Estudio Bíblico

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Módulo 216. El libro de Nehemías y la administración ministerial.



TEMA NO: 08.

ADMINISTRACIÓN (1).



NEH 2:6. Visión y liderazgo. Oración y planeación.

Nehemías había estado orando desde el mes de Quisleu hasta el mes de Nisan, 4 meses más o menos.
• Esos cuatro meses, contrario a lo que en el incosciente piensan muchos creyentes, no fueron perdidos, la oración nunca es un tiempo perdido.
• Por medio de la oración Nehemías “bajo” el cielo los planes de Dios para la reconstrucción de los muros, de tal manera que fue un tiempo de oración y preparación.
Por ello, cuando el rey le preguntó por el tiempo que requeriría para ir y hacer la obra, Nehemías le pudo señalar un tiempo preciso, porque todo lo tenía planeado y bajo control.
• Y prueba de ello es lo que dice este versículo y los siguientes cuando le pide al rey, no solo el permiso y el tiempo para hacer la obra, sino también los recursos y permisos que iba a necesitar para reconstruír los muros, lo que evidencia que había hecho una planeación minuciosa de todo lo que se necesitaba para ejecutar la obra que Dios había puesto en su corazón.
Cuando Dios nos llama, nos da una visión y un modelo detallado de cómo llevarla adelante, o por lo menos, lo necesario para dar los primeros pasos y para saber los resultados que debemos esperar.
• En el camino nos va a ir ampliando los detalles, pero Dios no nos manda a la batalla sin un plan y un equipamiento básico.
Aún cuando no sea el tiempo de obrar en la visión, necesitamos orar y planear la ejecución de ella, para que cuando llegue el tiempo, por lo menos tenemos un plan básico para comenzar.
Los cuatro meses pasados en oración fueron meses de preparación, no solo del corazón del rey para que Nehemías y su proyecto hallaran gracia y favor a sus ojos, sino de Nehemías para planear la obra que iba a hacer.
El tiempo que pasemos en oración va a significar un tiempo ganado más adelante.
• Si nosotros pasáramos más tiempo en oración para nuestro trabajo con la gente y con las cosas, necesitaríamos menos tiempo para pasarnos apagando incendios y resolviendo problemas y solucionando urgencias.



NEH 2:6. Visión y liderazgo. El tiempo de la preparación.

Entre el mes de Quisleu (diciembre) en que Nehemías recibió la visión, y el mes de Nisán que fue cuando Dios le permitió exponer su plan al rey, pasaron cuatro meses (Neh 1:1, Neh 2.1).
• Ello implica que una visión no siempre (en la mayoría de los casos) exige una acción inmediata para comenzar a implementarse.
• Recibir una visión no es un indicativo que ya está todo listo para comenzar a actuar o un llamamiento a la acción basada en la “super o hiper fe” (Pedro y Andres, Juan y Jacobo: "pescadores de hombres; Pablo: "llevar el evangelio a los gentiles"; David: ser rey de Israel; etc.).
• Es un indicativo de lo que Dios va a hacer a través nuestro en un tiempo futuro, pero el tiempo está en la sola potestad de Dios, por lo que es necesario, con sabiduría, indagar de El por el tiempo correcto para implementarla (Ecle 3:1-11, 1 Cro 12:32).
• Debemos recordar que la visión son las instrucciones de El para nosotros, es su plan, no el nuestro (Hab 2.2-4).

Espera no significa inactividad.
• El tiempo de espera no es un tiempo de desesperanza ni de inactividad.
• Durante ese tiempo Nehemías no solo oró y buscó a Dios sino que planificó lo que iba a ser la implementación de la visión que Dios le estaba dando, de tal manera que cuando Dios le abriera la puerta para poder exponer su plan, este fuera un plan coherente, bien estructurado, que no dejara lugar a la improvisación (1 Ped 3:15).
• Aún cuando la visión sea de Dios y El sea quién tenga la responsabilidad, nuestra parte es ser diligentes y sabios, planificando todo lo que esté de nuestra parte (Luc 14:28-32).
• Dios no bendice la improvisación, sino la diligencia y la responsabilidad. De hecho, en Prov 16:1ss El nos estimula a hacer planes, aunque el resultado final de los mismos, y aún el trayecto planeado pueda ser modificado por El.

No solo hay que pedir las oportunidades. En el tiempo de espera, en lo que vemos materializada la respuesta de Dios a nuestra petición, debemos planificar todo lo que nos sea posible como si estamos esperando que Dios va a responder. Eso es fe en acción. La fe y la planificación no son enemigas (Sant 2:14-20).
• Después de su pena inicial, volcó su corazón a Dios pero no se quedó pasivo o paralizado.
• Buscó también las formas de mejorar la situación, lo que tenía a su mano hacer.
• Recurrió a todos sus recursos de conocimiento, experiencia y organización para determinar lo que debía hacer.

Cuando nos lleguen noticias trágicas o de problemas, oremos primero y luego busquemos la forma de actuar más allá de la pena y tomar medidas específicas que ayuden a los que lo necesiten y nos ayuden a nosotros también.
• Dios esta usando las circunstancias para situarnos y prepararnos de manera que convirtamos en realidad la visión que Él tiene para nuestra vida.

