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Generosidad.



Generosidad.



Introducción.
Prov 28:27, Prov 11:25, Prov 22:9.
Los capítulos 8 y 9 de la Segunda Epístola a los Corintios, están dedicados completamente a este tema.


Definición.
Ser noble, amable, dispuesto y sin egoísmos.
Amar a las personas y ocuparse de sus necesidades con sus propios recursos y canalizando recursos obtenidos de otras personas.
Es resultado de un espíritu que imparte esa cualidad en el carácter de una persona.
Es un sembrador: tiene una actitud de dar, pero no solamente dinero, sino tiempo, talento y de sí mismo como los de Macedonia en 2 Cor 8:1-5.
La generosidad es similar a ser dadivoso, pero de una manera más ordenada, más dirigida, más controlada.
Siempre están buscando oportunidades de sembrar en personas donde puede llevarse a cabo un cambio.
Siembran en los que los demás consideran perdedores o sin futuro y esperanza, porque pueden ver lo que pueden llegar a ser en lugar de lo que son en el presente.
Es dar y perdonar.
Es considerar a otros como quisiéramos que nos consideraran (Mat 7:12).
Es recorrer la segunda milla, no por obligación, no por mandato, sino por el gusto de hacerlo (Mat 5:41).


Dos cosas que Dios no puede bendecir.
La mezquindad que nos impide sembrar para el futuro.
La pereza que nos impide mantener lo que tenemos.
Las personas generosas no son ninguna de ellas.


Pobreza y desarrollo.
Una de las cosas que diferencia a los países desarrollados de los que aún no lo son es su extendida y próspera clase media.
Cualquier nación que tenga a los pobres como mayoría no ha sido instruida en el principio de la generosidad como fundamento para la verdadera estabilidad socioeconómica, más bien asumen que los más favorecidos tienen la obligación de ayudarlos a resolver sus problemas y se hacen dependientes, demandantes, no ofertantes. Por ello la pobreza se convierte en un círculo vicioso.
La ayuda para el desarrollo hace a las naciones dependientes, dándoles el pescado pero no ayudándoles a pescar: se enfocan en el cortísimo plazo, no en el largo.
La verdadera generosidad en una nación, llevará a sus pobladores a bendecir y desarrollar a los pobres. como consumidores: les dan el pescado y les enseñan y ayudan a pescar, se enfocan en el corto plazo pero con una visión de largo plazo (Prov 29.18).
La verdadera generosidad, según Dios, no según el mundo (limpiar la conciencia) se concentra no solamente en entregar un pez al día, sino en enseñar a pescar; no solamente los alimentará sino que les dará dignidad, educación, formación, capacitación, identidad, etc., les cambiará su actitud y su percepción de la vida, dándoles visión y esperanza para que puedan ayudarse y superar su situación.
No hace dependientes, dignifica.
Se ocupa de su futuro, no sólo de su presente.

Luc 4:18-19: hay respuestas y soluciones para la pobreza.
Quiere decir que hay respuestas y soluciones para la pobreza.
Todo empieza con las personas generosas que se toman el tiempo para desarrollar a los pobres y a los desesperanzados.
Si damos a los pobres, sus necesidades y las nuestras serán satisfechas ¿Cómo?
Al desarrollar a los pobres se incrementa la clase media.
Esto creará trabajos: tendrán ingresos que gastarán.
Ello generará compradores que harán que se incremente la producción, nuevos trabajos, nuevos ingresos y nuevos compradores, en un círculo virtuoso.
En recompensa, también veremos satisfechas nuestras propias necesidades: habrá más productores, más productos, más compradores, más consumidores, más trabajos y menos pobres y desempleados.
Ideal sería que la pobreza desapareciera por completo, aunque en alguna proporción, siempre tendremos pobres, pero no deberían ser una porción inmanejable de nuestra sociedad.

No se trata solo de dar dinero o comida a los necesitados.
Sea una persona de espíritu generoso y deles sueños y esperanzas que los ayuden a salir de la pobreza y enséñelos a manejar su liderazgo y habilidades para que se ayuden ellos mismos.
Aquellos que son avaros los verán únicamente como ventaja para mantener sus privilegios o como futuros competidores, reteniendo para sí mismos sus sueños y sus ganancias personales.
Cerrar los ojos al pobre se convierte en nuestra propia maldición.
Seamos generosos, ayudemos a los pobres y recibamos bendiciones para nosotros mismos y nuestras familias y para seguir bendiciendo a los pobres.
Los caminos de Dios funcionan (2 Cor 8:13-15, 2 Cor 9:6-12).



23 Ene 2009
Referencia: Carácter.