Estudio Bíblico

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La centralidad de la Cruz (serie Restauración).



LA RESTAURACIÓN DE LA CENTRALIDAD DE LA CRUZ.
(Serie Restauración).


Base bíblica.
Mar 8:34 Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Mat 10:38 y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.
Mat 16:24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
Luc 9:23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
Luc 14:27 Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.


Introducción.
Por lo menos cinco pasajes en la Palabra, y los cinco expresiones de Jesús nos hablan de lo mismo.
Eso denota la importancia del tema.


La cruz: un lugar de vida y no de muerte.
Si bien Jesús fue crucificado y murió en una Cruz, para él fue un lugar de muerte, pero para nosotros, por cuanto El murió por nosotros, ya no es un lugar de muerte, sino un lugar de vida, de poder y de victoria.
Col 1:20: “y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.”
Col 2:14: “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,”
1 Cor 1:18: “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.”
Por supuesto que la Cruz en sí misma no nos imparte esas cosas. Es solo el símbolo, el recordatorio, del lugar donde Cristo pagó el precio por nosotros para que las tuviéramos, un recordatorio de lo que Cristo hizo por nosotros.
Debemos recordar que la Cruz solo se convierte en el lugar de la vida, el poder y la victoria para nosotros porque Cristo resucitó. Si Cristo no hubiera resucitado, vana hubiera sido la Cruz y vana sería nuestra fe.


La Cruz: el lugar donde encontrar el poder para la vida cristiana.
El propósito de Dios para nosotros es que seamos discípulos de Cristo (Mat 28:18-20), la Novia por la que El viene para desposarse con ella (Efe 5:26-27), que alcancemos el premio de ese supremo llamamiento que es equivalente a llegar a un varón perfecto a la estatura de la plenitud de Cristo (Efe 4:11-13).
Y esto no es una opción, es un mandamiento (Mat 28:18-20).


El proceso de vivir una vida cristiana plena.

El primer paso es negarnos a nosotros mismos (nuestra manera, nuestras conveniencias, nuestros deseos, nuestro egoísmo, el reconocimiento) (Rom 12:2), que implica:
UNO. El reconocimiento de que nuestros caminos (los que el mundo ha determinado) aunque parezcan derechos a nuestra propia opinión (convenientes, apropiados, agradables) son caminos que no llevan a la bendición sino a la maldición (Prov 16:25).
DOS. El reconocimiento de que los caminos de Dios aunque parezcan difíciles, no agradables a nuestro gusto, no como nosotros quisiéramos, son los caminos que nos conviene seguir porque son los que nos conducen a la bendición y nos libran de la maldición (Deut 30:19-20).

El segundo paso es ir a la Cruz, abrazarnos a Jesús (tomar --no cargar-- nuestra cruz), echar mano de la provisión de vida, poder y autoridad que tenemos en Jesús para vencer a la carne y para obedecer La Palabra. Para ello necesitamos:
UNO. Recordar que nosotros por nosotros mismos, por nuestro esfuerzo propio, no podemos vencer a la carne ni obedecer a Dios. Solo permaneciendo en Cristo (Jn 15:1-10) podemos lograrlo. Y permanecer en Cristo no es lo mismo que ser salvos ni estar en El. Ser salvos es haber obtenido por el sacrificio de Cristo en la Cruz, el perdón de nuestros pecados. Estar en Cristo es que delante de Dios y para efectos de entrar en la vida eterna, nos han sido imputados los méritos de Cristo que cubren nuestros deméritos, nuestros pecados. Pero permanecer en Cristo es vivir pegado a El, siguiéndole a El en todo lo que hacemos, que Su carácter sea formado en nosotros (Rom 8:28-29, Efe 4:13), que el fruto del Espíritu se manifieste en nosotros (Gal 5:21-22).
DOS. Cambiar nuestra perspectiva (religiosa tradicional) de que la cruz es un lugar o un instrumento de muerte (para el mundo lo es, pero para nosotros no)(Rom 12:2). Para nosotros los creyentes, la cruz es el lugar de la victoria, de la vida, de la provisión de todo lo que necesitamos para cumplir el buen propósito de Dios para nosotros (Jer 29:11, Prov 4:18, Rom 12:2).

Y el tercer paso es obedecerle: conocer su Palabra, atesorarla en nuestro corazón y ponerla por obra, practicarla en nuestra vida. Que pase de ser logos (palabra conocida) a rhema (palabra vivida).


Conclusión.
Querer alcanzar la plenitud de la vida en Cristo, morir a nosotros mismos y obedecer a Dios sin la provisión maravillosa de la vida, el poder y la victoria de Cristo en la Cruz es legalismo, son obras de nuestra propia justicia que para Dios son abominación (Isa 64:6) y que equivalen a hacer nula, vana, la Cruz de Cristo.
La obediencia sin la provisión de la cruz es religión, legalismo, cumplimiento u obediencia vacíos.
En cambio, la cruz nos regresa a la perspectiva del inmenso e incomprensible amor de Dios y de Cristo por nosotros, al agradecimiento, y ello, a la obediencia por amor, en agradecimiento.
1 Cor 1:17 Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo.





14 Oct 2013