Estudio Bíblico

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Gobierno.



LA COSMOVISIÓN CRISTIANA BÍBLICA (39).

EL GOBIERNO



Introducción.
“¡Voz de Dios, y no de hombre!” (Hch 12:22). Herodes creyó las palabras de sus súbditos. Cayó en el gran engaño: la creencia de que aquellos que gobiernan son dioses, gobernantes independientes, que caminan sobre la tierra.
No se necesitó mucho tiempo para que Dios le recordara al Rey Herodes y al pueblo que Dios gobierna en el Cielo y en la tierra y que todos los gobernantes están sujetos a Su soberanía y a Su Ley. Herodes se convirtió en alimento para los gusanos (Hch 12:23).
Cuando un gobernante decreta, ya sea por palabras o por hechos, que es independiente del gobierno de Dios o que la justicia se define según las leyes de su propia invención, entonces Dios actúa en juicio. Puede que no veamos Sus juicios de la misma manera que lo hicieron Nabucodonosor o Herodes, pero el tiempo trae todas las cosas a la luz.
Escoger al hombre como el gobernador soberano, independiente de Dios, inevitablemente conduce a una nación a la esclavitud. Este dios, producto de su propia imaginación, gobernará con puño de hierro. Como dijo Samuel Rutherford, tendremos ya sea Rex lex o lex Rex (o el rey es la ley, o la ley es el rey).
William Penn escribió una vez: “Los hombres deben ser gobernados por Dios o de lo contrario serán gobernados por tiranos.”
No hemos de establecernos nosotros mismos como dioses en ningún campo ni en ninguna área. Nuestros padres no han de tomar el lugar de Dios y gobernar en la familia de manera independiente a Él. Nuestros maestros no han de tomar el lugar de Dios y enseñar como si no hubiese una autoridad que le dé significado a todos los hechos en el universo. El gobierno civil no ha de tomar el lugar de Dios y gobernar de forma independiente a Su gobierno (Isa 9:6-7; Rom 13:1-7). Cada vez que cualquier gobierno sobrepasa su propio magisterio, “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5:29; Dan 3:16-18; 6:10).
Pero, ¿acaso no actuamos como si alguien más fuese dios? Queremos que el estado eduque a nuestros hijos, que nos atienda cuando estamos enfermos, que establezca hogares para cuando envejezcamos, que nos proteja de nosotros mismos, que cuide de los pobres, y que nos ayude económicamente cuando estemos sin empleo. El ser humano a menudo convierte al estado, al gobierno civil, en un ídolo. No podríamos decir que adoramos al estado, pero la Biblia dice que conocemos lo que la gente cree “por sus frutos” (Mat 7:20).
Dios no está en contra de los gobernantes. Él no se opone al gobierno. De hecho, Él lo ordenó (Rom 13:1). Dios sí está en contra de la idea del hombre de asumir el papel de Dios (Isa 42:8). Dios no tolera la competencia: (Isa 44:6-7). El Primer Mandamiento nos recuerda, “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Exo 20:3).
Dios es la única y última autoridad independiente. Este debe ser nuestro punto de partida mientras discutimos el rol que Dios toma en los asuntos de los hombres, especialmente en como Su soberanía se relaciona con el gobierno civil (Prov 8:15).



