Estudio Bíblico

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Módulo 216. El libro de Nehemías y la administración ministerial.



TEMA No. 3.

LIDERAZGO.
(La respuesta de Dios a una necesidad colectiva).



NEH 1:2. Hanani y ciertos varones de Judá.

Hanani se llama (cap. 7:2) su hermano. Pero como aquel término era usado por los judíos y otros orientales de una manera vaga, es probable que no quiera decir más de que era de la misma familia.

Según Josefo, este versículo se refiere a una experiencia que tuvo Nehemías, caminando alrededor de los muros del palacio del Rey en Susa, cuando oyó de paso a algunas personas conversando en la lengua hebrea (Hanani y otros varones judíos), y habiendo sabido que ellas habían regresado hacía poco de Judea, fué informado por ellas, en contestación a sus ansiosas preguntas, de la condición imperfecta y desolada de Jerusalem, como del estado indefenso de los regresados.

Es decir, que no fué un encuentro planeado, ni el resultado de una comisión que Nehemías le había dado a alguno para que fuera Jerusalen y le trajera noticias del estado de la misma, lo que evidencia aún más como la providencia de Dios toma cartas en el asunto cuando se trata del cumplimiento del propósito de Dios para nosotros, para su pueblo, y para una nación.

Como las comisiones antes dadas a Zorobabel y Esdras se extendían sólo a la reedificación del templo y de las viviendas particulares, se había dejado que los muros y portones de la ciudad quedaran convertidos en una masa de ruinas, así como estaban desde el sitio por los ejércitos caldeos.



NEH 1:3. En gran mal y afrenta.

Las murallas de una ciudad, en el tiempo del Antiguo Testamento, eran su garantía de seguridad. Una ciudad sin murallas estaba a expensas de sus enemigos, lo cual constituía una afrenta y un gran mal no solo para los habitantes de la ciudad, sino para Dios mismo, que tenía Su templo en ella y a quién la ciudad estaba dedicada. Decía muy poco de Dios una ciudad dedicada a El que estaba sin ninguna seguridad.

Así como nuestras buenas obras le dan gloria a Dios, así también nuestros males no le dan gloria, sino todo lo contrario, constituyen un deshonor para El. Por ello era tan afrentoso que la ciudad no tuviera muros. Decía muy poco a favor de Dios y si mucho en contra.

Y más aún, cuando esos muros tenían casí ciento cincuenta años de haber sido destruídos, y ya habían pasado mucho más de los setenta años de diáspora que Dios había declarado como castigo por los pecados de la ciudad. Habían pasado muchos años desde que los que habían estado en la cautividad habían comenzado a regresar a la ciudad, y la ciudad aún se encontraba sin muros que la protegieran, lo que de por sí constituía un gran problema para sus moradores, pero más aún si se considera que el templo, con todo su esplendor, ya había sido reconstruído por Zorobabel y se encontraba igualmente expuesto.



NEH 1:3. Espíritu de estupor y/o adormecimiento y/o acomodamiento.

Cuando Nehemías pidió noticias acerca de Jerusalén, hacía más 60 años que habían comenzado a regresar sus habitantes, pero ninguno de ellos se había levantado para hacer algo por la reconstrucción de los muros, ello debido a un espíritu de estupor y/o adormecimiento y/o acomodamiento, que el enemigo envía, en este caso, sobre el pueblo de Dios y/o la Iglesia, para que no hagan lo que tienen que hacer, para no cumplir con el propósito de Dios.

Espíritu de estupor (Rom 11:8): susto, espanto, pasmo (pasividad), enfriamiento (apatía) y/o Espíritu de adormecimiento (Sal 132:4-5, Prov 6:4-5): somnolencia, letargo, profundo y prolongado.
• Estupor: disminución de la actividad de las funciones intelectuales, acompañada de cierto aire o aspecto de indiferencia e insensibilidad, torpeza y desánimo, en algún grado.
• Adormecimiento: acallar, calmar, sosegar, estar en pasividad, entorpecerse, entumecerse.
• Somnolencia: pereza, falta de actividad, sopor, adormecimiento, amodorramiento.
• Letargo: estado de somnolencia profunda y prolongada. Sopor, modorra. Período de tiepo en que algo permanece en inactividad y reposo absolutol.
• Pasividad: no hacer nada, someterse a la voluntad de otro sin oponer resistencia: estar inactivo cuando debería estar haciendo algo por sí mismo.
• Apatía: impasibilidad, dejadez, indolencia, falta de vigor o energía.

