Estudio Bíblico

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Módulo 210. La Reforma de la Iglesia y el Ministerio Apostólico.



CAMINAR EN LO SOBRENATURAL.



Como consecuencia de que los creyentes pertenecemos a la Iglesia del Señor Jesucristo, y de que la Iglesia que El fundó es una Iglesia Apostólica, y por lo tanto, estamos bajo una cobertura apostólica, nuestro andar en la vida debe ser un andar sobrenatural. Dios es sobrenatural, nosotros fuimos engendrados por Dios sobrenaturalmente y somos poseedores de la naturaleza divina, lo que nos hace sobrenaturales, y nuestro caminar debe ser, por lo tanto, sobrenatural.

Ahora bien, hemos de reconocer que muchos creyentes no están caminando en ese tipo de vida sobrenatural plenamente. Hay en su vida algunas manifestaciones de lo sobrenatural de Dios operando en ellos, pero no están operando plenamente en ello. Eso sucede por muchas razones que vamos a indicar con el objeto de traer la libertad de Cristo a ellos para que puedan vivir en esa dimensión del Espíritu, que debería ser la dimensión en la cual nos movemos todos, no solo unos pocos, y desatar a la iglesia de las ataduras con las cuales el diablo la ha querido limitar para que no haga la obra de Cristo en la tierra más que con un reducido alcance.

Cuando Jesús concluyó su ministerio terrenal y regreso a la presencia del Padre, la última indicación que les dio a sus discípulos fue la siguiente:

“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hch 1:6-8).

En otras palabras, El les estaba preparando para que recibieran el poder del Espíritu Santo para vivir en la dimensión sobrenatural que es y debe ser el pan de cada día de los hijos e hijas de Dios.

Parte de esa dimensión sobrenatural es a la que Jesús se refería en Marcos 16:15-18 que es complementaria con la Gran Comisión en Mateo 28.18-20

“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mat 28:18-20).

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.”(Mar 16:15-18).

Ellos no solo esperaron pasivamente la venida y manifestación de ese poder, sino que lo buscaron activamente, y una vez recibido, anhelaron su constante manifestación en todo lo que hacían:

“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” (Hch 2:1-4).
“Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.” (Hch 4:29-31).

Nuestro enemigo, el diablo, sabe de lo que un creyente guiado por el Espíritu Santo y operando plenamente en lo sobrenatural es capaz de lograr para el Reino de Dios, y por ello, ha levantado, a lo largo de la historia de la iglesia, argumentos que se oponen al conocimiento de Dios y de su poder obrando en la tierra, para neutralizarnos y estorbar la obra que como Cuerpo de Cristo estamos llamados a desarrollar en la tierra para que todos vengan al conocimiento de la Verdad.

Por ello, vamos a entrar a desarrollar los motivos más importante que impiden que los y las creyentes nos movamos en el poder sobrenatural de Dios, orando y creyendo con todo nuestro corazón que la exposición de la Palabra de Dios alumbra, y que al conocer la verdad, ella nos hará libres, y que por lo tanto, a partir del esclarecimiento de esos motivos, los vamos a desechar de nuestra vida y se va a producir un desatar de lo sobrenatural de Dios en nuestras vidas como nunca antes lo hemos experimentado.

“La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.” (Sal 119:130).

“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Jn 8:31-32).

“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,” (2 Cor 10:3-5).


Motivos por los cuales un creyente no camina en lo sobrenatural.

Hay varios motivos por los cuales un creyente no puede o no quiere caminar en lo sobrenatural, a pesar de que ese debiera ser el estilo de la vida del creyente, según lo que leemos en la Palabra de Dios. Alguna de las más frecuentes causas o motivos (o la combinación de varias de ellas) pueden ser:


• La tradición y los paradigmas religiosos que son contrarios a la Palabra de Dios. Esas tradiciones y paradigmas deben ser desechados mediante una lectura cuidadosa de la Palabra de Dios y su aceptación plena.

“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” (Mat 5:17-20).

“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. “ (Col 2:8-10).

“Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas.” (Mar 7:9-13).


• Falta de conocimiento. Respecto a este motivo, hay que tener clara que una cosa es la ignorancia y la otra es la falta de conocimiento. En cuanto a la ignorancia, pues Dios nos juzgará conforme a ella, no como el mundo que juzga aún cuando ignoremos sus leyes. Pero una cosa diferente es la falta de conocimiento, que, en el caso de lo sobrenatural con respecto a los creyentes nunca puede ser equiparada a la ignorancia sino que se trata de una creencia equivocada, contrario a la que enseña la Palabra de Dios, lo que implica que si tuvimos tiempo para tener una enseñanza contraria, hubiéramos tenido también la oportunidad de tener la enseñanza correcta principalmente que los hijos de Dios somos guiados por el Espíritu Santo y por la Palabra, y no por hombres, además de que con respecto a lo sobrenatural, no podemos alegar ignorancia los creyentes por cuanto que hemos sido beneficiarios y hemos estado expuestos al poder sobrenatural de Dios.

“Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.” (Os 4:6).

“No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos.” (1 Cor 12.1-2).

“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” (2 Ped 1:19-21).


• Incredulidad. Lo sobrenatural de Dios seguirá a los que creen, no a los que no creen. En el mundo hoy hay mucha hambre por conocer lo sobrenatural, lo que se evidencia en la gran cantidad de personas que van detrás de los brujos, hechiceros, santeros y adivinos, buscando que les digan algo sobre su vida personal o les ayuden a solucionar sus problemas, y esas personas van allí porque la Iglesia, que fue ordenada por Dios, entre otras cosas, para mostrar lo sobrenatural de El a las personas, no cree, y por consiguiente, no puede demostrarlo.

“Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 18tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” (Mar 16:14-18).

“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.” (Heb 3:12-19).


• Temor a cometer errores. (2 Tim 1:6-7). Esta situación puede deberse a alguna de las siguientes razones:
o La falta de experiencia y de conocimiento y confianza de y en Dios, respecto a que El va a respaldar Su Palabra y además de ello va a enderezar nuestros pasos cuando nos equivoquemos.
o La excesiva preocupación por la imagen que proyectan hacia los demás, y como consecuencia, lo que las personas piensen de ellos. Por esta razón no se atreven a moverse en lo sobrenatural, porque el enemigo les ha puesto la atadura de creer que tienen que hacerlo todo bien y que no pueden cometer errores. Los errores son inevitables en cualquier área de la vida, y demostrar lo sobrenatural está incluido en ello. El problema no es cometerlos, sino aprender de ellos.

“Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.” (2 Tim 1:6-14).


• Creerse indigno. Algunas personas, por la falta de comprensión y entendimiento de las buenas nuevas del Evangelio, de la Gracia y la Misericordia de Dios, y de lo que significa el nuevo nacimiento y el perdón de Dios, se sienten indignas por las mentiras del diablo respecto a su vida anterior, y aún respecto a las áreas de su vida no transformadas en Cristo, manteniendo una imagen equivocada de Dios respecto a que El es perfeccionista o que El solo trabajo a través de los perfectos, olvidando lo que dice la Palabra de Dios:
o Que en Cristo El ya nos ve perfectos porque no ve nuestra imperfección sino la perfección de Cristo, por quién hemos sido hechos perfectos.
o Que El está trabajando permanentemente en nosotros para perfeccionarnos, para que la visión que El tiene de nosotros corresponda con la realidad de nuestra vida cada día más, pero esa perfección no va a llegar a ser total en esta vida, sino hasta el día de Jesucristo.
o Que el Dios de toda perfección siempre ha trabajado a través de personas imperfectas y aún lo sigue haciendo (David, Salomón, Sansón, Pedro, Pablo, etc.).
Ellos necesitan entender, que por mucho que crezcamos en el conocimiento de Dios La razón por la cual Dios nos usa no es por nuestras habilidades ni por los títulos o por los diplomas que tengamos ni por el trasfondo familiar, la inteligencia o el carisma, sino porque a El le place y por Su gracia y su favor sobre nosotros nos ha hecho dignos.

“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Cor 12:9-10).

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida. Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros. Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios. Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” (2 Cor 4:7-18).


• La influencia del espíritu de Grecia (racionalismo, intelectualismo). El espíritu de Grecia es la identificación bíblica (Dan 2:39, 10:20) del espíritu demoníaco que está detrás de toda la cultura occidental que se originó en Grecia y cuya característica más importante, en relación con el mundo espiritual, es que niega lo sobrenatural (los milagros, los prodigios, las sanidades, etc.), alimentando la incredulidad, y reconociendo solo lo que es el resultado del conocimiento racional e intelectual, no la revelación y la iluminación. Es la actitud de Tomás cuando le hablaron de la resurrección de Lázaro: “ver para creer”.

“Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.” (Jn 20:24-29).



Como caminar en lo sobrenatural.

Nuestro Dios es sobrenatural, y nosotros somos linaje de El (Hch 17:28-29), lo que significa que su naturaleza divina está en nosotros (2 Ped 1:4), y por lo mismo, nuestra vida como creyentes, aún cuando se lleve a cambio dentro del tiempo y el espacio terrenal, debería ser una vida en lo sobrenatural también. Para ello necesitamos aprender a vivir en esa dimensión, renovando nuestro entendimiento, despojándonos de la vieja manera de vivir y llenándonos de la nueva.

