Estudio Bíblico

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Fe y responsabilidad social.



MINISTERIO REYES Y SACERDOTES.
Villa Nueva, Guatemala.
Guatemala C. A.



POSTULADOS DE LOS GRUPOS FE Y RESPONSABILIDAD SOCIAL.



INTRODUCCIÓN.


Es indiscutible que hay una relación entre el desarrollo y la consolidación de los sistemas democráticos del mundo. Pero hay una relación mucho más importante entre los principios y valores que las sociedades han desarrollado en su historia y que constituyen su idiosincrasia, y el grado de desarrollo humano integral (económico, social, cultural, político, etc.) que ellas han alcanzado (Prov 23:7).

Los seres humanos actuamos de acuerdo a nuestras convicciones y estas se forman a través de la educación que hemos recibido de nuestros padres, del colegio, de la universidad, de las tradiciones, de la lectura de libros y otros. El pensamiento de las personas en general, y más específicamente, los fundamentos de ese pensamiento (los principios y valores que los sustentan) y la actitud que deriva de esos fundamentos, hace la diferencia en cuanto al nivel de desarrollo de las naciones y de las personas (Sal 1:1-3, Jos 1:8, 3 Jn 2).

Benjamín Franklin dijo: "Aquel que introduzca en los asuntos públicos los principios del Cristianismo Primitivo, cambiará la faz del mundo". Napoleón Bonaparte decía que la Biblia no es un mero libro, sino una creación viviente con un poder que vence a todo cuanto se le opone y George Washington declaró que es imposible gobernar rectamente al mundo sin Dios y sin la Biblia (Deut 30.19-20, Deut 17:14-20, Prov 11:10-11).

La Biblia es un manual de vida práctico que Dios inspiró para enseñarnos, reprendernos, corregirnos e instruirnos en todos los aspectos de la vida individual y colectiva (2 Tim 3:16-17). La Biblia y la relación que todo ser humano necesita establecer con Dios de acuerdo a ella, no es religión, es una forma de vida y los grandes pensadores de la humanidad (como Benjamín Franklin y Napoleón Bonaparte, citados anteriormente) lo han entendido de esa forma (Lev 18:4-5, Jos 1:8).

Cuando conocemos lo que dice la Biblia, cambiamos nuestro entendimiento y encontramos el propósito por el cual hemos sido creados. Una vez que conocemos sus mandamientos, sus estatutos y preceptos, no podemos ver la vida bajo el mismo cristal con que la veíamos antes (Rom 122, 3 Jn 2, Sal 1:1-3).

Para construir una nación próspera, de acuerdo a la experiencia de las naciones más desarrolladas de la tierra, la mayor parte de la población necesita vivir bajo los siguientes principios y valores, que son principios eminentemente bíblicos:

• La moral bíblica (los diez mandamientos y la regla de oro) (Deut 28:1-14, Exo 20:1-17, Mat 7:12).
• El respeto riguroso de los derecho de los demás (Fil 2:3-4, Mat 7:12).
• El amor al trabajo diligente (Prov 10:4, Prov 19.15, Prov 21:5, Prov 12.27).
• La responsabilidad en todas las áreas de la vida (personal, familiar, laboral, social, etc.) (1 Ped 4:10, 1 Cor 4:1-2).
• La puntualidad (Ezeq 6:13-14).
• La honradez y la integridad (2 Rey 22:4-7, Sal 84:11, Prov 20:7).
• La práctica del ahorro y la inversión (no del endeudamiento) (Prov 6:1-8, Prov 13:11, Tit 2:12).
• El respeto a la autoridad, la ley y los reglamentos (Rom 13:1-7).
• El deseo de superación (Prov 4.18, Fil 1:6, Fil 3:14).
• El orden y la limpieza (1 Cor 14:33, 1 Cor 14:40, Gen 35:2).
• La justicia (Prov 14:34, Prov 16:12, Mat 6:33, Prov 12:28, Prov 11:19).