Impide crecer en Cristo, estancándonos en un estado que nos ciega a la visión de Dios, nos pone a "dormir" y nos impide servir al Señor.

Ataca a los que no se han activado en el ministerio a pesar de conocer los caminos del Señor por muchos años.

El ministerio es la obra de lo santos, es decir de todos los cristianos. El llamado a todos los ministros y obreros es el de equipar a los santos para la obra del ministerio.

Para combatirlo, necesitamos ser como Nehemías:
• Tuvo la visión de reedificar el muro.
• Observó los muros (miembros) (Neh 2:13).
• Que estaban derribados (caídos, desalentados, desanimados).
• Y sus puertas (obreros) que estaban consumidas por el fuego.
• Reconoció que por sí mismo no podría hacer la obra.
• Los reta a levantarse y edificar, esforzándose para bien (Neh 2:18).



NEH 1.4. Nehemías. Actitud ante los problemas.

Nehemías ni siquiera vivió en Jerusalen, como para que ese problema lo afectara directamente; vivía cómodamente en la corte del Rey, con un buen trabajo y a 1,600 kms. de distancia. Seguramente no tenía ningún pariente viviendo en Jerusalén tampoco.
• Cualquier otra persona que viviera en esa ciudad hubiera podido tomar bajo su responsabilidad la reconstrucción de los muros, si hubiera tenido la suficiente sensibilidad hacia Dios y corazón de siervo.
• Dios no solo nos llama a solucionar los problemas que nos afectan directamente, también nos llama a solucionar los que no nos afectan directamente pero que afectan a otras personas (amor a Dios y al prójimo).
• Para la solución efectiva de los problemas, el primer paso es hacernos parte del mismo, sentirlo en carne propia, la misma actitud que se requiere de un intercesor efectivo (Neh 1:4). No solo necesitamos sentirnos parte de la solución, sino también sentirnos responsables de las causas que originaron el problema (Neh 1:6-7).

Los problemas, para solucionarse, requieren, en primer lugar, de personas dispuestas a asumir la responsabilidad de ser parte activa de la solución, que no esperen que otros lo hagan por ellos (Neh 1:11).
• La solución de los problemas comienza por las personas, no por las cosas.
• Cuando Dios nos impacto nuestro corazón con un problema y/o una necesidad, no nos está impactando para que solo conozcamos el problema, o lo manifestemos.
• Muy posiblemente nos está llamando para ser parte de la solución.

Para solucionar con efectividad los problemas, sus diversas partes hay que ponerlas en la perspectiva correcta(Neh 1:3-4).
• Primero, Dios.
• Segundo, las personas.
• Tercero, las cosas.
• Necesitamos centrarnos en Dios (Su propósito), luego en las personas y usar las cosas, y no al revés, como generalmente hace el mundo: centrarse en las cosas y usar a las personas.
• Los cristianos estamos llamados, en primer lugar, a considerar a Dios y servirle, y en segundo lugar, a s servir a las personas, no servirnos de ellas o servir a las cosas.



NEH 1:4. La oración inicial de Nehemías.

El problema era evidente; los muros de Jerusalen derribados y sus puertas quemadas a fuego. Una vez reconocido un problema, el segundo paso en la solución del mismo es ir a la fuente de la sabiduría en busca de la dirección adecuada para la solución. Nehemías buscó la dirección adecuada para la solución en en lugar correcto, en Dios (Sal 127:1, Neh 1:4-11).
• El activismo, la impulsividad, el urgentismo, por lo general, no van a aportan una solución efectiva (Sal 127.2).
• Nuestra medida del tiempo no necesariamente coincide con la medida del tiempo de Dios (Isa 55:7-9).
• Cuando hacemos las cosas en el tiempo y bajo la dirección de Dios, siempre la solución va a ser efectiva; El hace todas las cosas hermosas en Su tiempo (Ecle 3.11).

No buscar la dirección de Dios en un problema, por simple que parezca la solución del mismo, puede ser un signo de endiosamiento (soy lo suficientemente capaz por mi mismo como para “molestar” a Dios) y de rechazo (no valgo lo suficiente como para quitarle su tiempo a Dios con simplicidades).
• Cualquiera sea la causa de ello, nos va a ir mal (Neh 17.5-8, Prov 16:25).

