Estudio Bíblico

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Consejos para la predicación.



El equipo esencial del predicador.
Dos cosas son esenciales para una predicación efectiva: vocabulario, y voz.

Vocabulario.
Cuantas más palabras conozca y entienda, tendrá más fluidez y será más expresivo.
Necesita estar interesado en las palabras.
Procure leer intensamente, ya que la lectura de buena literatura enriquecerá su vocabulario.
Siempre que encuentre una palabra con la que no esté familiarizado, investíguela, añádala a su vocabulario, y empiece a usarla en su contexto y aplicación correcta.

Voz.
Es su equipo de trabajo más importante.
Necesita tener buen cuidado de ella, y en ese cuidado, la respiración correcta tiene un lugar extremadamente importante.
Practique la respiración por la nariz.
Respire profundamente hasta llenar los pulmones.
Sostenga la respiración y después expire lentamente (control de la expiración).
Deje que el aire salga de sus pulmones a través de la laringe (la caja fónica) y que golpee su paladar.
Cuando expulse la voz de su paladar, ganará resonancia adicional.
Aprender a hacer esto correctamente fortalecerá sus cuerdas vocales.



Principios para la disertación en público.

Articulación.
Toda la predicación y/o enseñanza necesita estar articulada ordenadamente como una sola pieza.
Y también, esa pieza necesita ser expuesta con claridad (articulación o pronunciación adecuada de las palabras)

Inflexión o modulación de la voz.
La entonación de la voz, y el cambio de ella en ciertos momentos, es importante en una disertación.
Si se habla con el mismo volumen y tono todo el tiempo, lo más probable es que resultará cansada para el oyente, y por lo mismo, le parecerá aburrida.
Aunque la mayor parte de un mensaje debiera ser dado en un volumen de conversación, asegurándonos que es lo suficientemente alto para que todos lo escuchen, variar el volumen de la voz puede darle un énfasis adicional a lo que se desea señalar.
El volumen usual debe ser lo suficientemente alto para que todos lo escuchen, pero no tan alto que vaya a causar molestias a la audiencia.
Si todo el mensaje es dado en volumen alto, será difícil hacer un énfasis especial en aquellas secciones que sean las más importantes.
Eleve el volumen solamente cuando tenga un punto especial que enfatizar.
Si en algunos momentos el volumen de la voz se baja, ello también servirá como una indicación de un punto que se quiere enfatizar. La congregación prestará especial atención y se esforzarán en captar cada palabra.

Velocidad de la exposición.
Aunque la mayor parte de un mensaje debería ser expuesto a una velocidad moderada (normal) que la haga fácil de escuchar, en ciertos momentos la velocidad de la exposición será conveniente acelerarla o disminuirla, para darle variedad y énfasis.

Pausas.
No tema hacer pausas. Ello puede darle un énfasis adicional a algunos puntos que usted quiera señalar.
No intente correr a través de su mensaje, manteniendo un ritmo acelerado para hablar, deteniéndose apenas para tomar aliento.
La congregación necesita tiempo para pensar y considerar lo que se ha dicho. Esto ayuda a absorber la verdad del mensaje.
La mente puede absorber solamente en un estado tranquilo.
Si usted predica demasiado rápido, sin hacer las pausas adecuadas, dejará a sus oyentes detrás.

Repeticiones.
Un cierto nivel de repetición puede ser bueno.
Ayuda a enfatizar su punto de vista o el punto central del mensaje, fijándolo en la mente de los oyentes.
Una forma de repetición consiste en repetir la misma frase varias veces dentro del mensaje.
Otra es presentar el mismo punto desde una variedad de perspectivas y/o formas.
La repetición facilita que el pensamiento repetido se convierta en parte del pensamiento y la acción de las personas que lo oyen.

Establezca y mantenga contacto ocular con la audiencia.
Sus ojos manifiestan un mensaje también.
Mire directamente a las personas a las que se dirige.
Deje que su mirada se extienda alrededor de la congregación de manera que todos sientan que les está hablando a ellos. De esta manera establecerá un buen contacto y relación con las personas.

Este de pie de manera apropiada.
El estar de pie, recto, ayudará a su respiración.
También creará un sentimiento de tranquilidad y confianza segura a medida que mira de frente a su audiencia.

Aprenda a moverse con naturalidad.
Su cuerpo también manifiesta un mensaje al igual que sus ojos, la expresión de su rostro y su voz, así que es importante poner atención en la manera de conducirnos mientras hablamos.
La clave para el movimiento más apropiado es dejar que sea natural.



Observación importante.
Todas las sugerencias hechas en este estudio se refieren al arte natural de hablar en público.
Obviamente cuando se trata de la predicación de la Palabra, el factor de mayor importancia es la presencia y la unción de Dios sobre su vida.
Ello no implica que usted pueda descuidar su preparación refugiándose en esa situación.
Necesita hacer lo mejor humanamente hablando de acuerdo a sus capacidades y esperar la bendición, el respaldo y la unción de Dios.
La Palabra nos enseña con claridad que la obra del diligente tendrá bendición pero la del negligente no (Prov 10:4), así como también nos enseña a ser diligentes en todo lo que hacemos, incluyendo lo referente a la predicación (Prov 27:23).
Nunca desprecie las habilidades naturales relacionadas con el estudio de la Palabra y la predicación, así como las técnicas relacionadas con ellas, pero no dependa solamente de ellas.
Solamente Dios puede realizar lo que está buscando alcanzar a través de la predicación, y le es más fácil si nosotros colaboramos con El siendo diligentes en hacer nuestra parte, y después de ello, colocamos nuestra confianza plenamente en El.
En otras palabras, confíe plenamente en El, pero prepárese y desarrolle su persona, sus talentos, sus habilidades, sus capacidades y sus dones como si todo dependiera de usted.

14 Dic 2011
Referencia: La Biblia 30.