Todos estos principios, aplicados a y en las diferentes esferas de la sociedad por la mayor cantidad posible de personas, y con el respaldo de Dios, indudablemente transformarán nuestra nación (Deut 28.1-14).



REALIDAD NACIONAL.


La pobreza e ignorancia en la que Guatemala se encuentra sumida no es solamente el producto de malos gobiernos ni de un sistema económico-político-social-cultural negativo, sino de una sociedad cuyos principios y valores se han deteriorado a tal grado que, la falta de transparencia, de honestidad, de integridad, de justicia y de responsabilidad es la norma (Prov 29:2).

Sin embargo, ello no es una situación a la que estemos condenados de por vida, ni una situación que para que cambie necesitemos que venga una persona o un equipo de personas excepcionalmente dotadas (Dan 2:21). Todos juntos podemos y necesitamos trabajar para producir ese cambio que todos anhelamos (Rom 8:19-21, Jer 15:19, Mat 28.18-20).

En Guatemala no somos pobres porque a nuestro país le falten riquezas naturales, o porque la naturaleza haya sido cruel con nosotros. Guatemala no es una nación pobre. Es una nación rica, llena de recursos naturales, con una ubicación geopolítica envidiable, pero sobre todo, con una población productiva. Somos pobres porque a los guatemaltecos nos falta el carácter necesario para cumplir las premisas básicas de funcionamiento de las sociedades (Deut 28:15-68, Prov 13:23, Prov 13.18).

La Constitución de la República de Guatemala da inicio invocando el nombre de Dios, lo que implica un mandato para que el Estado y el gobierno, tomando en cuenta los preceptos bíblicos, inspire a la ciudadanía a establecer una nueva forma de pensar que genere una nueva conducta (Rom 12:2) que deje atrás la pobreza, la injusticia, la división, la violencia y la corrupción, y podamos construir una nueva nación de acuerdo al propósito que Dios tiene para las naciones: una nación próspera, en paz, con justicia (Sal 33:12, Prov 14:34).

Como hijos e hijas de Dios que amamos Guatemala y creemos con todo nuestro corazón que esta es la nación que El nos heredó (Sal 2:8, Deut 28:11, Mat 28:18-20), y que fuimos puestos en ella para que seamos colaboradores de El en la redención de ella (2 Cor 5:17-18, Rom 8:19-21), necesitamos comprometernos a divulgar a todo nivel y con el mayor alcance posible, los principios de Dios relacionados con la vida en sociedad y de la nación, de tal manera que todos seamos transformados en nuestra manera de vivir y los males que hoy nos aquejan se alejen de nosotros y alcancemos el desarrollo integral que todos anhelamos para nuestra nación (3 Jn 2, Sal 1:1-3). Parte de nuestro cristianismo, si queremos ser totalmente consecuentes para con Dios y Sus instrucciones establecidas en Su Palaba, implica no solo el desear ver transformada nuestra nación en una nación fundamentada en los principios y valores bíblicos, sino estar comprometidos con esa transformación a través de nuestra práctica diaria (Efe 1:9-10, Col 1:15-21).

El Estado, desde la perspectiva Bíblica, es un ente con responsabilidades limitadas, las cuales tienen que ver con la aplicación de la justicia en forma rápida, con la protección de los derechos inalienables a la vida, la libertad y la propiedad y con el establecimiento del orden social para que los individuos y las empresas puedan desarrollarse y comerciar libremente (Rom 13:1-7, Prov 31:8-9, Prov 20:26, Prov 29:4, Sal 63:11).

Sin embargo, básicamente por la adopción de conceptos contrarios a los de la Palabra de Dios (Prov 16:25), la mayoría de los guatemaltecos ven al gobierno como dios, o por lo menos, como la institución responsable de solventarles todos sus problemas y de llenar todas sus necesidades económicas, sociales, educativas, culturales, de salud, etc., y por el otro lado, todos reclamamos nuestros derechos, pero generalmente no estamos tan dispuestos a cumplir con nuestras responsabilidades, cuando ello implica el sacrificio de algún interés personal. Como resultado de que la sociedad y los ciudadanos le han asignado al Estado roles, funciones y expectativas que no corresponden a la realidad ni a lo establecido en la Palabra de Dios, la ciudadanía en general se encuentra frustrada, desconfiada y decepcionada del Estado, y desesperanzada por el futuro que le espera. Sin embargo, ello no tendría que ser así. Esa realidad puede, debe y necesita ser transformada en beneficio de todos los ciudadanos de hoy y del mañana.