La reacción de Nehemías al saber el problema de la ciudad de Jerusalén y comprender todas sus implicaciones, no fué de tomar acción inmediata por su propia cuenta.
• Fue llevar el problema delante de Dios para buscar en El la solución al mismo.
• Antes de recurrir a sus propias fuerzas, a su propia sabiduría o a cualquier otro recurso disponible para enfrentar la obra de la reconstrucción, recurrió a Dios primeramente.
• Siempre necesitamos que Dios sea nuestra primera fuente de recursos y dirección, no la última (Jer 17:5-8).

Los sentimientos de Nehemías por el problema de Jerusalén derivaban de que antes del cautiverio, Israel tenía su propio idioma, rey, ejército e identidad, pero en el tiempo de Nehemías ya no tenía nada de eso.
• Nehemías se preocupó por Jerusalén porque era la ciudad santa de los judíos, y como su capital, representaba la identidad nacional y se veía bendecida por la presencia especial de Dioos en el templo.
• De hecho, la historia de los judíos estaba conectada intimiamente con la ciudad desde los tiempos de Abraham cuando le dió los diezmos a Melquisedec, rey de Salem (Gen 14.17-20).

La necesidad de la reconstrucción de los muros era en realidad, una necesidad múltiple:
• La de recobrar la identidad perdida de los judíos.
• La de recobrar la seguridad de sus habitantes y del templo, que equivalían a recobrar parte del poder y la paz perdida desde los días del cautiverio.
• La de glorificar a Dios como ciudad plena, restaurando la realidad y el poder de la presencia de Dios entre su pueblo.

En consecuencia, los sentimientos de Nehemías y su vehemencia para orar delante de Dios (lloré, hice duelo por algunos días, ayuné y oré delante de Dios) fué producto, en primer lugar, del conocimiento que Nehemías tenía de Dios, de sus sentimientos patrióticos, y de la compasión por las personas que habitaban en la ciudad.
• Para ser efectivos en la oración por otros y en la intercesión, no se trata solamente de hacer una oración.
• Se trata de sentir como propia la necesidad del otro, de una compasión apasionada por la persona en necesidad (1 Cor 12:26, 1 Cor 13:1-3).
• En lo que hacemos día a día que es lo que nos motiva: ¿la gloria de Dios o nuestra propia gloria? ¿el interés de Dios por su obra, su pueblo, su creación, o nuestro propio interés?.

Y todos esos sentimientos, que derivaban de un problema que rebasaba su capacidad humana, solo podían hallar consuelo y respuesta en la oración ardiente y prolongada para que Dios favoreciera la solución del problema de la ciudad.





NEH 2:5. Detalles importantes.

"Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti".
• Cuando estamos bien con Dios, aún a nuestros enemigos los hace estar en paz con nosotros –nos da favor- (Prov 16:7).
• El favor de Dios con nosotros y el respaldo que El le da a su visión hace que a los ojos de los demás nosotros encontremos favor, que nos ayuden, que nos apoyen, que nos bendigan (Sal 5:12, Luc 2:52, Hab 2.2-4).
• Necesitamos el favor de Dios y el favor de los hombres para todo lo que tengamos que hacer porque nada podemos recibir que no nos sea dado desde el cielo (Jn 3:27).

"Envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré".
• La característica notoria de Nehemías es que no se contentó con orar por el problema, sino que camino la milla extra (Mat 5:41), y lo hizo voluntariamente, no obligado,
• No solo vió el problema sino que lo asumió como propio, y no solo lo asumió como propio sino que tomó responsabilidad por la solución (Isa 6:8)
• Muchos hoy, cuando enfrentan problemas le dejan al Señor toda la responsabilidad de la solución, sin recordar que la misma Palabra de Dios dice que a nosotros nos toca hacer lo que tenemos a la mano (Ecle 9:10) y ejecutar los planes, aunque a Dios le corresponda determinar el resultado (Prov 16:1, 3 NVI).
• Nosotros somos co-laboradores de Dios (1 Cor 3;9, 2 Cor 6:1), por lo tanto debemos laborar conjuntamente (Mat 7:7) con El para provocar los resultados que El ha determinado de antemano (Efe 2.10).
• Dios no bendice la pasividad, ni la inactividad, ni la negligencia, ni la irresponsabilidad, ni la pereza, aunque la “espiritualizemos” con supuesta fe (Prov 10:3, 18:9, 19:15; Mat 25:26).



