Estudio Bíblico

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Comunicación.



ENSEÑANZA No. 46.

COMUNICACIÓN.



Objetivos de la enseñanza.
Entender la necesidad e importancia de la comunicación en el proceso del discipulado.
Entender las características necesarias para mantener una buena comunicación en el discipulado y tomar las medidas necesarias para desarrollarlas.
Lograr que la comunicación entre el discípulo y el discipulador mejore constantemente para que también mejoren los resultados del proceso.
Que el discipulador conozca las diez actitudes fundamentales para desarrollar y mantener una comunicación efectiva y saludable con el discípulo.


Introducción.
El discipulado es un encuentro de vida a vida, es esencialmente comunicación hablada y no hablada. El discipulado cristiano se logra a través de una interrelación personal profunda entre el discipulador y el discípulo. Por ello es necesario que el discipulador desarrolle ciertas actitudes que le ayuden a desarrollar una relación saludable con su discípulo.


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Diez actitudes que nos ayudan a desarrollar una relación saludable de discipulado:


Fervor.
Una actitud de amor y gentileza (1 Ped 1:22, Hch 15:36, 2 Cor 12.15, Jn 13:1, 1 Tes 2:8, Rom 1:11, etc.).
El discípulo es una persona, un amigo, un hijo espiritual, no un proyecto. .Necesita que escuchemos sus problemas, necesidades, inquietudes, tristezas, que las hagamos nuestras, que manifestemos interés sincero en ellas y que le ayudemos a encontrar salidas y/o respuestas. Es ser sensible a los sentimientos del otro y transmitir la seguridad de que sus faltas y errores o afectarán nuestro amor por él (Rom 14:1). Es equivalente a benignidad: decir o hacer correctamente algo sin ofender al otro.


Lealtad.
Un compromiso firme con la otra persona. Estar a su lado en las buenas y en las malas. Superar juntos las crisis (1 Cor 13:7).


Imparcialidad.
Sin prejuicios. Aceptar a cada uno por lo que él es y descubrir sus talentos y habilidades especiales. Cada persona es una creación única y especial de Dios y debe ser aceptada, respetada y tratada conforme a esa realidad. Sin preferencias por unos y no por otros (Rom 2:11, Sant 2.1).


Madurez.
Andar firme y fiel con Dios. Si uno de nuestros objetivos en el discipulado es ayudar al otro a alcanzar su madurez, nosotros debemos modelarla en nuestra vida. Implica un andar íntegro en cada fase de nuestra vida, servicio, responsabilidad, actitud, conducta (Jn 8:29, 1 Tes 2.10).


Disponibilidad.
Nuestro discípulo debe ser nuestra más alta prioridad, después de Dios y nuestra familia. Nunca debemos estar demasiado cansados y/u ocupados para atenderlo.


Paciencia.
Hacer discípulos toma bastante tiempo, esfuerzo, superar frustraciones y errores, etc., y todo ello requiere que lo hagamos sin enojo, sin presionar al otro, sin obligarlo a caminar a nuestro ritmo, sino acoplarnos al ritmo de él (2 Cor 4:1, 8-9).


Sinceridad.
Desechar la mentir y hablar la verdad, y ello comienza por nosotros mismos, comunicando nuestras propias debilidades, errores, frustraciones, etc., así como nuestras victorias, sueños y realizaciones.
Si cometemos un error, admitirlo, siempre con la mira de edificar el Reino y fortalecer el carácter nuestro y del discípulo.


Escuchar atentamente.
Nuestra atención concentrada demuestra que estamos interesados en la otra persona.
Si estamos preocupados por la respuesta que vamos a dar en lugar de escuchar atentamente los pensamientos del otro, lo que estamos manifestando es desinterés en esa persona.


Aceptar cuestionamientos.
Significa demostrar confianza en nuestro discípulo, escuchándolo cuando expresa algún cuestionamiento, y considerando sus ideas y agradeciéndole por su interés (Prov 25:12, Sant 1:19, Prov 15:31).
Implica pedirle perdón por nuestras faltas, afirmando nuestro compromiso de trabajar para corregirlas y consultándolo periódicamente para ver si las debilidades por las cuales nos cuestionó están mejorando.
Requiere entender que no somos perfectos, ni tenemos porque aparentarlo (legalismo). También nosotros estamos en proceso de perfeccionamiento, junto con nuestro discípulo.
El único requisito es que el cuestionamiento debe ser responsable, sincero y constructivo, nunca destructivo. Si la cuestión se presenta muy acalorada, posponga su tratamiento para otra oportunidad a fin de que ambos puedan estudiar más a fondo la situación. Las dificultades en las relaciones nos perfeccionan (Prov 27.17).


Motivación.
Es el deseo impulsor que debe movernos hacia nuestro propósito de ser la persona de Dios y ministrar efectiva y gozosamente. Todos necesitamos ser motivados frecuentemente para continuar hacia la meta. Implica ser modelo, tener visión, confiar en Dios y diligencia.
UNO. Ser modelo. Si estamos creciendo en el conocimiento y aplicación diaria de la Palabra, si la utilizamos constantemente para tomar nuestras decisiones, nuestro discípulo lo verá y será motivado por ello a hacer lo mismo.
DOS. Tener visión. Tener clara y permanentemente delante de nosotros la visión de nuestro discípulo acerca de las metas del discipulado, y recordárselas, así como honrarlo con cada avance hacia ellas que manifieste.
TRES. Confiar en Dios. Una persona que confía en Dios es estable, inconmovible en medio de las presiones. Necesitamos ayudar a nuestro discípulo a encontrar esa misma confianza en Cristo. Implica no protegerlo de circunstancias en las cuales él pueda descubrir su propia incapacidad, así como darle responsabilidades cuyo cumplimiento lo obliguen a desarrollar su confianza en Dios.
CUATRO. Diligencia. La compasión por otros y la proximidad de la segunda venida de Cristo demandan de nosotros y nuestros discípulos, diligencia. Sin embargo debemos ser equilibrados entre el sentido de la urgencia y el ritmo de lo que es posible para ellos. Demasiada presión puede frustrarlos y desalentarlos.


Preguntas para autoevaluación.
¿Por qué la comunicación es esencial en el proceso del discipulado?
¿Cuáles son las diez actitudes más importantes que nos ayudan a desarrollar una relación saludable?
¿Cuáles de ellas he desarrollado de tal manera que se han convertido en una habilidad fuerte en mí?
¿Cuáles de ellas no las he desarrollado de tal manera que se han convertido en una debilidad en mi?
¿Qué puedo o necesito hacer, como y cuando, para transformar esas debilidades en habilidades?


23 Dic 2008
Referencia: Enseñanza 46.