Estudio Bíblico

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Módulo 216. El libro de Nehemías y la administración ministerial.



TEMA NO: 11.

PROBLEMAS DEL MINISTERIO (2).



Otros problemas específicos.



Desánimo (Neh 4:10-23).

Definición.
En realidad es una enfermedad interna: comienza con la duda de uno mismo que se multiplica por medio del temor y las exageraciones negativas, haciéndonos perder nuestro camino, debilitándonos y llevándonos a escondernos.
En la medida que continua, virtualmente llegamos a ser inútiles y completamente derrotados. Uno no puede oír constantemente lo negativo, sin que algo de ello se le pegue.
El sarcasmo, burla, oposición y crítica constituyen una conspiración que pretende provocarnos desánimo.
Si somos propensos al desánimo, no podemos pasar mucho tiempo con la gente que anda dando información desalentadora.

Causas:
• Pérdida de fuerza (lo novedoso se había acabado; a la mitad del camino está el desánimo, Neh 4:6).
• Cansancio físico: pone una fatiga emocional sobre nosotros.
• Pérdida de la visión: “y el escombro era mucho”. La confusión (escombros) y el desánimo son hermanos siameses.
• Pérdida de confianza: no podemos, desmotivación.
• Pérdida de seguridad: trabajo, amigos, familia, cosas, finanzas, etc.

¿Cómo tratarlo?
• Neh 4:13: unificar los esfuerzos hacia una meta común (preservación: detrás del muro unámonos por familias);quitó la atención de sí mismos e hizo que la pusieran en el enemigo, que la quitaran del desánimo y la auto-conmiseración y la pusieran en la auto-preservación.
• Neh 4:13:detuvo un momento la obra. Si un arco se mantiene siempre tenso, se romperá. Las personas son más importantes que el trabajo; un atraso en el trabajo se puede recuperar, pero una persona no; hay que tomarse su tiempo de vez en cuando.
• Neh 4:14: dirigir su mirada hacia Dios, hacia lo que hace y lo que Es; los desanimados están pensando principalmente en una cosa: ellos mismos.
• Neh 4:14-17: mantener equilibrio entre los pensamientos y las acciones.
• Neh 4:19-20: determinar un lugar de reunión, que es equivalente a no tratar de pelear solos. Necesitamos alguien que pueda unirse a nosotros cuando se presenta el ataque porque uno contra mil, dos contra diez mil (1 Sam 18:7).
• Neh 4:21-23: desarrollar un ministerio de servir a otros, poner la mirada en otros más necesitados que en nosotros, no en nosotros mismos.



Pérdida de la visión (Neh 2:20).

Un creyente puede tener sus ojos puestos en diversas direcciones:
• En las circunstancias: duda, incredulidad, temor, autoconmiseración.
• En los problemas: desánimo, desmotivación, pesimismo.
• En los obstáculos: inactividad, negligencia, inmovilidad.
• En otra persona: inestabilidad, falta de firmeza.
• En uno mismo: nos comparamos con otro y surge el orgullo o la desmoralización.
• En Dios.

Mientras Nehemías dirigía a los demás en la construcción del muro, tenía sus ojos puestos en Dios: fe, confianza, poder, perseverancia.
• La decisión es nuestra: podemos permitir que nuestros ojos vaguen sin una meta fija, o simplemente podemos mirar hacia arriba y fijar los ojos en Dios.
• Si ponemos nuestros ojos en Dios, aunque sólo nos corresponda una pequeña parte de la tarea total, nunca careceremos de dirección.


Resumen: Problemas y cómo enfrentarlos.

Evaluó (1:2, 2:11-16). Se informó y se preocupó antes de emprender su proyecto e hizo un inventario de la verdadera situación.

Oró a Dios buscando dirección (1:3, 2:11, 2:17). En la complejidad de la vida y problemas del tiempo presente, no podemos darnos el lujo de no tener tiempo diariamente para estar con Dios, independientemente de que tan importantes u ocupados estemos y con mucho mayor razón, cuando estamos enfrentando problemas. La impulsividad nos va a llevar a tomar decisiones por nuestra propia cuenta que van a provocar que cometamos errores, muchos de ellos irreparables (Prov 16:25)

Constancia, perseverancia (2:1-8, 2:17-5:19). Esa es la necesidad de nuestro tiempo y su erosión es nuestra constante batalla. La decadencia ocurre cuando se afloja la mezcla y uno de los ladrillos cae a un lado y no lo reparamos; después cae otro y así sucesivamente. El corazón descuidado, la vida que tiene sus muros caídos, pronto será dominada por el mundo y el caos prevalecerá.



Neh 4:4. Accionando contra la oposición.

