición de varios ciudadanos de New York, en celebración de la reciente liberación de Europa del yugo del despotismo military; New York: Van Winkle and Wiley, 1814;, pp. 10, 22).
La experiencia de todas las eras previas ha mostrado que de todos los gobiernos humanos la democracia fue la más inestable, fluctuante y de corta vida (7 John Quincy Adams, El Jubileo de la Constitución. Discurso pronunciado a petición de la Sociedad Histórica de New York, en la ciudad de Nueva York el día martes 30 de abril de 1839; siendo el quincuagésimo aniversario de la toma de posesión de George Washington como Presidente de los Estados Unidos, el 30 de abril de 1789; New York: Samuel Colman, 1839, p. 53).
Una democracia simple... es uno de los males más grandes (Benjamin Rush, Las Cartas de Benjamin Rush, L. H. Butterfield, editor; Princeton: Princeton University Press para la Sociedad Filosófica Americana, 1951;, Vol. I, p. 523, a John Adams el 21 de Julio de 1789).
En la democracia... generalmente hay tumultos y desórdenes... Por lo tanto, una democracia pura generalmente es un muy mal gobierno. Con frecuencia es el gobierno más tiránico de la tierra (Noah Webster, El Primer Libro de Gramática Americana: Conteniendo un Criterio Fácil de Pronunciación: Siendo la Primera Parte de un Instituto de Gramática del Idioma Inglés, al cual se le ha añadido, un Apéndice, conteniendo un Catecismo Moral y un Catecismo Federal; Boston: Isaiah Thomas and Ebenezer T. Andrews, 1801;, pp. 103-104).
La democracia no puede subsistir por mucho tiempo ni ser impulsada muy lejos en los departamentos del estado, se halla muy sometida al capricho y a la locura de la cólera popular (10 John Witherspoon, Las Obras de John Witherspoon; Edinburgh: J. Ogle, 1815;, Vol. VII, p. 101, Conferencia 12 sobre la Sociedad Civil).
Generalmente se puede señalar que mientras más un gobierno se parezca a una democracia pura, más abundan en él el desorden y la confusión (Zephaniah Swift, Un Sistema de las Leyes del Estado de Connecticut; Windham: John Byrne, 1795; Vol. I, p. 19).