Para ello es indispensable entender el plan de Dios para el funcionamiento del ser humano y de la sociedad en la cual vive, y de las instituciones que la conforman, y entre ello, que el Gobierno es el responsable de la consolidación del régimen de legalidad y de la legitimidad para la construcción de un Estado de Derecho, en el que las leyes de los hombres no deben negar, contradecir o violar los mandamientos, estatutos y preceptos establecidos por Dios. Tanto el pueblo como los gobernantes han de estar sujetos a la ley para que funcione un verdadero Estado de Derecho, lo que implica que los ciudadanos no deben ser solamente protegidos contra acciones dañinas de otros ciudadanos y de organizaciones sociales de cualquier tipo, sino también de abusos de su propio gobierno.



ANTECEDENTES HISTÓRICOS.


Ejemplos históricos de lo que es edificar una nación bajo los principios bíblicos, lo encontramos en Inglaterra, Suiza, Estados Unidos. Estas naciones fueron fundadas y edificadas, en menor o mayor grado, aplicando como sus principios fundamentales los preceptos bíblicos, lo cual dio como resultado que, en relativamente poco tiempo, llegaran a ser naciones prósperas, sólidamente fundamentadas, y con altos niveles de bienestar de sus habitantes, los cuales aún perduran hasta nuestros días a pesar de una serie de situaciones adversas.

Igualmente, la mayoría de los hombres y mujeres que lucharon por su independencia (en el caso de los Estados Unidos), el derecho y la justicia, la prevalencia de los derechos humanos y los derechos civiles de las minorías, la abolición de la esclavitud, etc., eran temerosos de Dios y regían sus vidas de acuerdo a la Biblia, sabiendo que los principios encontrados en ella pueden ser aplicados a todas las áreas de la vida.

En estas naciones se cumplieron las promesas que Dios hace en Su Palabra para las naciones, por cuanto también cumplieron con las condiciones dadas por Dios para recibir múltiples bendiciones. Esto mismo queremos y es posible lograr para Guatemala porque Dios sigue ha sido, es y seguirá siendo el mismo (Mal 3:6, Heb 13:8), y El está comprometido con el cumplimiento de Su Palabra en todo lugar y en todo tiempo (Num 23:19-20).

Por medio del conocimiento, entendimiento y práctica de los principios y valores que promulga la Biblia se puede transformar nuestra nación aplicando un modelo político que se fundamente en los principios y valores sustentados por ella, restaurando el verdadero propósito del Estado, la responsabilidad y la confianza del pueblo y proveyendo una visión de futuro que permita construir la Guatemala que todos anhelamos. La transparencia, la honestidad, la integridad, la justicia y la responsabilidad, son principios que aplicados realmente (no demagógicamente) al Estado y a las diferentes esferas de la sociedad cambiarán a nuestra nación.



POSTULADOS FUNDAMENTALES.


Dios es un Dios personal, creador (Gen 1, Jn 1:1-3) y sustentador (Heb 1:3) de la humanidad, las naciones y de todo el universo, que gobierna soberana y providencialmente sobre toda Su Creación (Dan 4:17, Dan 4:26, Mat 28:18) y es Uno solo en Tres Personas: el Padre (Mat 11:27), el Hijo (Jn 3:16, Apo 1.1, Apo 1:8, Apo 1:11, Apo 1:17-18) y el Espíritu Santo (Gen 1:2).

