Estudio Bíblico

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¿Como nos guía el Espíritu Santo?



La guianza del Espíritu.
Cuando verdaderamente amamos al Señor deseamos que la dirección de nuestra vida esté en armonía con Su Voluntad. Aunque la Palabra nos da una dirección general en todos los asuntos y específica en algunos otros, no en todos los asuntos de nuestra vida podemos encontrar en ella la dirección específica que necesitamos. Esa es la obra del Espíritu Santo, el Consolador que se pone a la par de nosotros para brindarnos esa dirección (Jn 14:26, Jn 16:13):
Nos enseñará “todas las cosas”.
Nos hará recordar lo que Jesús dijo.
En otras palabras, el Señor desea revelarnos la Verdad en toda situación antes que ocultarla, ayudarnos a recordar en lugar de olvidar.
Las condiciones para recibir esa guianza son:
Primero, ser cristiano (Rom 8:14).
Segundo, ser sabio (Efe 5:15-16). Para seguir la voluntad de Dios necesitamos querer ser sabios, y el principio de la sabiduría es el temor de Dios (Prov 1:7).
Tercero, tener un verdadero deseo de seguir la guía del Señor (Jn 7:17). Por encima de cualquier otra cosa es necesario que deseemos cumplir Su Voluntad de todo corazón (Efe 6:5).
Cuarto, estar dispuesto a orar y esperar (1 Jn 5:14-15).


¿Cómo nos guía Dios?
Dios no quiere que optemos solo por lo bueno, El desea que tengamos lo óptimo. Para ello nos da Su Espíritu Santo para que nos guíe hacia ello (Jer 29:11, Prov 4:18, Jn 10.10).
Primero y esencial: Dios nos guía por medio de Su Palabra escrita (Sal 119:105).
Segundo, Dios nos guía mediante un impulso interno del Espíritu Santo que está conforme a Su Palabra (Sal 32:8, Prov 20:24). No tiene nada de malo planificar, ni reflexionar sobre el tema, ni crear sus planillas enumerando todos los pros y los contras, ni conversar sobre el asunto. Sin embargo, necesitamos por sobre todas esas cosas, mantenernos sensibles al impulso apacible de Dios por medio de Su Espíritu Santo.
Tercero, Dios nos conduce mediante el consejo de personas sabias, calificadas y confiables (sin ningún interés particular sobre el tema), individuos mayores y más maduros que nosotros que solo desean para nosotros lo que Dios quiere.
Cuarto, el Espíritu Santo nos guía al darnos una seguridad interna de paz (Col 3:15). Aunque esta no es la principal indicación, es una de ellas (las otras tres deberían ir por delante).
Quinto, puertas abiertas (Mat 7:7, Apo 3;7-8). Toda vez que forcemos una puerta (manipulación) con la idea de que hallaremos satisfacción al conseguir lo que queremos, a la larga lo lamentaremos. Dejémosla cerrada. Aceptémoslo. En la aceptación hallaremos paz (Hch 16:6-14).
Dios es soberano, Él ejerce pleno control (Apo 3:7).
Dado que ejerce pleno control, Él acepta plena responsabilidad de los resultados. No intentemos llevar nosotros esa carga. No nos corresponde hacer que el plan divino funcione; eso le corresponde a Dios. A nosotros nos toca andar en Su voluntad, pase lo que pase; a Dios le corresponde poner todo en marcha.
El cierre de una buena oportunidad ocurre a fin de conducirle a una mejor oportunidad.
Solo al entrar por la puerta abierta podremos comprender la necesidad de la puerta cerrada anterior.
Sexto. Necesitaremos pasar tiempo con Él. Las cosas importantes rara vez se presentan urgentes, inmediatas. Necesitamos presentarnos a los encuentros con Él, o no escucharemos lo que tenga para decirnos. Resulta fácil en nuestra cultura frenética olvidar el valor de estar quietos y saber que Dios es Dios, pero como Él no cambia, Él no se amolda a nuestra cultura. Él sigue la suya.
Si deseamos seguir la guía de Dios, si deseamos escuchar la voz de Su Espíritu, si deseamos conocer la confianza y la seguridad que vienen con el abrazo de Su Espíritu, acerquémonos más y escuchemos mejor.
Pidámosle que ablande el suelo de nuestro corazón que ha estado endurecido por amargura, tristeza, resentimiento, culpa, frustración, y/o cualquier otro sentimiento negativo.
Pidámosle a Dios que cree en nosotros un espíritu de buena voluntad y disponibilidad.
Seguir la guía del Espíritu es realidad no teoría. El seguir la guía de Dios por lo general exigirá un cambio porque el tipo de tareas que Dios nos asigna siempre tienen un tamaño divino, siempre van más allá de lo que podemos hacer normalmente, porque Él desea demostrar Su naturaleza, Su fuerza, Su provisión, Su bondad a Su pueblo y a un mundo que observa. Esa es la única forma de que el mundo llegue a conocerlo (Heb 11:6).


07 Abr 2016