Estudio Bíblico

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Redención.



ENSEÑANZA No. 31.

REDENCIÓN.



Objetivos de la enseñanza.
Entender el concepto de la redención en Cristo Jesús, y el valor que ella tiene.
Entender que debido al valor tan alto de nuestra redención, y al hecho de ser privilegiados por haberse concretado esa realidad en nuestras vidas por la misericordia de Dios, necesitamos vivir de una manera digna y consecuente con el precio que Cristo pagó por nuestra redención.


Definición.
El término redención es un término equivalente a salvación, que enfatiza en el costo, en el precio de ella, y en el cambio de dominio que experimentamos como su consecuencia.
Significa liberación de un esclavo (o de algún mal), mediante el pago de un rescate (precio). Implica la idea de una libertad asegurada mediante el pago de un precio. Es en este sentido que la muerte de Cristo fue “un rescate por muchos” (Mr. 10:45), libertándonos de la esclavitud del pecado y del reino de las tinieblas a Su Reino. El concepto aquí es no solamente el de la liberación, sino el de la liberación lograda por el pago de un rescate, por un precio.
Todos los seres humanos, antes de conocer a Cristo y recibirlo como el Señor de nuestras vidas (Rom 10:8-10), éramos esclavos del pecado (Jn 8:34, Rom 7:14, Rom 6:17), condenados a muerte eterna (Rom 6:23). Nuestra situación era tal que, de no mediar un rescate, si alguien no pagaba el rescate por nosotros, la esclavitud continuaría y tendría que llevarse a cabo la sentencia de muerte.
La redención implica entonces nuestra liberación mediante el pago de un precio: la muerte expiatoria (sustitutiva de la nuestra) del Salvador. Cuando leemos acerca de “redención por su sangre” (Efe 1:7, Rom 3:24-25), evidentemente se entiende que la sangre de Cristo es el precio de la redención.
A veces aparece la mención de precio, pero no de redención, como en las referencias al haber sido “comprados por precio” (1 Cor 6:20; 7.23). En Gal 3:13 el precio de la redención se expresa con las palabras “hecho por nosotros maldición”. Cristo nos redimió al tomar nuestro lugar, al cargar con nuestra maldición. Esto nos hace ver claramente la idea de la sustitución (expiación) en la redención (Mar 10:45).
La redención no sólo vuelve nuestra mirada al Calvario, sino también hacia la libertad de que gozamos y porque hemos sido comprados por ese precio, en agradecimiento, necesitamos glorificar a Dios en nuestros cuerpos y en vuestros espíritus (1 Cor 6.20).
Precisamente, porque hemos sido redimidos a ese costo tan alto, necesitamos ser personas de Dios, mostrar en nuestra manera de vivir que ya no estamos sujetos al cautiverio del que fuimos liberados, manteniéndonos firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres (Gal 5.1).
Todos los seres humanos fuimos redimidos en la Cruz del Calvario por la muerte y sangre de Cristo (Jn 3.16-17), pero no todos han aceptado esa redención en Cristo.
Solo aquellos que verdaderamente hemos hecho a Jesús el Señor de nuestras vidas –no tan solamente nuestro Salvador-- (Quién manda en ellas, las controla, las dirige, a Quién obedecemos, que nos esforzamos por cumplir sus mandamientos) somos los verdaderamente redimidos, los que hemos dejado de ser hijos del diablo para ser adoptados como hijos de Dios (Jn 1:12, Rom 8:14-17).
La tragedia de los demás, es que pudiendo ser libres han decidido permanecer como esclavos del pecado y bajo el reino de las tinieblas (Jn 3:18-20), en vez de gozar de la libertad gloriosa de Cristo y de las delicias de Su Reino (Mat 6:33, Col 1:13).





18 Abr 2009