NEH 2:4. Liderazgo. El peligro cuando comenzamos a tener éxito.

El éxito lleva muchas veces a la autosuficiencia (Mal 2:2, Jer 2:11, Isa 42:8).
• Son pocas las personas de éxito que no han perdido de vista lo que serían sin Dios (Jn 15:5, Isa 43:7).
• Cuando la fe se convierte en vista, cuando por fin la visión comienza a tomar forma palpable, dentro de cada uno de nosotros hay algo que dice: "Hasta aquí me trajo Dios, pero a mí me corresponde ahora hacer el resto".
• Y sin que hayamos tomado una decisión consciente, cambiamos de estrategia: tomamos el control.
• Sin siquiera desearlo, pasamos de una orientación hacia Dios, a una orientación hacia nosotros mismos.

Mientras mayor es la visión, más importantes es que nuestra fe tenga sus raíces en las capacidades de Dios, y no en las nuestras, porque sentiremos más presión para apropiarnos del crédito por el éxito.
• Antes de que Dios nos pueda confiar las recompensas que acompañan al éxito, es necesario que seamos totalmente dependientes de Él.
• La forma en que Él nos lleva hasta ese punto es a base de extender, e incluso poner en tensión, nuestra fe.
• A medida que aumente la capacidad de nuestra fe, también aumentará nuestro potencial para pasarle a Él la gloria que sólo Él merece.

Nehemías (Neh 2:4), cuando tuvo éxito en presentar ante el rey su petición, no perdió de vista su dependencia de Dios.
• No le dijo ninguna palabra al rey antes de pedirle ayuda a Dios.
• Aunque estaba preparado como lo evidencia sus respuestas y peticiones de Neh 2:6-8, su confianza no estaba puesta en la preparación ni en el rey.
• Estaba dependiendo, más que nunca en Dios.

Y por supuesto, el éxito se lo llevó Dios mismo (Neh 2:8).
• Sabía que no había sido su paciencia, ni su preparación, ni su capacidad para comunicarse o su personalidad persuasiva lo que había hecho posible aquel momento.
• Solo Dios había podido preparar de esa forma las circunstancias y Nehemías le dio de inmediato el crédito a Aquel que lo merecía (Col 3:22-24).
• Reconoció la fuente de su éxito (Jn 3:27)



NEH 2:18. Ministerio.

El ministerio es por gracia.
Es un regalo de Dios (por gracia, no por méritos), y junto con el llamado viene también el equipamiento para realizarlo (1 Cor 12:7, 11, 18, 28; Rom 11:29).
• El equipamiento implica todo lo que necesitamos para llevar adelante el ministerio, incluso la capacidad para lidiar con los problemas derivados de él.
• Aunque es una posición maravillosa, también a menudo es solitaria, con problemas a resolver a cada paso (Moisés, Jesús, Isaías, etc.).
• Si no somos llamados, no vamos a poder con la soledad ni con los problemas y vamos a estar llenos de frustración y desánimo.
• Es una responsabilidad de la cual vamos a dar cuentas (las parábolas de los talentos y las minas).
• Aún cuando los peligros están siempre presentes y el trabajo es grande (Nehemías, Jesús, David), tiene también sus recompensas (Dios no es olvidadizo y muchas personas tampoco) (Heb 6:10, Gal 6:6).

El ministerio y la predicación de la Palabra (Neh 2:17-18).
• “...Entonces les dije.... y esforzaron sus manos en la buena obra....”
• El objetivo de la predicación es producir un efecto, un cambio, en el oyente (Heb 4:12, 2 Tim 3:16, Jer 1:9, Jer 23:29) porque la Palabra nunca no regresa vacía (Isa 55:11).
• Necesita adaptarse a los oyentes en su forma y lenguaje (1 Cor 3:1) para que la puedan procesar, en sus circunstancias y en que ministre a sus necesidades (debemos conocerles, 2 Ped 2:2), para que la ponga en práctica de inmediato (Sant 1:22, Luc 4:18-19): oigan, vayan y hagan..
• Debe ser la Palabra de Dios no adulterada, que es la que produce fe (Rom 10:17), hace nacer de nuevo (1 Ped 1:23), liberta (Jn 8:31-32), sana (Sal 107:20), prospera (3 Jn 2), santifica, etc.

