Estudio Bíblico

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Módulo 210. La Reforma de la Iglesia y el Ministerio Apostólico.



ESENCIA, FORMA Y CAMBIOS (3).


Reforma y oposición (Mat 23).

Como en el tiempo de Jesús y de los Reformadores y del resurgir del movimiento pentecostal, en esta nueva reforma los enemigos más acérrimos de ella serán, como siempre, los sistemas y las personas religiosas, y dentro de ellos, los opositores más radicales serán aquellos que fueron los odres nuevos del anterior mover de Dios y que debido a ello adquirieron algún tipo de preeminencia, se acomodaron al status quo alcanzado, y es más, lo regularon, sistematizaron, normaron, etc., para supuestamente consolidar los logros alcanzados y evitar desviaciones al respecto. Es por lo tanto esperable que los que se opongan mayormente a la nueva reforma sean las instituciones y/o denominaciones que vieron su auge en el mover pentecostal del siglo pasado.

La oposición de lo religioso al nuevo mover de Dios siempre es así porque en cada mover nuevo de Dios, las instituciones y personas religiosas son confrontadas por verdades de la Palabra de Dios que son reveladas como parte de ese mover y que tienen que ser removidas porque son impedimentos para una mayor acción de Dios en el mundo, pero que ponen en peligro la comodidad, seguridad, poder o control religioso y/o espiritual que adquirieron en un mover anterior de Dios.

Debido a ello, porque son afectados privilegios, formas de vida, posiciones, poder y control, etc., los reformadores y las reformas son rechazados, perseguidos y despreciados por los religiosos que tratan por todos los medios de convertirlos en sujetos controversiales dentro del Cuerpo de Cristo, acusándolos de fanáticos, herejes, falsos ministros y hasta líderes de sectas falsas (por cierto, calificativos y acusaciones que antes habían recibido ellos mismos o quienes les precedieron en la institución, denominación u organización que ahora dirigen).

Toda esta oposición (consciente o inconciente) es propia de la vieja naturaleza de los que la encabezan que ven amenazados sus privilegios terrenales, cosa que es utilizada por los demonios, y específicamente el espíritu de la religión, para levantar un frente de oposición al desarrollo de la obra de Dios en el mundo que obviamente tiene que ver con deshacer las obras de las tinieblas en ese mismo mundo que le permiten ostentar al diablo y sus demonios una autoridad y un poder del cual ya fueron despojados por Cristo en la Cruz, pero que la iglesia, por una u otra razón, no ha hecho operativa todavía.

La reforma va encaminada, precisamente, a hacer operativa dicha destitución y despojo en el Nombre de Cristo y devolver todas las cosas a la autoridad de Cristo y al propósito de Dios para ellas.

Como la Reforma realmente es un mover de Dios y no de los hombres que como odres nuevos se involucran en ella, no son los odres nuevos los llamados a defenderse. Es Dios quien lo hará y lo hace en el momento oportuno. El es quién defiende Su causa a pesar de toda la oposición que pueda existir. Ejemplos en la historia tenemos más que suficientes, por ejemplo, Jeremías, Elías, Nehemías, etc., pero principalmente, Jesús y la Iglesia de los Hechos. A pesar de la oposición (y no tan solo oposición, sino virulenta oposición) de los líderes religiosos que decían defender al mismo Dios que impulsaba la reforma, la causa de Dios triunfó con creces, e igual triunfará esta Reforma Apostólica que El está trayendo a la Iglesia. Los reformadores no han de preocuparse ni combatir la oposición. Solo deberán ocuparse de seguir la dirección de Dios y Dios se encargará de la oposición. Recordemos que nuestra lucha no es contra sangre ni carne (los odres viejos) sino contra los principados, potestades y huestes espirituales de maldad en los lugares celestes (los verdaderos responsables de la oposición).



Reforma y movimientos pendulares.

Como lo evidencia la historia de todos los procesos de reforma, existe la tentación, dentro de ellas, de parte de algunos grupos que participan, de extremar y radicalizar las posiciones contra los odres viejos como respuesta a la oposición y/o ataques que estos llevan a cabo.

Ejemplo de ello es Pedro cuando cortó con su espada la oreja de Malco en el momento en que iban a tomar prisionero a Jesús, y las revueltas de los campesinos alemanes contra los que defendían los privilegios de la iglesia católica, derivadas de la emoción y/o pasión incontroladas del momento, pero situaciones ambas que pusieron extrema tristeza en los reformadores, en estos casos, Jesús y Lutero y que hubieran podido cambiar, humanamente hablando, el curso o por lo menos, el tiempo de instalación y penetración de las reformas.

Por ello se debe evitar, en la medida de lo posible, ese tipo de posiciones radicales o extremas en contra de otros hermanos en la fe, no así en contra del diablo y sus huestes de maldad, recordando que nuestra lucha no es en contra de personas sino contra los demonios, que son, en última instancia, los verdaderos responsables de la oposición y/o la persecución de la que pueden ser objeto los reformadores.

Por la misma vieja naturaleza humana, que puede, y de hecho está en alguna medida, presente también en los reformadores, se pueden producir estas pasiones y/o emociones radicalizadas, que además de evitar que tomen acciones de ataque contra los opositores, deben ir encontrando y cauce y su balance dentro del movimiento de reforma, mediante movimientos pendulares para contribuir constructivamente a establecer, fortalecer y desarrollar las reformas que Dios requiere en lugar de constituirse en un lastre o un obstáculo para ello, alejando personas y restando apoyos al nuevo mover de Dios.

Si bien es cierto, Dios es en última instancia el responsable de las reformas y de cumplir su agenda reformadora, nosotros, como colaboradores de El, somos responsables de crear las mejores condiciones posibles para que ese mover de Dios no tenga obstáculos y estas posiciones pueden constituir serios obstáculos para ello.

Volvemos a repetir, en el proceso de reforma es necesario adoptar posiciones extremas contra el diablo y todas sus huestes de maldad, no así en contra de las personas de los odres viejos, que también son amadas por Dios, sobre quienes está también la misericordia y la gracia de El, y que además de ello, a pesar de la diferencia de opiniones y su oposición al odre nuevo de Dios, también son nuestros hermanos y hermanas en Cristo y seguramente vamos a compartir la misma casa en la Eternidad: la casa de Nuestro Padre Celestial y de nuestro Hermano Mayor y Señor, nuestro Señor Jesucristo.



Conclusión:

Estamos asistiendo al despertar de la mejor época de la Iglesia profetizado en el Libro de Los Hechos (Hch 3:21) y en la Epístola a los Colosences (Col 1:16-20), cuando el diablo y todos sus ejércitos demoníacos sean derrotados por la iglesia (Heb 10:13) y puestos a los pies de Cristo y El se venga a constituír como Cabeza de todas las cosas (Efe 1:9-10) pero ello implica la responsabilidad de dejar a Dios formarnos como odres nuevos (Luc 5:36-39) para el nuevo mover que El está trayendo sobre su iglesia conocido como la “Reforma Apostólica”.

Y dejarnos formar como nuevos odres implica estar dispuestos a cambiar los paradigmas religiosos que han dirigido nuestra vida como creyentes en los años anteriores, y sustituírlos por lo que dice la Palabra de Dios, independientemente de mis preferencias, opiniones y/o interpretaciones (2 Cor 10:4-6). Y además de ello, estar dispuestos a pagar el precio de ese cambio.


27 Ene 2012