El fundamento de los gobiernos
El Señor Dios es el Gobernante universal de todos los individuos y naciones porque Él es el Creador y Sustentador de todas las cosas (Dan 4:17; 5:21; Isa 9:6, 7; 1 Cor 15:25; Col 1:17). Ningún hombre o mujer finitos, falibles y caídos tienen en sí mismos la habilidad de gobernar de una manera totalmente justa y consistente sin la Escritura como su autoridad gobernante (Prov 16:25, Prov 29.2).
El gobierno en singular, debe referirse al Dios Trino, quien es el único que tiene la autoridad (derecho a gobernar), el poder (la habilidad de gobernar), y la jurisdicción (esfera de gobierno) de manera ilimitada e independiente (Isa 9:6-7). Ningún individuo, grupo o institución humana puede reclamar ser el gobierno con la acompañante implicación de autoridad, poder y jurisdicción independiente e ilimitada.
La Biblia es el estándar autoritativo e inamovible por el cual todos los aspectos del gobierno civil han de ser dirigidos y Dios cuenta al ser humano como responsable de gobernarse a sí mismo por ese estándar (Deut 20:19-20). Ninguna autoridad final fuera de la Biblia (la razón, la experiencia, la opinión de la mayoría, la opinión de las élites, la naturaleza, etc.) debe ser aceptada como el estándar de gobierno para cualquier individuo, grupo o jurisdicción (Prov 16:25).
Dios es el Creador (Gen 1:1), Sustentador (Heb 1:3) y Juez (1 Sam 24:15) del gobierno del hombre por el hombre. Ningún verdadero gobierno es establecido por el ser humano o sustentado por alguna de sus actividades excepto la obediencia a la Ley Bíblica o a las leyes sólidamente deducidas a partir de ellas (Rom 13.1, Deut 17:14-20).
Jesucristo es Rey de reyes y Señor de señores (Apo 17:14, Apo 19:16); Él tiene toda la autoridad en el Cielo y en la tierra (Mat 28.18-20); y todos los gobiernos, en todas partes, funcionan por Su permiso y están obligados a seguir Sus Leyes (Dan 2:21). Ninguna forma de gobierno que exalte al individuo, la Iglesia, o al estado por encima de Jesucristo es consistente con los estándares bíblicos para el gobierno establecidos por Dios.



Jurisdicción de los gobiernos
El gobierno de Dios es independiente e ilimitado y todos los gobiernos humanos son establecidos o permitidos dentro de Su soberanía (Deut 4:17, Rom 13:1, Dan 2:21). Pero ningún gobierno humano es independiente e ilimitado, y ningún gobierno pueda afirmar independencia de Dios partiendo de la idea que los gobiernos surgen a partir de los “contratos sociales” (Sal 2:1-12).
Dios ha establecido muchos gobiernos (Rom 13:1); Él les ha dado a cada uno sus propias jurisdicciones; todos son responsables ante Dios; y entre estos se hallan el auto-gobierno (que se halla en la base de todos los gobiernos institucionales, Prov 16:32), el gobierno familiar (Efe 6:1, Col 3.20), el gobierno eclesiástico (la iglesia, Efe 2:20, Efe 4.11), y los gobiernos civiles (nacional, estatal y local) (Deut 17:14-20, Dan 2:21). Ningún gobierno humano tiene una jurisdicción última sobre todos o sobre cualquier otro individuo, grupo o gobierno (familia, iglesia o civil).
Los varios gobiernos (incluyendo el gobierno propio, la familia, la iglesia y el estado) tienen diferentes jurisdicciones ordenadas por Dios que existen en el mismo tiempo y lugar, afectando a las mismas personas, y Dios desea que respeten las jurisdicciones separadas y ordenadas por Dios de cada uno de ellos. Es imposible separar totalmente las jurisdicciones de estas instituciones ordenadas por Dios, puesto que funcionan constantemente al mismo tiempo y en el mismo lugar y afectan a las mismas personas.
Sin auto-gobierno todos los otros gobiernos están destinados a fracasar. El gobierno civil no puede ser usado para convertir en hombres buenos a los hombres malos ni para desarrollar un auto-gobierno piadoso en los hombres pecaminosos y las mujeres pecaminosas.
Existe una separación jurisdiccional entre la Iglesia y el estado, aunque no existe una separación absoluta entre la Iglesia y el estado, si con ello queremos dar a entender que Dios y Su Palabra debiesen ser separados del gobierno civil.
Jesucristo, respaldando la separación jurisdiccional entra la Iglesia y el estado presentada en el Antiguo Testamento, reconoció y respaldó la jurisdicción legítima, pero divinamente limitada, del gobierno civil cuando nos ordenó “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Mat 22:22). La Iglesia no debe rechazar al gobierno civil ni abogar por un estado controlado
por la iglesia (eclesiocracia) en el que la iglesia gobierne sobre el estado.
El gobierno eclesiástico, la iglesia (como una institución con gobernantes), tiene tribunales con poderes legítimos en su jurisdicción (1 Cor 6:1-7; Mat 18;15-22), y los cristianos debiesen arreglar sus disputas dentro del Cuerpo de Cristo, siguiendo los procedimientos de reconciliación establecidos en la Escritura, evitando llevar a sus compañeros cristianos a las cortes civiles. El estado no puede ni debe usurpar la jurisdicción legítima y ordenada por Dios de las cortes eclesiásticas.