Dios es la medida de todas las cosas y se revela a la humanidad a través de su conciencia (Rom 2:15), de la naturaleza (Rom 1:20), pero fundamentalmente, a través de la Escritura (2 Tim 3:16, 1 cor 10:11), del Señor Jesucristo (Jn 1:14-18) y de la acción del Espíritu Santo (Jn 16:13).

La persona humana fue creada por Dios para vivir en libertad (Deut 30:19) y señorear sobre la creación (Gen 1:28), siendo su responsabilidad la buena administración de ella, para que dé fruto de prosperidad y bienestar para todos (1 Ped 4:10, 2 Cor 8:13-15).

Dios estableció tres instituciones fundamentales para que el hombre prospere en sociedad a las que proveyó de autoridad y derechos para que puedan cumplir con sus respectivos propósitos y responsabilidades en el ámbito de sus respectivas jurisdicciones.

Estas instituciones son:
• La Familia, establecida a partir de la unión de un varón y una mujer (Gen 2:22-25, Deut 6:1-6, Sal 127:3-5).
• El Estado (Dan 2:21, Rom 13:1-7).
• La Iglesia (Mat 16:17-19, Efe 1:22-23, Efe 4:11-16) y

El caos moral en que se encuentran las naciones es debido a que se han apartado de lo ordenado por Dios (Jer 15:19, Sal 127:1-5, Prov 16:25, Rom 1:21-32), y la única forma de llegar a la paz integral de familias y naciones es con un sistema fundamentado en los principios y valores establecidos por Dios (Sal 33:12).


Responsabilidades básicas de la Familia.
• La formación y educación de los hijos (Prov 22:6, Efe 6:1-4, Col 3.20).
 Enseñarles la Palabra de Dios (Deut 6:1-6, Isa 59:21).
 Disciplinarlos y corregirlos, enseñándoles la obediencia (Efe 6.4, Heb 12:5-11).
• El cuidado y la restauración de su salud (Lev 11 al 15).
• La búsqueda de su bienestar (1 Tim 5:8, Prov 31:13-15, Prov 31:21).
• La generación de riqueza (Deut 8.18, 1 Tim 5:8, Efe 4:28).
• La generosidad en compartir (Prov 31:20, 2 Cor 8:13-15).


Responsabilidades básicas del Estado.
• Servir a todos los habitantes de la nación (Mar 10:42-45) y no servirse de ellos ni de su posición (Deut 17:) y no servirse de ellos (Deut 17:14-20).
• Actuar con honradez e impartir justicia (Rom 13:3-4, Prov 25:5, Deut 17:14-20).
• Velar por la seguridad de las personas y sus bienes (Gen 9:5-6, Deut 19:14).
• Ejercer la subsidiaridad, sobre todo para con los más necesitados (Prov 29.14, Prov 31:8-9) y proteger sus derechos igual que los de las minorías (Exo 22:21).
• La fijación de impuestos y tributos justos, para el ejercicio de todas sus labores (Luc 20.25, Luc 3:12, Rom 13:6-7).


Responsabilidades básicas de la Iglesia.
• La predicación de la Palabra (Mar 16:15-18) para la conversión individual y la de la nación (Apo 21:24).
• La edificación espiritual (2 Tim 2:2, 1 Ped 5:1-4, Hch 2:41-47) individual y de la nación (Sal 33:12).
• La formación del carácter cristiano en cada individuo (Efe 4:11-16).
• El discipulado de las naciones (Mat 28.18-20, Rom 8:19-21, Col 1:15-20).
• Ser la voz profética de Dios en medio de los tiempos, para toda la sociedad y la nación (Jer 15.19, Jer 1.10, 1 Cro 12:32, Ezeq 3:17-21)



Postulados Sociales

La integridad de la vida (Exo 20:13, Deut 5:17), el respeto a la libertad ajena (1 Cor 8:9, 1 Cor 10:31) y la propiedad privada (Deut 19:14), son derechos inherentes a la persona, los cuales solo pueden desarrollarse dentro del estricto marco de un Estado de Derecho (Neh 9:13).