Las visiones que Dios da siempre son demasiado grandes para que nosotros las manejemos.
• Siempre tenemos más preguntas que respuestas, siempre hay más obstáculos y falta de recursos.
• Ante ello tenemos muy poco a que aferrarnos: un poderoso anhelo insaciable, imposible de mitigar, un sentido de destino, la sensación de que para eso fuimos hechos y la seguridad de que Dios nos ha llamado a navegar por aguas nunca antes surcadas con un propósito en mente.

Lo que Él quiere es obrar a través de nuestras circunstancias hasta ponernos en la situación correcta.
• Lo tenemos que tomar por fe cuando miramos al futuro.
• No es un accidente que nos hallemos donde estamos.
• Y no tiene que ser un problema el que no nos hallemos donde creemos que deberíamos de estar.
• Dios tiene el control total de la situación. El lo obra todo para el bien de "los que conforme a su propósito somos llamados" (Rom 8:28).
• Y Su propósito es la visión que Él tiene para nuestra vida.

Dios esta usando nuestras circunstancias para prepararnos de manera que convirtamos en realidad la visión que Él tiene para nuestras vidas.
• Nuestras circunstancias presentes forman parte de la visión.
• No estamos malgastando el tiempo. Dios está trabajando en nosotros. Está desarrollando en nuestro corazón, habilidades y capacidades que necesitamos para que podamos llevar a cabo lo que El nos mandó a hacer, y está formando el carácter que vamos a requerir para ello y confirmando, afirmando y afinando (o mostrándonos que la idea no es de El sino nuestra) la visión en nuestros corazones. Dios está trabajando en otros que vendrán a ser parte de esa visión. Dios está trabajando en las circunstancias para alinearlas con el cumplimiento de la visión.
• Es posible que en estos momentos nos sea difícil establecer la conexión, pero con el tiempo todo tomará forma.

El problema cuando uno maldice el lugar donde se encuentra (físico o en la vida) es que como cualquier otra cosa que uno maldice, se convierte en el centro de atención.
• Y cuando centramos la atención en lo que nos rodea, disminuye nuestra capacidad para centrarla en lo que tenemos por delante.

El tiempo de espera no es un tiempo desperdiciado.
• Puede ser un tiempo difícil, doloroso, frustrante, pero no desperdiciado.
• Dios nos tiene donde Él quiere que estemos.
• Él es nuestro gran estratega y nosotros somos un componente importante de esa estrategia.
• Él es la cabeza, y nosotros un miembro de su cuerpo.
• Él es el que tiene el control y nosotros nos debemos rendir a ese control.



NEH 2:6-8. Ministerio y administración.

“¿Cuánto durará tu viaje, y cuando volverás?...y yo le dí un plazo fijo...que me den cartas...”
Dios es un Dios de orden (1 Cor 14:33), que no bendice:
• La improvisación ni la negligencia (Prov 18:9).
• La pereza (Prov 6:16-11) ni la falta de preparación (Prov 1:5).
• La ignorancia (Ose 4:6).
Dios no invierte en el fracaso (Prov 16:3, 2 Tim 2:15, Mat 25:14-30: parábola de los talentos).
La fe no es un sinónimo de desorden ni un sustituto de la planificación cuidadosa (Luc 14:28-32) ni el Espíritu Santo es un sustituto de la preparación.
• Nehemías durante el tiempo de la espera ejercitó su fe elaborando todo el plan que requeriría la misión.
• Cuando uno tiene un proyecto lo piensa completamente y calcula sus costos de todo tipo (evaluación y planificación), no sea que nos quedemos a la mitad del mismo (llamarada de tusas).
• Pensar puede no ser tan emocionante como actuar, pero si no dedicamos tiempo a pensar, la confusión será inevitable (Prov 16:9, Neh 2:7-9).
• Lo importante no es lo que hace el líder en la premura y en el apresuramiento, sino lo que hace cuando está a solas (Noé, José, Moisés, Jacob, Jesús, Pablo, etc.).
Antes de la actividad, una soledad con sentido:
• Neh 2:12: en el tiempo de quietud, Dios estaba colocando en el corazón de Nehemías información de primera calidad.
• Neh 2:13-14: Nehemías lo planificó todo; sabía que el trabajo tenía que cuadrar con el individuo; todo el trabajo esencial para la gigantesca empresa se estaba produciendo en el silencio y en la soledad; finalmente todo estaba listo.



NEH 2:6-8. Visión, liderazgo. El principio de fijar metas.

La visión implica el cumplimiento de metas intermedias y finales.
• Las metas son los pasos específicos, medibles, que vamos dando para cumplir con la visión, deben apuntar al cumplimiento de la visión porque no se puede perder el tiempo con cosas no esenciales.
• Pueden ser de varios tipos: físicas, intelectuales, sociales, financieras, etc.
• Cuanto más claras, más exacto el enfoque en lo que hay que hacer.
• Si carecemos de un programa de metas personales y/o institucionales, las condiciones externas y otras personas van a tomar el control de nuestra vida, nos guste o no. Si nosotros no estamos a cargo de nosotros mismos, alguien más o alguna otra cosa lo estará.

