Estudio Bíblico

Inicio > Estudio

Libre acceso al Trono de la Gracia.



Apóstol Romeo Guerra.



Heb 4:14-16.

“Por tanto, teniendo un gran Sumo Sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”

Somos necesitados de Dios. Podemos acercarnos con confianza para encontrar oportuno socorro en El, en Su Palabra, en Su Voluntad.
Cada uno de nosotros, cualquiera de nosotros, independientemente de sus características, dones, experiencia, conocimiento, tiempo de salvación, etc., tenemos acceso al Señor, al trono de la Gracia.

Mat 27:50-51.
“Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron”

En el Antiguo Testamento, para entrar al Lugar Santísimo del templo, el sumo sacerdote era la única persona autorizada para ello, una vez al año, previo a estar santificado, a hacer el sacrificio por sus propios pecados. Cuando entraba no podía entrar con pecado, incluidos pensamientos inadecuados.

El velo que separaba el Lugar Santísimo del Lugar Santo era de 10 cms de grueso y 18 metros de alto, que no dejaba ver a nadie lo que pasaba adentro. Y el velo, cuando Cristo entregó Su Espíritu en la Cruz, se rasgo sin ninguna intervención humana, de arriba para abajo, y como consecuencia, ya todos podían ver lo que había dentro del Lugar Santísimo. A partir de allí ya no necesitamos ningún intermediario entre Dios y el ser humano, solo Cristo.

De allí en adelante, todos, sin excepción tenemos acceso a la presencia misma de Dios, al Trono de la Gracia.

Podemos acercarnos confiadamente, sin ninguna desconfianza, sin ningún temor, sin ninguna condición, porque Cristo ya pago por todo ello para que nosotros podamos entrar, cubiertos con la Sangre de Cristo, y en el Nombre de Jesús, y para tener respuestas de Dios.





11 Oct 2012
Referencia: Oración.