La primacía de la persona como sujeto y fin del orden social (Fil 2:3-4) y de la familia como elemento básico y fundamental de la sociedad (1 Tim 3:1-5). La familia es la primera esfera de la sociedad y no solo determina el fundamento de los componentes de ésta, sino que también determina la medida en que estos prosperan (Deut 6:1-10). Lo que conforma al hombre, conforma a la nación; la influencia del carácter y las ideas infundidas en los hombres a través del hogar es evidenciado, entre otros, en los gobiernos, las escuelas, las iglesias, los medios de comunicación y los negocios de las naciones. Es decir, que tendremos buenos ciudadanos cuando tengamos buenos padres. Para ello, se debe promover por todos los medios lícitos la responsabilidad paterna (Sal 127:3-5). Todo buen ciudadano debiera preocuparse por el bienestar general en la medida que vela por su propio interés. Asimismo, debiera participar vigorosamente en la vida nacional y vigilar la conducta incorrecta de los funcionarios públicos (Hch 4:19, 5:29); de ser necesario, debiera estar dispuesto a arriesgar su vida, fortuna y honor por su país; debiera cumplir con sus obligaciones y procurar conducirse correctamente en público y en privado (2 Cor 8:21, Rom 13:5-8).

El trabajo como una responsabilidad de la persona humana (2 Tes 3:10, Gen 2:15, Gen 1:27-28), como la oportunidad legítima e idónea para producir riqueza y bienestar para el individuo (Deut 8.18) y la familia y (1 Tim 5:8), además, como el medio para que se extienda generosamente a los demás y contribuya eficazmente al bienestar general (Efe 4:28), contribuyendo a la formación de una gran nación (2 Cor 8:13-15, Deut 28:1-14, 2 Cro 7:14)

El bienestar general es el fruto que se obtiene cuando el individuo y la sociedad asumen la responsabilidad de producir eficazmente, de acuerdo a su específica función económica (Gen 1:28). Bajo esta perspectiva, la responsabilidad del bienestar de la fuerza laboral es una tarea conjunta del que libremente se emplea así como de quién le emplea cuya responsabilidad es pagarle un salario justo de acuerdo con lo que produce (Sant 5:4) y la responsabilidad de producir eficazmente corresponde a todos los factores de la producción (1 Ped 4.10, 1 Cor 4:1-2).

Concebimos la Previsión Social primeramente como una responsabilidad de cada uno, en pro de una serie de opciones encaminadas a preservar su salud, mantener su capacidad de trabajo e impulsar mejores medios de vida para toda la familia, y subsidiaria y temporalmente, en condiciones especiales cuando los individuos no puedan cumplir por sí mismos con esa función, como una responsabilidad de la sociedad (1 Tim 5:16), la iglesia (Sant 1:27) y del Estado (Isa 10:1-2, Prov 31:8-9).

La Constitución Política de la República debe ser el instrumento a respetar para generar y fortalecer la cooperación pacífica entre todos. Los verdaderos Derechos de la persona humana son aquellos individuales otorgados por Dios: a la vida, a la propiedad y a la libertad; y los mismos no se deben suprimir o cercenar sin el debido proceso. Los Derechos Humanos que reconozca la legislación de los hombres, deben ser coincidentes con los Derechos establecidos por Dios (Rom 13:1-4, Exo 18:20, Exo 24:3, Lev 26:46, Jos 24:25)



Postulados Económicos

La persona es la base en que se sustentan todos los derechos, incluido el de la empresa individual (Gen 1:26-27), Cada persona es distinta, única y no reemplazable. En un sentido económico, esto significa que:
Uno. Cada persona tiene talentos especiales dados por Dios como productor (Gen 1:28, Gen 2:15, Deut 8:18), lo que se manifiesta en la división del trabajo (Gen 4:2, Gen 4:21-22).
Dos. Cada persona tiene prioridades que le son propias como consumidor.
Tres. Cada persona es responsable de las consecuencias de sus actos (Gal 6:6-9) y debe proveer para sí mismo y su familia (1 Tim 5:8) para procurar, en lo posible, nunca ser carga para los demás (2 Tes 3:10).