Ministerio y motivación (Neh 2:17-18).
2 clases de motivación: extrínseca e intrínseca.
• Motivación extrínseca: la más común, orientada a las actitudes materialistas, no es la mejor manera de hacer que la gente comprenda el valor de la inversión de su energía.
• Motivación intrínseca: la que se dirige a la persona interior; cuando crecemos debería llegar a ser más atractiva.
Cuando uno echa la culpa a otro y critica, suprime la motivación, pero cuando uno se identifica con el problema, estimula la motivación en los otros.
• Nehemías, para poder motivar tenía que identificarse con la necesidad y es eso justamente lo que hace: “estamos, edifiquemos, no estemos...”
Con motivación, aunque sea inevitable la oposición, todos los obstáculos serán superables, tarde o temprano.

El ministerio requiere de la participación de todos (Neh 3:1-32).
• Los ministros; los hombres, las mujeres, los jóvenes y los niños; los hombres de negocios, los oficiales, los hombres del valle (campesinos), los mercaderes, etc.
• Es también de esperar que algunos no quieran (por inmadurez o por niñez espiritual, Neh 3:5).



NEH 6:3. Ministerio. Una gran obra.

Toda visión, todo ministerio, toda obra a la que Dios nos llama, independientemente de su tamaño natural, es una gran obra. Es la obra de Dios y Dios es un Dios grande (Deut 7:21), que todo lo que hace responde a Su naturaleza. Por lo tanto, si El es grande, todo lo que hace es grande, y nos ha dotado de un potencial grande para hacerla.
• El es un Dios grande, poderoso y temible que no hace acepción de personas.

No menospreciémos lo que Dios nos ha llamado a hacer, o ha llamado a hacer a otros, porque no vemos que tenga una gran dimensión natural inmediata. Lo natural e inmediato muchas veces es engañoso.
• Abraham fue llamado por Dios a ser padre de multitudes como las estrellas del cielo y la arena del mar, pero solo tuvo un hijo en lo natural; sin embargo, es el padre de todos los creyentes.
• José fué llamado por Dios a gobernar, pero en los primeros diecisiete años después de haber recibido la visión, lo único que gobernó fué la casa de Potifar y la cárcel (fué vendido como esclavo, encarcelado injustamente, olvidado); sin embargo, gobernó como segundo de Faráon y salvó a Egipto y, principalmente, a los Israelitas, de morir de hambre, preservando el plan de Dios para con Israel.
• David, el adolescente ungido rey, todos en su familia lo menospreciaron, pero llegó a ser el rey que trajo mayor gloria a Israel, escribió la mitad de los salmos, y cuyo nombre fué tomado para nombrar al Rey de reyes y Señor de Señores en su aspecto de rey terrenal.
• Bajo los criterios del mundo natural, inmediatista, la obra de Jesús no fué una gran obra: solo tres años y medio, doce discípulos (de los cuales uno lo traicionó), muerto en una cruz, rechazado por todos aquellos a los que había sido enviado, etc. Pero el tiempo ha demostrado que fué la mayor obra, después de la Creación, que ha sido hecha sobre la faz de la tierra.

Si no estuviéramos haciendo una gran obra no vendrían a nosotros pensamientos de menosprecio y/o burla respecto a lo que hacemos (Neh 2:10, Neh 2:19-20), ni enfrentaríamos la oposición que enfrentamos (Neh 4:1-12, Neh 6:1-13). El diablo solo ataca a los que le son una amenaza (Exo 1:7-14).
• La oposición y la resistencia a la obra de Dios que hacemos tiene que ser, porque Dios también es un Dios temible para el diablo. El nos teme porque sabe que en nosotros está su derrota (Mat 16:18-19, Hch 1:8), y por ello trata de usar personas (y aún nuestros propios pensamientos) para menospreciar la obra que hacemos y a nosotros mismos, distraernos, generar oposición, etc.
• Pero que tenga éxito en esas argucias no depende de él, depende de nosotros que le creamos o no.


04 Jul 2012