Diferencias entre la República (Deut 17;14-20) y la Democracia (1 Sam 8:1-22).
Hoy muchos parecen ser incapaces de distinguir la diferencia entre las dos, pero hay una diferencia, una gran diferencia. Esa diferencia se encuentra en la fuente de la autoridad.
Una democracia pura funciona por medio del voto directo de la mayoría del pueblo. Cuando se ha de decidir un asunto, toda la población vota al respecto; la mayoría gana y gobierna. Una república difiere en el hecho de que la población en general elige representantes que luego promulgan leyes para gobernar a la nación.
Una democracia es el gobierno por el sentimiento de la mayoría (“masa-cracia”). Una república es el gobierno por medio de la ley.
Entonces la fuente de la ley para una democracia es el sentimiento popular del pueblo, un sentimiento cambiante, antojadizo, inestable, circunstancial. Para una república, la fuente genuina de los principios republicanos correctos es la Biblia, particularmente el Nuevo Testamento, o el cristianismo como estilo de vida.
Los valores trascendentes de la ley natural bíblica fueron el fundamento de la gran mayoría de repúblicas cuyo origen se remonta a los siglos anteriores al siglo XX. Fundamentar una república sobre los valores de la ley bíblica, nunca cambiantes, le proveen de estabilidad. Por ejemplo, el asesinato siempre será un crimen. Sin embargo, en una democracia, si la mayoría del pueblo decide que el asesinato ya no es un crimen, el asesinato ya no será más un crimen.
Los principios inmutables del bien y el mal no pueden estar basados en los sentimientos y las emociones rápidamente fluctuantes del pueblo, sino más bien en lo que Montesquieu identificó como los “principios que no cambian.” (George Bancroft, Historia de los Estados Unidos desde el Descubrimiento del Continente Americano; Boston: Little, Brown & Co., 1859;, Vol. V, p. 24. Ver Barón Charles Secondat de Montesquieu, El Espíritu de las Leyes; Philadelphia: Isaiah Thomas, 1802, Vol. I, pp. 17-23, y ad passim).
De manera similar, Benjamin Rush señaló: Donde no hay ley, no hay libertad; y nada merece el nombre de ley sino aquello que es cierto y universal en su operación sobre todos los miembros de la comunidad (Rush, Cartas, Vol. I, p. 454, a David Ramsay, Marzo o Abril de 1788).
Los principios que no cambian y que son ciertos y universales en su operación sobre todos los miembros de la comunidad, la nación y las naciones, son los principios de la ley natural bíblica.
De hecho, estos principios se hallaban tan firmemente instalados en la república americana que los primeros libros de derecho enseñaban que el gobierno era libre de establecer su propia política sólo si Dios no había legislado en un área.
Los Comentarios de Blackstone sobre las leyes de Inglaterra, también explicaban: “Como ejemplo en el caso de asesinato: Esto es prohibido de manera expresa por Dios… Si alguna ley humana nos permitiera o encareciera a cometerlo estamos obligados a transgredir esa ley humana… Pero, con respecto a asuntos que no estén ordenados o prohibidos por aquellas leyes superiores, por ejemplo, exportar algodón a países extranjeros; aquí la… legislatura tiene la posibilidad y oportunidad de introducir alguna interposición” (Sir William Blackstone, Comentarios sobre las Leyes de Inglaterra; Philadelphia: Robert Bell, 1771;, Vol. I, pp. 42-43).
“Todas las leyes pueden ser catalogadas en dos clases diferentes: Divinas y humanas… Pero siempre se debe recordar que esta ley, la natural o revelada, hecha para los hombres o las naciones, fluyen de la misma fuente Divina: es la ley de Dios… La ley humana debe hacer descansar su autoridad, en última instancia, en la autoridad de aquella ley que es Divina” (James Wilson, Signatario de la Constitución; y Juez de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos).
“La ley… dictada por Dios mismo es, claro está, superior en obligación a cualquier otra. Tiene carácter obligatorio para todo el globo, en todos los países, y en todos los tiempos. Ninguna ley humana tiene validez alguna si es contraria a esta” (Alexander Hamilton, Signatario de la Constitución).
“La… ley establecida por el Creador… se extiende sobre todo el globo, es obligatoria para la humanidad en cualquier parte y en todos los tiempos…Esta es la ley de Dios por la cual da a conocer Su camino al hombre y que es primordial para todo el control humano” (Rufus King, Signatario de la Constitución).
Todos ellos comprendían que los valores bíblicos formaban la base de la república y que la república sería destruida si el conocimiento que el pueblo tenía de esos valores llegara a perderse alguna vez.
Una república es la forma más elevada de gobierno concebida por el ser humano, pero también requiere la mayor cantidad de cuidado y mantenimiento humano. Si se descuida puede deteriorarse y convertirse en una variedad de formas menores, incluyendo la democracia (un gobierno conducido por el sentimiento popular); la anarquía (un sistema en el que cada persona determina sus propias normas y criterios); la oligarquía (un gobierno dirigido por un pequeño concilio o grupo de individuos elitistas); o la dictadura (un gobierno conducido por un solo individuo). Como John Adams explicó: “La democracia pronto degenerará en una anarquía; tal anarquía es aquella en la que todos harán lo que bien les parezca y donde no estará segura la vida, propiedad, reputación o libertad de nadie, y donde todas estas cosas pronto se moldearán en un sistema de subordinación de todas las virtudes morales y habilidades intelectuales, todos los poderes de la riqueza, la belleza, el ingenio y la ciencia, a los placeres licenciosos, a la voluntad caprichosa, y a la deplorable [abominable] crueldad de uno o de unos pocos”.
Entender el fundamento de la república es una clave vital para su protección.



Conclusión.

