Estudio Bíblico

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Módulo 203. Espíritu de la religión.



INTRODUCCIÓN.



Cuando Jesús habló del diablo en los evangelios se refirió a él como aquel que tenía el control del mundo.

Jn 14:30: “No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.”

De hecho, cuando Jesús fue tentado en el desierto, el diablo le ofreció los reinos de este mundo y la gloria de ellos que a él le habían sido dados, a cambio de que Jesús postrado lo adorara, y Jesús le contestó al respecto de postrarse pero no al respecto del derecho del diablo sobre este mundo.

Mat 4:8-10: “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.”

Pero en la Cruz del Calvario el Señor despojó al diablo y a todos sus principados y potestades, no solo del derecho que tenían sobre nuestras vidas personales por causa del pecado, sino también de todo derecho, poder y autoridad que tuvieran sobre cualquier cosa en este mundo.

Jn 12:31: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.”

Col 2:15: “y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.”

De esa cuenta, Jesús recibió toda la autoridad en el cielo y en la tierra, es decir, el título de propiedad de todo ello:

Mat 28:18: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.”

Y en el mismo acto, El impartió esa autoridad a la Iglesia y la comisionó para que en Su Nombre tomará posesión efectiva de todo aquello que le correspondía por derecho: la tierra en su totalidad, y la transformará, sacándola de la influencia de los principios del reino de las tinieblas bajo los cuales había estado, a los principios de la Palabra bajo los cuales debería operar en lo sucesivo.

Mat 28:19-20: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”

Mientras tanto, Jesús estaría sentado a la diestra el Padre esperando el momento en que sus enemigos fueran puestos por estrado de sus pies para venir a la tierra por segunda vez, a establecer Su Reino visiblemente.

Heb 10:12-13: “pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;”

En consecuencia, el diablo sabe que la iglesia es su enemiga, la delegada por Cristo para echarlo fuera de todos los lugares que había estado usurpando y que le fueron despojados por Cristo. Esto es una situación similar a lo que le sucedió al pueblo de Israel con respecto a la tierra prometida: la tierra era de Dios, Dios se la dio al pueblo de Israel, pero el pueblo de Israel debía conquistarla. De la misma manera, Dios ya nos dio nuestras naciones por herencia, pero ahora debemos entrar a conquistarlas, a echar fuera al usurpador en Su Nombre.

Como el diablo sabe que la Iglesia es su enemiga, y que además tiene todo el poder y autoridad para vencerlo en cualquier terreno y en cualquier tiempo, la estrategia del diablo para evitarlo es emplear la mayor cantidad de su esfuerzo y el de sus demonios para evitar, frenar y hasta retroceder, si es posible, el avance de la Iglesia y por ende, del Reino de Dios.

Para ello, en una primera etapa, trata de frenar el avance de la iglesia a través de la evangelización, y si no lo logra, trata de frenar el discipulado, o sea el avance del Reino de Dios. Ambas, y en ese orden, son las actividades globales que Jesús determinó para establecer el Reino de Dios sobre la tierra.

Como estrategias generales ha utilizado, por lo menos, las siguientes:

• Transformar la iglesia de un canal de la gracia de Dios para la salvación integral de las personas, fundamentada sólidamente en la Palabra de Dios, en un canal de ley emanada de doctrinas y normas humanas con más autoridad que la Palabra que además transforman la iglesia de un organismo vivo y dinámico en una institución jerarquizada y burocrática (la doctrina “institucional” de la iglesia).

• Transformar la iglesia de un organismo donde todos sus miembros son ministros (2 Cor 5:18, 2 Cor 3:6, 1 Cor 3:9, 2 Cor 6:1) en una iglesia que agrupa dos clases de personas: la doctrina del “clero” y los “laicos”. Los cleros (activos recargados de tareas y responsabilidades que terminan limitando mucho su campo de acción y por lo tanto la eficiencia y eficacia de la iglesia) y los laicos (inactivos sin ninguna tarea ni responsabilidad en la iglesia y en el Reino). Esta es una aplicación del principio mundano originado en el mismísimo infierno de “divide y vencerás”.

• Si la iglesia fue dotada de poder, autoridad, dones y ministerios para vencerlo (Mar 16:15-18, Hch 1:8, 1 Cor 12:4-7, 28-31), y todo ello es provisto por el Espíritu Santo, entonces la táctica del diablo irá encaminada necesariamente a despojar a la iglesia de todo ello, y para ello introduce ideas acerca del Espíritu Santo, no como una persona sino como una fuerza, una sensación, etc., además de que poco a poco, también va introduciendo la doctrina del “cesacionismo” del poder, los dones y el ministerio, que conlleva la pérdida de la autoridad, y por lo tanto, de la función primordial de la iglesia encaminada a atar y echar al diablo y todos sus ejércitos de su actividad sobre este mundo.

• Si Dios destinó a la iglesia para ser conquistadora del mundo y una influencia transformadora en el mismo, entonces la táctica del diablo también debería ir orientada a mermar esa influencia, sustrayendo a la iglesia de su actividad conquistadora y de ejercer influencia en el mundo (que la luz se esconda bajo la mesa y que la sal pierda su sabor, y que la iglesia no introduzca en el mundo las medidas de levadura que leuden toda la masa, Mat 5:13-16, Mat 13:33), y ello lo logra a través de introducir la doctrina de la “contaminación” y del Reino de Dios como una realidad solamente concerniente a la eternidad futura del cielo, y no a la tierra (la doctrina del “premileniarismo”).

• Transformar la iglesia de un ejército conquistador, invasivo, agresivo (Efe 6:10-19, Rom 13:12, 2 Cor 10:4-6), en contra del diablo, sus principados, potestades, gobernadores, autoridades y huestes espirituales de maldad, en un ejército pasivo e ineficaz, mediante la activación, fortalecimiento y divulgación de doctrinas negadoras o encubridoras de la realidad de la guerra espiritual, o de los niveles de la misma o de los verdaderos objetivos de ella, fortaleciendo los movimientos anti-guerra o pacifistas dentro del Cuerpo de Cristo.

Obviamente, para que estas doctrinas puedan cobrar vigencia dentro de la iglesia, deben provenir de alguien de adentro de ella, como así ha sucedido, que influídos por un espíritu engañador que se viste como ángel de luz pero que es un lobo disfrazado con piel de oveja, opera dentro de la iglesia: el espíritu de la religión que trabaja junto con el espíritu de Grecia (racionalismo, intelectualismo) para introducir poco a poco estas doctrinas en la iglesia del Señor Jesucristo (Ose 4:6).


04 Feb 2012