En la primera manifestación de oposición externa que Nehemías enfrentó, no hizo nada (Neh 2.10).
En la segunda, respondió a sus burlas (Neh 2.19-20).
En esta tercera (Neh 4:4-5), ya no reaccionó hablando con ellos sino que su reacción fué orar a Dios para que Dios fuera quién se encargara y los retribuyera directamente por su oposición.
En la cuarta (Neh 4:7-9), igualmente oro a Dios, pero puso guardias contra ellos de día y de noche.
En la quinta (Neh 4:11-13), organizó al pueblo para la defensa, y los motivó a no temer, recordándoles que Dios estaba con ellos y que El pelearía por ellos y también los organizó para que, los que vivían en el campo, ya no regresaran a sus lugares de habitación mientras duraba la reconstrucción, sino que se quedaran a dormir allí mismo en Jerusalén, cooperando con la protección de la ciudad.
Si notamos, en ninguna reaccionó ni con enojo, ni impulsivamente, ni atacando. Simplemente, tomó las medidas necesarias para evitar que si se atrevían a ir más allá de las palabras, ellos estuvieran preparados para hacerles frente y vencerlos. No se centró en lo que sus enemigos decían, sino en lo que era necesario que ellos hicieran para llevar sus planes a buen final.
Cuando hacemos la obra de Dios no tenemos por qué fijarnos en lo que otros están haciendo. De lo que nos tenemos que ocupar es diligentemente hacer lo mejor que nosotros podemos para seguir adelante con el propósito de Dios, entendiendo que el resto, lo que nosotros no podamos hacer, Dios lo hará. Nehemías, si bien pidió a Dios protección, no se quedó pasivo dejándole toda la responsabilidad a Dios. Por experiencia sabía que Dios trabaja juntamente con y a través de nosotros, en lo posible (1 Cor 3:9, 2 Cor 6:1), y entonces toma acciones para hacer eso, dejándole a Dios lo imposible (Mat 7:7).






Neh 4:6. Detalle importante.

Al principio, en muchos casos, la oposición es un estimulante para redoblar nuestros esfuerzos por demostrar que ella no nos va a derrotar. Pero cuando la oposición es persistente, termina desgastándonos física y emocionalmente, porque hay un doble consumo de energía: para seguir haciendo el trabajo y para contrarrestar la oposición (Neh 4.10).
En consecuencia, necesitamos, por un lado, dosificar nuestras fuerzas, aunque ello implique que haya que disminuír el ritmo del trabajo, y en segundo lugar, tomarnos tiempos de descanso, para recuperar nuestras fuerzas (Neh 4.20-23).



Neh 4:10. El poder de las palabras.

El nombre de Judá significa alabanza del Señor, confesión. Ello supone que lo que de sus labios debía salir era alabanza al Señor, confesión de la Palabra, y, n las circunstancias específicas que estaban atravesándose en Jerusalén, el reconocimiento de que aún en medio de los problemas más difíciles que enfrentaran, Dios estaba con ellos.

Sin embargo, debido a la presión de la oposición y los enemigos, en este momento Judá se olvida de lo que necesitaba hacer, y comienza a confesar mal, a hablar del problema en lugar de la solución.
• Hasta antes de este momento, los habitantes de Jerusalén y los que reconstruían los muros no se habían desanimado por causa de la oposición. Todo lo contrario, la oposición había sido un aliciente para ellos para tener ánimo para trabajar, al punto que ya habían comenzando a cerrar los muros (Neh 4:7).
• Pero a partir de este momento (Neh 4.10), los ánimos de los constructores decaen por un comentario de Judá. Leamos bien. No dice que las fuerzas de los acarreadores se habían debilitado, dice que Judá lo decía, y dice algo más. Contrario a lo que supone Neh 4:7, que la construcción del muro estaba avanzando y que los escombros (tanto los derivados de la destrucción de los muros, como de su reconstrucción) ya no eran muchos porque ya los muros comenzaban a cerrarse, Judá dice que los escombros eran muchos y que no podían edificar el muro. O sea, una confesión no solo contraria a lo que se necesitaba, sino a todas luces, subjetiva y falsa, alejada de la verdadera realidad de las cosas.

Como consecuencia de la mala confesión de Judá sucedieron varias cosas:
• Efectivamente, trajo desánimo a los constructores, por ello, Nehemías tuvo que convocar a todos, para reubicarlos en cuanto a sus pensamientos y palabras, recordándoles que era Dios quién estaba con ellos, que no estaban indefensos ni a merced de sus enemigos.
• Los enemigos de la construcción tuvieron más fuerzas para intensificar y profundizar sus ataques (Neh 4:11).
• Aún los mismos constructores comenzaron a convenirse en lo mismo que que hablaban sus enemigos (Neh 4:12).
• Por primera vez, Nehemías tiene que disminuír el ritmo de la obra, poniendo a personas a hacer guardia en lugar de reconstruír los muros. Lo que los enemigos no lograron hacer, lo logró hacer una confesión negativa interna.