La lectura atenta de todos los comentarios expresados por personas cuya participación en la fundación de una de las naciones más influyentes y poderosas de la tierra, para bien o para mal, en el tiempo actual, ponen en evidencia el contenido profético de dichos comentarios.
Hoy vemos como las que comenzaron como repúblicas, teniendo la ley natural bíblica como su fundamento, y que posteriormente abrazaron el humanismo como la fuente de su legislación, y su derivado, la democracia, como su forma de gobierno, manifiestan exactamente todos los síntomas
que esos profetas de lo político de hace dos siglos enumeraron.

Basta echar una mirada a la realidad socio-político-económica de las llamadas “democracias latinoamericanas”, en donde el imperio de la ley natural de Dios fue más endeble, o bien a lo que está comenzando a suceder en las democracias norteamericana y europeas, donde el fundamento fue más sólido, pero que ya están comenzando a manifestar esos síntomas derivados del abandono de los principios de la ley natural bíblica.
Turbulencia y desacuerdos (manifestaciones y huelgas constantes como medio de presión para obtener concesiones sectoriales; falta de acuerdos a nivel nacional por la prevalencia de intereses sectoriales sobre los intereses nacionales; el uso de la violencia por algunos sectores para hacer prevalecer sus intereses y criterios, etc.).
Incompatibles con la seguridad personal (aumento de la violencia), o los derechos de propiedad (cada vez más regulaciones, menos libertad, más impuestos, etc., y todo ello con el resultado del perjuicio para muchos y el beneficio para pocos; la actual crisis financiera mundial derivada de regulaciones gubernamentales que favorecieron al sector financiero y afectaron a todos los demás).
Democracias de corta duración y violentas en sus muertes (hace 40 años “morían” a mano de golpes de estado militares; hoy están muriendo a mano de “dictadores” electos que hacen uso del populismo engañoso de las masas y se prolongan indefinidamente en el poder mediante “constituciones” re-hechas a la medida de sus intereses).
Democracias que pronto se desgasta, se agota, y se mata a sí misma (prueba de ello es la historia constitucional de nuestros países: en la mayoría, ninguna constitución ha durado más de cincuenta años, creando inestabilidad legal).
Ocultan los ardientes materiales de su propia destrucción (los sentimientos y pasiones cambiantes de las masas, que hoy “adoran” a un líder carismático o a una institución, que cuando no cumple los dictados de esos sentimientos y pasiones, en corto tiempo lo “odian”, o viceversa. Por ejemplo, en Guatemala, hace 15 años, el ejército era odiado en muchas comunidades como represor; hoy, es requerido y anhelado como represor en las mismas comunidades, para aliviar la situación de violencia y delincuencia).
La propensión hacia lo licencioso (excesiva permisividad, impunidad, corrupción, etc.),
Lo que los ambiciosos piden (oligarquía), y lo que los ignorantes creen que es libertad (asistencialismo y paternalismo castrantes de la propia responsabilidad y acción para lograr mejores condiciones de vida).
Termina en despotismo (gobierno de las élites, instrumentalización de los partidos políticos, con “pan y circo” para mantener domesticadas y en la ignorancia a las masas).
Generalmente es un muy mal gobierno, sometido al capricho y a la locura de la cólera popular; mientras más un gobierno se parezca a una democracia pura, más abundan en él el desorden y la confusión (la organización burocrática gubernamental, con exceso de reglamentaciones que nadie cumple y que fomentan la corrupción, el crecimiento de la burocracia improductiva, la duplicidad de funciones entre instituciones y al interno de las instituciones, la carencia de procesos y procedimientos claros y simples, etc.).