El sistema económico, desde la perspectiva cristiana:
Ha de ser tal que sea el medio más idóneo para producir riqueza (Deut 8.18) y la oportunidad de todos para disfrutarla (Prov 11.26, 2 Cor 8:13-15).
Es indispensable que limite la codicia (Prov 1:19, Exo 20:17) y se funde en principios de libertad (1 Ped 2:15-16, Gal 5:13), respeto mutuo (Isa 22:11, Rom 13:7) y justicia (Prov 31:8-9).
Esta libertad incluye:
Primero, la de poseer e intercambiar propiedades (Lev 25:14-17).
Segundo, la de heredar el fruto de su trabajo (Sal 128.2, Ecle 2:24, Ecle 5:19, Sant 5:1-4).
Tercero, la de que los precios sean determinados sin recurrir ni a la fuerza ni al engaño (Prov 20.23, Gen 23:9, Lev 25:50).

El gobierno debe:
Determinar leyes y políticas que promuevan la justicia en todos los órdenes de la vida social (Rom 13:17).
No aprovecharse de la autoridad en su propio beneficio ni en el de las personas que ejercen puestos de autoridad dentro del gobierno (1 Sam 8:4-20).
Seguir políticas que garanticen la promoción y protección de esa libertad económica, mediante la aplicación y respeto de principios y valores de justicia (Mat 6:33) sin caer en las regulaciones excesivas; ya que estas ahogan el crecimiento económico y restringen la libertad de iniciativa (Neh 9:13, Isa 10.1).
Apoyar el progreso económico en un ambiente de libertad con orden, protegiendo la propiedad privada y castigando el robo y el fraude (Exo 20.15, Exo 22:7. Exo 22:9).
Descansar sobre un sistema tributario justo, que sea neutro para no afectar la capacidad de inversión productiva y que le provea los ingresos necesarios para cumplir con sus responsabilidades y atribuciones, que vienen del pueblo a través de la Constitución (Rom 13:7).
Debe ajustarse a sus recursos sin aumentar artificialmente la disponibilidad de dinero para cubrir déficit presupuestarios (Rom 13:7).
Solamente a través del desarrollo de una genuina conducta virtuosa, podremos alcanzar el bienestar espiritual, emocional, corporal y material para todos (Jos 1:8, 3 Jn 2, Deut 28.1-14).
La economía y el medio ambiente se encuentran entrelazados, por lo que el desarrollo económico resulta difícil sin el manejo adecuado de los factores y recursos ambientales, lo que debe hacerse en una forma responsable para no entorpecer la pacífica convivencia entre todos (Gen 2:15. Rom 8.19-21).




Postulados Políticos

Los ciudadanos han de poder elegir libremente a sus gobernantes (Deut 17:14-20), y tener una forma de gobierno que les permita exigirles cuentas y controlar sus excesos. La forma de gobierno más conveniente es la que protege los valores y los intereses de los ciudadanos, quienes tienen derecho a modificarla cuando ya no les garantiza su seguridad, su libertad, sus propiedades y sus posibilidades de mejoramiento (Rom 13:1-7, Hch 4:19, 5:29).

Las naciones deben aspirar a un sistema de gobierno constitucional, representativo y con igualdad de todos ante la ley, que permita la existencia y consolidación de un estado libre, independiente y próspero (Jos 1:8, Sal 33:12, 3 Jn 2, Deut 28:1-14).

El gobierno es el responsable de la consolidación del régimen de legalidad y del de la legitimidad de un Estado de Derecho (Rom 13.1-4).

Las leyes positivas, de la misma manera que la ley de Dios, han de tener como propósito proveer los medios idóneos para la armoniosa convivencia social y que su promulgación, observancia y cumplimiento deben ser obligatorios sin acepción de personas y no deben negar, contradecir o violar los mandamientos, estatutos y preceptos establecidos por Dios (Neh 9:13, Isa 10.1).