Esto es algo que tenemos que evitar hacer cuando estamos en problemas.
• Necesitamos recordar que nuestras palabras tienen poder creativo para dar vida o muerte, para dar a luz la solución o más problemas (Prov 18:21).
• En todo tiempo es necesario hablar bien, pero necesitamos ser más cuidadosos de hacerlo cuando estamos en medio de situaciones problemáticas, negativas, contrarias (Fil 4:8).
• El enemigo no puede crear nada contra nosotros, solo enviarnos sus pensamientos. La creación del mal que él quiere contra nosotros la logra cuando nosotros le prestamos nuestra boca para crear lo malo que él desea. Si no le prestamos nuestra boca, nada malo nos puede venir, solo pensamientos, que podemos combatir fácilmente con la Palabra de Dios.

A veces, el mayor desánimo no viene de la oposición de afuera, sino de aquellos de los nuestros, que inconsciente o consciente, se convienen con la oposición para hablar de lo que los otros están haciendo para desbaratar nuestros planes, o de nuestras debilidades, sin contribuir en lo más mínimo a solucionar el problema, o por lo menos, ayudarnos y en lugar de animarnos a seguir adelante.
• Por ello, en estos casos, una de las estrategias que necesitamos usar es aislarlos de esa influencia o aislarnos de ellos.
• El primer caso fué lo que hizo Nehemías, cuando les ordenó a permanecer dentro de Jerusalén, sirviendo de centinelas en la nochye y de día en la obra (Neh 4:22).
• Cuando ello no sea posible, entonces vamos a tener que tomar la otra medida: apartarlos de nosotros.

Cuando estamos enfrentando problemas de cualquier tipo, que nos quieren impedir o distraer seguir adelante en el propósito de Dios para nuestras vidas, en lugar de centrar nuestra atención en los problemas necesitamos centrarla en Aquel que nos llamó a cumplir ese propósito, recordándonos de las cosas que El ha hecho antes por nosotros.
• Como exclama el salmista en el Sal 103:1-6: bendigamos a Jehová y no nos olvidemos de ninguno de sus beneficios, entre ellos, el habernos sacado del hoyo de la desesperación en el que nos encontramos cuando no lo teníamos a El.
• Si El ha sido por nosotros en el pasado, como El no cambia (Mal 3:6), el estará por nosotros hoy, y si El es por nosotros, ¿Quién contra nosotros? (Rom 8:31).
• Necesitamos recordarnos que mayor es el que está con nosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4:4), y que El vino para deshacer las obras del diablo (1 Jn 3:8) y que nos dió la autoridad contra él para que no prevalezca contra nosotros (Mat 16:18). Podremos tener oposición, pero no derrota.



Neh 4.20. El valor de la unidad.

Como en toda la Biblia, en este pasaje aparece nuevamente la importancia de la unidad entre, en este caso, el pueblo de Dios, y en el nuestro, de los hijos de Dios, la Iglesia.
La unidad es fundamental en el logro del propósito personal y colectivo de Dios para nosotros (Amós 3:3) porque donde hay unidad, allí está Dios peleando por nosotros (Mat 18.20). Y el diablo, conocedor de ello, como el artifice de la división ("divide y vencerás"), busca la forma de dividirnos.
La unidad por encima de nuestras diferencias debe ser un objetivo a lograr siempre (Ezeq 37:17, Jn 17.11-22), no perdiendo de vista que la unidad no suma nuestras fuerzas, sino que las multiplica (Ecle 4:9-12), porque uno contra mil y dos contra diez mil (1 Sam 18:7).
Si la unidad va a implicar que vayamos más despacio, pues es mejor ir más despacio que la división, que tarde o temprano, nos va a parar totalmente la obra y no vamos a alcanzar ningún objetivo de los que hubiéramos podido alcanzar más despacio pero en unidad.



Neh 4:23. Detalle importante.

En época de crisis y de batalla, el liderazgo es el que más debe esforzarse y sacrificarse. Debe poner el ejemplo en todo sentido: en ánimo, en estar presto para seguir adelante, en no desanimarse, en estar firme y atento para resolver los problemas en cualquier momento, en apoyar a otros más débiles, etc. Si se requiere sacrificio de los seguidores, el sacrificio del liderazgo debe ser mayor (Mar 10:42-45). En el momento de las crisis, los problemas, la oposición, la contrariedad, es cuando el liderazgo necesita sacar la casta, ponerse en el frente de la batalla y conducir a todos los seguidores fuera del problema, como hace el Pastor con nosotros cuando estamos atravesando valles de sombra de muerte: infunde aliento, acompañamiento, dirección, y nos conduce hasta la victoria frente a nuestros angustiadores (Sal 23.4-5).


05 Jul 2012