La realidad actual que se vive en nuestras naciones, tanto en el ámbito privado como público, obedece a lo establecido en la Biblia como el resultado del abandono de Dios y Su ley, y la entronización del ser humano como dios (humanismo), de sus criterios como leyes (ética y justicia situacional) y de su propia forma de gobierno (democracia). He aquí un diagnóstico actual de nuestras naciones, escrito y profetizado hace casi dos mil años: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible (el humanismo), de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones (los dictados de sus emociones y pasiones, su corazón engañoso), de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador (humanismo), el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres (homosexualismo, lesbianismo, bestialismo), y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia (impunidad, limpieza social, linchamientos), fornicación (inmoralidad sexual, abortos, pederastras, adulterio, pornografía, madres solteras, hijos bastardos, etc.), perversidad (las formas de violencia del crimen organizado, las maras, el satanismo, etc.), avaricia (la acumulación de riquezas de unos pocos versus la acumulación de pobreza de las mayorías, las hambrunas, la miseria, las medicinas “éticas” vrs las genéricas, etc.), maldad; llenos de envidia, homicidios (la abundancia de muertes violentas, el incremento del abuso de todo tipo, etc.), contiendas (división social, multiculturalidad, discriminación), engaños y malignidades (corrupción, soborno, demagogia, impunidad); murmuradores, detractores (campañas negras, amarillismo, destrucción y menosprecio de lo bueno absoluto –“fundamentalismo”-), aborrecedores de Dios (evolucionismo, cientificismo, espiritualismo, brujería, hechicería, adivinación, etc.), injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican (Rom 1:21-32, subrayados, cursivas y negritas, agregados)
En la práctica, las democracias en nuestras naciones son solo aparentes. En última instancia son un circo de procesos electorales que cada cierto tiempo avivan la falsa idea en las mayorías de que ejercen influencia en el gobierno, cuando la realidad es que son las élites tradicionales las que producen la oferta electoral que difiere en formas pero no en esencia.
Derivado de todo lo anterior, es evidente, para el que quiera ver objetivamente la realidad, que nuestras naciones están en crisis, y que ningún sistema humanista puede sacarlas del “hoyo de la desesperación” en que están entrando o están viviendo desde hace mucho tiempo. Más bien, esos sistemas solo agudizan la situación. Nunca antes como ahora hay tanto “conocimiento”, tantos “sistemas” diferentes de pensamiento, tanta información y tantos recursos disponibles, que si ellos fueran la solución, la humanidad tendría que estar viviendo una situación diferente y mejor que la que está viviendo.
Ello evidencia que no es allí donde está la solución verdadera, porque está dejando de considerar la variable más importante e influyente de todas, el corazón humano, y la única solución al problema que representa esa variable, Dios: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras”. (Jer 17:9-10). En tanto la humanidad siga buscando sus propios caminos, la situación no va a mejorar sino a empeorar. Solo volviéndonos de todo corazón a Dios, la situación cambiará (Sal 11:3, 2 Cro 7.14, Jer 6:16, Jer 18.15).
Para volver a los fundamentos del bienestar y la bendición de nuestras familias y naciones (Gen 12.1-3), necesitamos urgentemente volvernos a Dios de todo corazón, comenzando por la Iglesia que resignó y abandonó su papel de atalaya (Luc 10:25-37, Ezeq 33:1-9) frente a la sociedad y la nación para guiarlas por los caminos y propósitos de Dios, debido a que abandonó la cosmovisión bíblica de Dios, el universo, el mundo, la vida y la iglesia, permitiendo pasivamente la entrada y entronización en ellas de los demonios del racionalismo, el evolucionismo y el humanismo.
Por lo tanto, necesitamos reconocer delante de Dios nuestro pecado, pedirle perdón por ello, arrepentirnos y volver al Espíritu de la Palabra, a la Cosmovisión cien por ciento bíblica y a la Palabra no adulterada (por nuestros intereses egoístas y materialistas de confort espiritual y material), como los rectora de nuestro propósito, caminar y actuar en esta vida terrenal como creyentes y como Iglesia. Solo de esa manera podremos comenzar a ver la sanidad de nuestras naciones y sociedades (2 Cro 7.14).


BIBLIOGRAFÍA.

El Equilibrio del Poder: La Iglesia, el Estado y la Libertad.
Rubén Alvarado - Christian Cultural Studies Page
www.contra-mundum.org

Iglesia, Reino y Liturgia: El Lenguaje Político del NuevoTestamento.
Rubén Alvarado – Christian Cultural Studies Page
www.contra-mundum.org

La Asistencia Social y la Iglesia.
David Hall.
www.contra-mundum.org


27 Jun 2009
Referencia: Tema No. 41.