Sostenemos que el poder solo es legítimo a partir del consentimiento de los gobernados y en los términos de las leyes que los ciudadanos le hayan dado, y los gobernantes deben ejercitarlo en una forma justa, transparente y honesta (Deut 17.14-20, Rom 13:1-4).

El quehacer político es derecho y responsabilidad ciudadana, incluídos por supuesto, los creyentes en el Señor Jesucristo (Prov 29:2, Prov 11:10-11). La competencia entre partidos políticos debe ser por medios pacíficos, legales y transparentes. El municipio es básico e insustituible en el desarrollo económico y social de la nación. Por lo tanto, el gobierno debe respetar su autonomía e impulsar su crecimiento integral con políticas encaminadas a la descentralización y desconcentración de bienes, recursos y servicios de sus habitantes (Exo 18:13-26).

Para mantener la justicia, la eficacia y la eficiencia del sistema de gobierno es importante y debe ser funcional y operativa la independencia y contrapesos entre los poderes del Estado (Prov 11:14, Prov 15:22, Prov 24:6).

En el sistema democrático, la premisa básica es que la soberanía reside en el pueblo (Deut 17.14); por lo tanto, el gobierno debe ser mantenido tan cerca del pueblo como sea posible (Exo 18.13-26). Una buena forma de democracia es la constitucional, ya que en ella la ley es suprema y protege los derechos de todos por igual. Tanto el pueblo como los gobernantes han de estar sujetos a la ley; esto es esencial para un verdadero Estado de Derecho (Num 15:15-16, Num 15:29, Deut 10.17, Deut 16:19). Los ciudadanos no deben ser solamente protegidos contra acciones dañinas por parte de otros ciudadanos sino también contra los abusos de su propio gobierno. Donde la ley es suprema y no los gobernantes, el pueblo se verá eficazmente protegido de cualquier tiranía. Un gobierno respetuoso de la libertad será un gobierno de leyes, no de gobernantes. Esta libertad se debe aplicar a todas las personas por igual, sin distingo de posición social o política; etnia, religión o creencias.

Todo gobierno se origina internamente en el corazón del hombre (Sal 111:10, Prov 1:7, Prov 9.10, Rom 2.14-15, Rom 1:21-32), según su habilidad de gobernarse de acuerdo a su conciencia. Conforme las personas de una nación se vuelven menos auto gobernadas, el gobierno crecerá y crecerá, elaborando más y más leyes -muchas fuera del ámbito de su jurisdicción- y gastando más y más dinero. La carencia de auto gobierno conduce a un mayor gobierno externo centralizado, lo que resulta en pérdida de la libertad y responsabilidad individual.



Postulados Culturales

Un pueblo ignorante de sus derechos y obligaciones se transformará fácilmente en un pueblo instrumentalizado; solamente una ciudadanía bien formada puede ser permanentemente libre porque se mantendrá alerta a la disimulada erosión de sus libertades (Ose 4:6, Jn 8:32). El gobierno debe facilitar y promover el acceso a la educación, garantizando la libertad de enseñanza y de cátedra para todos los habitantes sin discriminación alguna y reconociendo el derecho primario de los padres a la educación de sus hijos (Deut 6:1-9). La educación debe inspirarse en principios y valores de conducta justa.

El analfabetismo es un reto social que el gobierno deberá contribuir a combatir, para el logro del bienestar general y el desarrollo integral de cada uno de los habitantes de la nación (Prov 29:18, Apo 1:3, 3 Jn 2, Sal 1:2-3, Jos 1:8).

El gobierno también debe cooperar en la promoción de la cultura y adoptar las medidas jurídicas para el logro de dicho fin. La creación artística y la investigación científica no deben ser obstaculizadas sino estimuladas (Gen 1.1, Rom 8.19-21).

Una pérdida de principios y valores es la mayor amenaza para un pueblo libre; y que esto causará, tarde, o temprano, su caída, con mayor certeza que ante cualquier enemigo extranjero (Mat 6:33, Sal 33:12, Rom 1:18-20).
















































10 Mar 2009
Referencia: Fundamentos.