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Rom 12:2).

“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” (Efe 4:22-24).

Ello se puede lograr fácilmente, siguiendo en la mayor medida y el mayor tiempo posibles, las instrucciones de la Palabra:


• Leer, conocer, meditar y aplicar la Palabra de Dios a todos los actos de nuestra vida.

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.” (Sal 1.1-3)

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.” (Fil 4:8-9).


• Tener una vida de oración y ayuno, continua (constante) y dinámica (diálogo, no monólogo), que nos enseñe a depender de Dios y a tener comunión íntima con El, que nos enseñe a identificar Su voz para obedecerle.

“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Luc 18:1-8).

“Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.” (1 Tes 5:17-24).

“Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús. Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.” (Hch 4:29-31).


• El denuedo o el atrevimiento como leemos en el pasaje de Hch 4:29-31. La palabra denuedo significa osadía, audacia, valentía, coraje, bravura, atrevimiento e intrepidez. Lo opuesto es ser temeroso o miedoso. Los temores que usualmente enfrentamos para evitar movernos en lo sobrenatural son:
o Temor a equivocarnos. El cometer errores es inevitable, principalmente cuando estamos haciendo algo nuevo. De hecho, Dios ya tiene considerada esa posibilidad en cuanto a nosotros por cuanto El dice que enderezará los pasos del justo (Prov 3:6, 11:5). Una de las más eficaces y poderosas maneras de aprendizaje de cualquier cosa en nuestra vida es cometiendo errores; ellos nos enseñan y nos motivan a seguir adelante superándolos.
o Temor a perder nuestra reputación. Necesitamos aprender a crucificar y a morir a nuestra imagen para que la imagen de Jesús sea exaltada en nosotros. (Fil 2:5-7).
o Temor a lo desconocido. La vida cristiana es un camino en el que continuamente estamos enfrentando desafíos, retos y cosas nuevas, o sea, desconocidas para nosotros. Estamos siendo continuamente probados (en lo bueno y en lo malo, Rom 8:28-29). Por ello debemos aprender a caminar en y por fe y no por vista.
Necesitamos enfrentarnos siempre a esos temores y sobrepasarlos para caminar en lo sobrenatural.

“Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Tim 1:6-7).


• Moverse en y por fe. Así como el agua es para el pez su entorno natural, para las aves lo es el aire, y para la mayoría de los mamíferos su entorno natural, su ecosistema, es la tierra, así mismo, para el creyente su entorno natural es la fe. La fe es la que nos permite ver las cosas que no son como si fueran, profetizándolas, y ver la manifestación del poder de Dios realizándolas. Constantemente debemos desafiar nuestra fe a nuevos retos, “empujarla”, “provocarla”, creando las condiciones para que el poder y lo sobrenatural de Dios se manifiesten en nuestra vida y en nuestro entorno.

“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” (Rom 1:16-17).

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Heb 11:6).

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” (Heb 11:1-3).


• Caminar en compasión por el pueblo. La compasión es un sentimiento de angustia debido al mal o desgracia de otro; ser conmovido en lo más profundo de nuestro ser, a tal grado que sintamos el dolor y la angustia de las personas. La compasión es la clave para dejar que el corazón de Dios se manifieste por medio de nosotros, y de esta manera, poder manifestar su poder.
“Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos.” (Mat 14:14).

“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.” (Mat 9:35-38).


• Hacer lo que tenemos que hacer y dejarle las consecuencias al Espíritu Santo. Donde está el Espíritu Santo, El es Señor y como tal tiene la libertad de moverse como El quiere., lo que significa que El tiene el derecho legal sobre nosotros para hacer lo que quiera, como quiera, cuando quiera, con quien quiera y donde quiera. Debe tener el control absoluto sobre nosotros. Ello implica:
o Ceder toda nuestra voluntad y nuestro cuerpo al Espíritu Santo. Orar para que El haga su voluntad por medio de nosotros y seguir exactamente sus instrucciones, entregándonos totalmente a Su guianza y dirección.
o Pedirle instrucciones antes de ir. Ore al Señor para que le de las instrucciones precisas para que se cumpla exactamente su propósito y su plan en ese momento y para ese pueblo. Debemos tener una sola cosa en mente, y eso es agradar a Dios y no a los hombres.
o Niegue su voluntad y quítese del camino. Crucificar nuestros deseos para hacer lo que Dios quiere. En ocasiones, por las presiones de los demás, vamos a estar tentados a cambiar los planes de Dios por nuestros planes. No lo hagamos (Gal 1.10).

“Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.” (2 Cor 3:17).

“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.” (Gal 1:10).




27 Ene 2012