Naturaleza y Responsabilidades del Gobierno Civil.
Existe una distinción vital entre el estado (el gobierno civil) y la sociedad. La sociedad abarca a todas las instituciones sociales, económicas, políticas, artísticas, educacionales, eclesiásticas, etc., de las cuales el gobierno civil es una. Por lo tanto, el ámbito del estado (el gobierno civil) no debe de ser considerado como coincidente con la sociedad.
Dios tiene como responsables a los gobiernos civiles en todas partes para que protejan los derechos ordenados por Dios a la vida, la libertad y la propiedad privada, y para mantener la paz por medio de sus legítimos poderes (Rom 13:1-7). Esos derechos no son definidos por el ser humano ni otorgados por el Estado sino que son derechos definidos y otorgados por Dios a cada ser humano.
La función dada por Dios a los gobiernos civiles implica la responsabilidad de administrar justicia, que incluye el elogio de aquellos que hacen lo correcto, el castigo de los malhechores (restitución y retribución) y la preservación de la paz en contra de los opresores domésticos y foráneos.
Los gobiernos civiles en todas partes debiesen tratar a todos los ciudadanos como jurídicamente iguales a los ojos de la ley, y seguir un orden moral bíblico de manera que los ciudadanos puedan poner en práctica sus llamados bajo Dios (Deut 10:17-18, Deut 16:18-20).
El gobierno civil tiene la autoridad ordenada por Dios de colectar impuestos (Luc 20:22-25, Rom 13:7), de preferencia directos, proporcionales y personales (no impuestos a la propiedad, 1 Sam 17.25), para sostener financieramente sus responsabilidades jurisdiccionales bíblicamente declaradas (Rom 13.6). Sin embargo, no debiesen colectar impuestos para financiar programas fuera del propósito bíblicamente delineado para el gobierno civil.
Los gobiernos civiles deben mantener medidas y pesos justos (Lev 19:35-36), y ningún gobierno civil debe de exceder sus obligaciones emitiendo algún tipo de dinero por decreto (Rom 13:7-8).
Igualmente deben garantizar y no interferir en la propagación del Evangelio de Jesucristo y la aplicación de la Palabra de Dios a todas las áreas de la vida, así como a cualquier otro sistema de pensamiento (libertad de creencias –Deut 30:19-20--, libertad de pensamiento, libertad de expresión), siempre y cuando ello no implique vulnerar ningún otro derecho vital de las personas y contribuyan a la paz, al desarrollo y la promoción social.
Es responsabilidad del gobierno civil proteger a la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo y no debería ser neutral hacia el cristianismo (Deut 17:18-20).
El gobierno civil, por su misma naturaleza, no es justo o injusto, amigo o enemigo de la libertad individual. Esa calificación va a depender de las personas o de los grupos que lo ejerzan (Prov 29:2).



Gobierno Civil y Fuerzas Armadas.
El gobierno civil tiene el poder ordenado por Dios de la espada para castigar a los malhechores y promover el bien, y esto poder incluye la pena capital (Gen 9:5-6, Exo 21:23-25, Lev 24:19-20).
Para el cumplimiento de los fines relacionados con la preservación de la paz interna y externa, el gobierno civil tiene la autoridad y la responsabilidad dadas por Dios de edificar y mantener unas fuerzas armadas (policía y ejército) en la magnitud que sean necesarias para proteger a todos sus ciudadanos, además de brindarles una constante preparación para el mejor cumplimiento de sus funciones esenciales (1 Sam 1:3, 1:11, 1 Sam 15:2, 1 Sam 17.45). Por lo tanto es correcto y sabio que así lo hagan. El pacifismo absoluto que se resiste a mantener esas fuerzas armadas, al uso de las armas por parte de ellas, a mantenerlas permanentemente equipadas con el mejor equipo disponible que los recursos a su alcance puedan proveer, no es bíblico, aunque su posición sea respetable y no puede forzarse a nadie que sostenga esa posición por asunto de conciencia a que la modifique.
Sin embargo, al gobierno civil no le es dado el poder absoluto o una jurisdicción flexible para el uso de la espada para impulsar su poder e influencia, ni tampoco que pueda legítimamente abstenerse de su uso en casos capitales tal y como se describen en las Escrituras.



