Estudio Bíblico

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El año agradable del Señor (3). Salvación, expiación, redención y justificación



La salvación no implica solamente el perdón de los pecados porque el pecado implica raíces de la cual deriva: la iniquidad y la rebelión. El pecado es la forma de manifestación de esas dos cosas, que están profundamente arraigadas en el corazón engañoso y perverso, no renovado, del ser humano.

¿Qué es la iniquidad?
Es la esencia de la maldad, de la injusticia, constante, con pleno conocimiento y sin arrepentimiento. Es la determinación voluntaria tomada en contra de las normas divinas, que se concreta en el pecado en cualquiera de sus manifestaciones. Es el poder espiritual activamente opuesto a Dios, Isa 14:12-15.

¿Qué es la rebelión:
Es la actitud desafiante de negarse a obedecer y oponer resistencia a Dios. Implica un levantamiento con hostilidad contra Dios con el fin de derrocarlo, 1 Sam 15:22-23.

¿Qué es el pecado?
Todo acto contrario al carácter, normas, caminos y voluntad de Dios, y/o que perjudica la relación de una persona con Él.
Surge de la esencia de la maldad y de la actitud de desafío a Dios, que se manifiestan por palabras, hechos y/o acciones, omisiones, o por actitudes impropias de la mente o el corazón.
La falta de fe, la duda, la incredulidad, en cuanto a Dios, también son pecados pues en realidad presuponen falta de confianza en su capacidad de realizar lo que se propone, poner en duda Su Carácter y Su Hacer.

La salvación implica más que el perdón de los pecados, y el acceso a la vida eterna cuando partamos de este mundo. Implica una transformación progresiva del corazón (nueva naturaleza), una transformación progresiva de nuestras actitudes (la renovación del alma) y una transformación progresiva de nuestras acciones, todo lo cual está implicado en Jn 3:30.
Para comprender la salvación en toda su magnitud e implicaciones necesitamos no solo conocer el alcance de los términos iniquidad, rebelión y pecado, sino también de salvación, redención, expiación y justificación.

La Salvación.
Significa la liberación de una situación de la cual el hombre no puede salir por sí mismo, a pesar de que se involucró en ella por sí mismo. Tiene que ver con la totalidad del hombre y con cada aspecto de su vida, de la misma manera que la iniquidad, la rebelión y el pecado son responsables de afectar cada aspecto de la vida humana, Sal 32:3-5. Se origina en la gracia de Dios (un regalo inmerecido) de la que nos apropiamos por medio de la fe (otro regalo de la gracia de Dios inmerecida, Efe 2:8-9). Tiene tres tiempos: pasado, presente y futuro. Es pasada en cuanto que fue obtenida por Cristo, para cada uno de nosotros, en la Cruz del Calvario, por Su Muerte y el derramamiento de Su Preciosa Sangre. Es presente, en cuanto que la recibimos por gracia por medio de la fe y vivimos sus efectos inmediatos en el presente, pero también es futura por cuanto sus efectos plenos los vamos experimentando más profundamente cada día hasta el día que alcancemos la plenitud de todo lo que ella implica cuando entremos en la eternidad futura, el día que nos presentemos delante del Señor y hayamos finalizado nuestra carrera aquí en la tierra, Tit 2:11-13.

La Justificación.
Significa declarar inocente o justo, lo cual no quiere decir hacer justo. La justificación que hemos alcanzado en Cristo Jesús nos debe impulsar a vivir, ser, verdaderamente justos, Mat 6:33.

El cristiano es justificado de tres maneras:
Por la Gracia de Dios. Es una dádiva gratuita y totalmente inmerecida a la cual él nada contribuye. Un hecho que debería generar en nosotros un profundo y permanente agradecimiento. Rom 3:24.
Esa justificación fue alcanzada por medio de la sangre de Cristo, la muerte expiatoria en la cruz. Un hecho que nos debería generar una profunda y permanente valoración acerca de la salvación que tenemos en Cristo, Rom 5:9
Es por medio de la fe. La fe no es la base de la justificación sino la manera de conseguirla. Y ello nos debería llevar a obedecer a Dios en todas las cosas, Rom 5:1

La Expiación.
La expiación implica que Cristo llevó la culpa y sufrió las consecuencias de ella en Sí Mismo, en lugar de nosotros, y lo hizo por amor, y ello debería comprometer nuestro amor para con Él de una manera permanente, continua, ilimitada, 1 Jn 4:19.

La Redención.
Significa estrictamente una “re-compra” por el propietario original, lo cual da énfasis a una liberación costosa. El hombre no puede rescatar su propia vida porque su vida es de un precio demasiado grande. Por ello la iniciativa surgió de Dios y fue realizada por Dios en la persona de Jesucristo, Sal 49:7-9.

Por nuestra liberación solo había un precio que se pudiera pagar: la muerte de un justo (que no tuviera pecado) y muriera por mi pecado (el injusto), y ese precio era la Vida y la Sangre Preciosa de Cristo, 1 Ped 1:18-19.
Para los redimidos, el que nos compró es nuestro nuevo dueño, además de nuestro Dios y nuestro Padre, y nuestros cuerpos le pertenecen desde ya, aunque la redención final de ellos deba esperar para el futuro, 1 Cor 6:19-20

17 Mar 2022