Establecer metas es definir y escribir los pasos que debemos seguir para llevar a cabo la visión.
• Implica dos condiciones: determinar detalladamente el objetivo y determinar quiénes, donde, cuando y con qué.
• Deben revisarse frecuentemente para adaptarlas a las situaciones cambiantes de manera que sea posible realizar de todos modos la visión.
• Sin metas la visión es una ilusión.
• Los líderes que están por encima de los demás no lo están por causa de la visión (pueden tener una muy hermosa pero no hacer nada al respecto) sino por haber llevado a cabo con éxito un programa de metas efectivas.

Los beneficios de fijar metas.
• Sin un programa de metas una visión es una mera ilusión.
• Simplifican el proceso de tomar decisiones.
• Revitalizan y/o protegen la salud mental y física (el estress proviene de la confusión y el temor.
• Sin metas nos enfocaremos en nuestras debilidades y en la posibilidad de errores y críticas (indecisión, dilaciones, insuficiencia) que impedirán el desarrollo de nuestro potencial.
• Generan respeto de otros.
• Ofrecen un sistema de medidas que nos permiten disfrutar del sentimiento del logro.
• Producen constancia.
• Las metas determinadas bajo la dirección de Dios nos liberan de la esclavitud de la aprobación de los demás (Jn 5:44).

El temor de fijar metas.
• Temor que sean imperfectas (manía de la perfección, querer ser como Dios, Gen 3:5).
• Temor al fracaso (el fracaso es una escuela para el éxito; es un momento, no un monumento).
• Temor al ridículo (podemos esperar oposición y burlas de los que se sienten condenados en sus propios corazones porque saben que debieran estar haciendo lo mismo, por lo que hay que tomarlas como un halago disfrazado).
• Temor a considerar que fijarlas es presuntuoso (dentro de los parámetros de la soberanía de Dios, El nos da la libertad para escoger --Deut 30:19--; no profanamos la soberanía de Dios al fijarlas, más bien, debemos fijarlas conforme a Su voluntad, tal y como la entendamos; entonces serán los pasos que daremos para llevar a cabo Su voluntad).

Características que deben reunir las metas:
• Específicas: las metas representan pasos y logros específicos, no deseos vagos. Implican determinaciones respecto a qué, quienes, donde, cuando y con qué.
• Medibles: en dos dimensiones, cuanto y cuando. Si no se puede medir, no se puede controlar.
• Alcanzables: deben ser elevadas para provocar nuestro mejor esfuerzo, pero no imposibles; no nos olvidemos que como cristianos contamos con el poder de Dios y no solamente con nuestra capacidad humana.
• Realistas: deben representar los resultados que se pueden alcanzar realmente con los recursos de que se dispone en un momento dado, y los que se requerirá obtener para metas que hoy estén fuera de nuestro alcance pero que con la ayuda de Dios se puedan alcanzar en el futuro mediante la fe y la acción.
• Tangibles, concretas: solo de esa manera podremos saber que hemos alcanzado las intangibles.
• Basarlas en nuestra conducta en lugar de la conducta que esperamos de los demás.
• Dejemos que nuestra mente se eleve no limitando a Dios y que representen nuestro deseo de ser y hacer lo máximo para Dios (no lo mínimo).
• Escribirlas en detalle.
• Fijarlas positivamente: deben evocar una imagen mental de uno mismo haciendo lo que deseamos hacer o siendo lo que deseamos ser.
• Asegurarnos de que incluyan cambios de conducta: nuestros patrones de conducta deben ser compatibles con las metas.
• Personales: no podemos dirigir con metas puestas por otros (a David no le fué posible pelear con la armadura de Saúl); cada persona en la organización debe fijar sus propias metas y las metas de cada uno deben contribuir a las metas de la organización.

Conflictos en las metas.
Escribirlas nos obliga a establecer prioridades.
• Con frecuencia dos metas igualmente deseables entrarán en conflicto.
• El sistema de prioridades en nuestros valores determinará que es lo más importante.
Pueden ocurrir no simplemente entre dos metas muy deseables sino entre las metas de distintas personas.
• El líder debe resolver el conflicto de acuerdo a ese sistema de prioridades.

Metas fijadas y no fijadas.
• Podemos escribir nuestras metas pero podrían haber algunas que no las expresemos ni siquiera a nosotros mismos. Si no somos cuidadosos nos harán tomar decisiones que no son las mejores para cumplir las metas establecidas.
• La solución es mantenernos enfocados en las metas que se han establecido.

¿Cómo empezar?
• Prov 24:3, Sant 1:5: pidiéndole sabiduría a Dios.
• Delinear la visión.
• Definir nuestro compromiso con esa visión (misión).
• Desglosar la misión en etapas desde el principio hasta el final.
• Establecer las metas para cada etapa.

05 Jul 2012