Gobierno y Soberanía Nacional.
Las naciones tienen el derecho de mantener su soberanía nacional. Los gobiernos no deberían usar ningún método para obligar o apuntar hacia una “sociedad igualitaria” para hacer que todos sean iguales de manera funcional, posicional o económica (Mat 25:14-30).
En el mantenimiento de la soberanía nacional, no es correcto ni sabio trabajar con el propósito de crear un gobierno mundial bajo el cual se les pida a todas las naciones entregar, renunciar o rendir su soberanía (Gen 11:1-7, Dan 7;:23, Apo 17, Dejut 16:18-20).



Gobierno y Ayuda Social.
Los individuos, las familias, las iglesias y las asociaciones voluntarias debiesen cuidar financieramente de las viudas, huérfanos, extranjeros y los verdaderamente necesitados a través de los diezmos y las ofrendas (Hch 2:41-47, Hch 6:1, 2 Cor 8 y 9). Bíblicamente hablando, esa no es una responsabilidad del gobierno y menos a través de un sistema coercitivo de impuestos, a menos que los proveedores principales dejen de cumplir su responsabilidad de hacerlo.



Gobierno Civil e Impuestos.
Todos los ciudadanos tienen la responsabilidad de pagar un impuesto por causa de los servicios proporcionados por el gobierno civil (Rom 13:6-7), y la Iglesia es inmune a los impuestos y no nada más exenta de ellos (esto último podría implicar autoridad por parte del estado para otorgar o negar el status, haciendo que el estado sea soberano sobre la Iglesia).
El estado no tiene autoridad o derecho alguno para imponer impuestos a la Iglesia, ni debe imponer impuestos a los ciudadanos para llevar a cabo tareas que son antibíblicas por naturaleza o que no tienen justificación alguna en nuestra Constitución.



Limitaciones de los gobiernos.
Aquellos que gobiernan, ya sea en la familia, la Iglesia, o en el ámbito civil, son ministros de Dios (Rom 13.1-4), de modo que están sujetos a las Leyes de Dios (Deut 17.18-20). Por lo tanto no es moral para los gobiernos terrenales el establecer leyes que sean contrarias a los principios bíblicos y a la ley de Dios escrita en nuestros corazones y tampoco es moral para los gobernantes terrenales gobernar independientemente de esos principios (Hch 4:19, Hch 5:29).
Toda vez que los ciudadanos sean capaces de auto-gobernarse, el poder y la burocracia del gobierno civil debiesen ser mantenidos tan pequeños y localizados como sea posible. No es sabio o beneficioso para los ciudadanos el que los poderes gubernamentales lleguen a ser mayores de lo necesario, abarquen áreas más allá de lo que les asigna la Palabra de Dios como competencia, o lleguen a estar excesivamente centralizados (Exo 18:1-27).
Debido a que el ser humano es creado a la imagen de Dios (Gen 1:26-27), tiene una valía y una dignidad dadas por Dios que es superior a la de los gobiernos civiles. Por lo que los gobiernos civiles existen para el beneficio de sus ciudadanos, no viceversa. Las personas no existen por causa del estado sino éste por causa de ellas (Rom 13:3-5).
El gobierno civil es establecido por Dios para proteger las libertades otorgadas por El a las personas y por lo tanto, no tiene ningún poder legítimo para subordinar al individuo a sus deseos. Todos los cristianos debiesen oponerse a los esfuerzos sistemáticos y deliberados por tiranizar al pueblo, sea del tinte que sea, y lo deben hacer a través de la oración, el pronunciamiento y la denuncia, y llevando a cabo cualquier acción que Dios les dirija a tomar. Ningún cristianos cuyo pensamiento esté de acuerdo a los pensamientos y categorías bíblicas puede tener una posición neutral o positiva hacia cualquier tiranía humana sea del tipo que sea (Hch 4:19, Hch 5:29). Dios es el Gobernador último de todas las instituciones en todas las sociedades, y todas las formas de gobierno que exalten ya sea el individuo (anarquía) o al estado (estatismo) como fuentes de autoridad y gobierno, por encima o igual a Dios, son contrarias a la revelación bíblica y deben ser rechazadas (Sal 2.1-5).
Dios es quién define la justicia, y el entendimiento último y autoritativo de la justicia ha de encontrarse sólo en la revelación bíblica, entendimiento al que debe siempre conformarse la justicia civil. La justicia no debe ser redefinida por el estado, ni el estado puede imponer en la sociedad de manera justa y legítima, definiciones diferentes de la justicia aún cuando parezcan muy loables (Prov 16:25).
Los servidores públicos deben ser tenidos como responsables por sus pecados, ya que existe una relación entre la justicia en la vida personal de uno y la habilidad de uno para gobernar (1 Tim 3:1-7). Por lo tanto, su vida personal debe ser tomada en cuenta cuando busca u ocupa una posición u oficio público.



Las relaciones con el Gobierno Civil.
Es responsabilidad de los cristianos buscar una influencia piadosa en los muchos gobiernos civiles (Prov 16:12, Prov 29.14, Prov 11:14).
El pueblo de Dios, en términos de vínculos nacionales, tiene dos vínculos: uno con la nación terrenal en la cual fue puesto por Dios para que la nación entera le busque (Hch 17:26-28) y para reconciliarla con Dios (2 Cor 5:17-20), y otra con la nación celestial, puesto constituye parte de una “nación santa” (1 Pedro 2:9) y su ciudadanía también está en el cielo (Fil 3:20), y necesita ejercer ambas con plena responsabilidad, sin menoscabo de una por la otra.
Para los cristianos mantenerse alejados de la política” o del proceso político es ignorar nuestra responsabilidad de ser sal y luz para el mundo (Mateo 5:13-16) y levadura transformadora (Mat 13.33) y condenar a la sociedad a la corrupción y al juicio, al menos en la esfera política (Prov 29.2). Los cristianos no deberían permanecer alejados de la política o del proceso político como tampoco de la influencia en todas las demás esferas y actividades de la vida (Luc 10:25-37, Mat 25:31-46).
Es responsabilidad de los ciudadanos cristianos mantenerse informados de los temas, candidatos y tendencias en sus gobiernos civiles en todos los niveles (1 Cro 12:32). Las iglesias locales no estarán cumpliendo su responsabilidad de ser sal y luz en su sociedad si no están manteniendo sistemáticamente informados a sus miembros de las amenazas a su pueblo y a la continuación del ministerio de sus iglesias que provienen de males tales como el estatismo invasor, la decadencia moral, la manipulación de los medios de comunicación y formas de pensamiento contrarias y opuestas al cristianismo.
Los cristianos en general, y los líderes de la iglesia en particular, como los profetas de antaño, tienen un mandato de parte de Dios de declarar la responsabilidad de la sociedad para con Dios a través de Su Palabra, y en concordancia con ella, en todas las esferas de las actividades de una nación. Dios no está interesado únicamente en la moralidad privada (Isa 56:10-12, Jer 6:16-19, Jer 33.1-9).
Los cristianos, en cualquier parte, deben orar por sus líderes civiles (1 Tim 2.1-2) y honrar las posiciones oficiales que ocupan (Rom 13:5, 7). Por ninguna razón los cristianos pueden mostrar falta de respeto hacia aquellos que ocupen una posición política oficial, aunque no compartan sus pensamientos, acciones, etc. (Hch 4.19, Hch 5:29).


BIBLIOGRAFÍA.

La Cosmovisión Cristiana del Gobierno.
www.contra-mundum.org.

Respecto a las Responsabilidades Cívicas de los Cristianos.
www.contra-mundum.org.

El Equilibrio del Poder: La Iglesia, el Estado y la Libertad.
Rubén Alvarado - Christian Cultural Studies Page
www.contra-mundum.org.

La Asistencia Social y la Iglesia.
David Hall
www.contra-mundum.org.


27 Jun 2009
Referencia: Tema No. 39.