Estudio Bíblico

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Consideraciones acerca del estudio de Génesis.




Generalidades.
El libro de los inicios de todo lo que existe, tanto en lo espiritual como en lo material (la creación; el matrimonio, el gobierno, la nación, el trabajo, etc.). Ese inicio de todas las cosas está en Dios y solamente en Dios. La Biblia no deja ninguna duda respecto a este punto y tampoco da margen a la discusión de la aceptación o no de este punto. Se acepta o no se acepta, pero no es posible posiciones mediáticas al respecto.
Aún cuando no pretende dar todos los detalles de los inicios de todas las cosas, si manifiesta con absoluta claridad los principios y valores que rigen el inicio de todas las cosas desde la perspectiva de Dios, Su Creador: el principio de la revelación de Dios al hombre (que se irá desarrollando a lo largo de toda la Biblia), la Creación, el ser humano, las instituciones sociales: el matrimonio y el estado; el pueblo de Dios, el pecado, el plan salvador de Dios, etc.
Provee la única historia digna de confianza, comprobada históricamente y científicamente viable, sobre el origen del universo, la humanidad, el matrimonio, el pecado, las ciudades, los idiomas, las naciones, Israel y la historia de la redención.
Fue escrito conforme al propósito de Dios de dar a su pueblo en el Antiguo Testamento, y a su familia (la Iglesia) en el Nuevo Testamento, un entendimiento fundamental de El, la creación, la raza humana, la caída, la muerte, el juicio, el pacto y la promesa de redención.
Pone de manifiesto, desde el principio, la importancia del ser humano para Dios (Jn 1:12, Rom 8:16, Sal 8:5-8), pues lo pone en el centro mismo de su Creación, y toda su actividad posterior está orientada a atraerlo hacia sí.
También pone de manifiesto desde el principio, la existencia de un Reino en el universo, el Reino de Dios, y las fuerzas rebeldes que quisieran hacerse de ese Reino. Por lo tanto, de una guerra, con batallas constantes, en la cual, como es obvio, hay dos bandos. El ejército de la Luz, liderado por el Señor Jesucristo, y que tiene como miembros con diferentes atribuciones y organizaciones a los Santos Ángeles de Dios, y a la Iglesia. El ejército de las tinieblas, liderado por satanás, el diablo, lucifer, cuyos miembros activos son los demonios, y los “tontos útiles” los seres humanos no creyentes, y los creyentes cuando actúan en ignorancia y/o en rebelión a la Palabra de Dios
El diablo pretende hacerse de ese Reino (de hecho esa ha sido su intención desde el principio, aunque sin mucho éxito; su mayor éxito fue convencer a un tercio de los ángeles que lo acompañarán en su rebelión y haber engañado a millones de seres humanos para que no tomen en cuenta a Dios (Rom 1). Sus éxitos son, desde la perspectiva del universo, insignificantes, pero desde la perspectiva de la vida individual y social en la tierra, significativos sin que por ello lleguen a ser éxitos totales.
Esta guerra es esencialmente de carácter espiritual pero sus resultados inciden decididamente en lo natural y social (Heb 11:3). La Biblia nos enseña que al final de la guerra solo quedará un vencedor: El Señor Jesucristo, y un solo derrotado total: el diablo.


Dos grandes partes.
La primera (caps. 1–11) es llamada “historia primordial” o “primitiva”, que se inicia con un relato de la creación (Gn 1.1–2.4a) y luego narra los comienzos de la historia humana en el mundo creado por Dios.
La segunda parte (Gn 12–50) aunque está en estrecha relación con la primera, en ella ya no se habla de la humanidad en general, sino que la atención se concentra principalmente en una sola familia: la familia de Abraham, de Isaac y de Jacob, elegida por Dios como germen o semilla de un pueblo nuevo. Esta sección suele designarse con el nombre de “historia patriarcal”.


La historia primitiva.
Lo primero que enseña el libro del Génesis es que Dios es el único creador de todo cuanto existe; con el poder de su palabra omnipotente, él creó el cielo y la tierra, hizo que el mundo fuera un lugar habitable y lo pobló de seres vivientes.
Además, quiso que la especie humana se distinguiera de entre los demás vivientes por su dignidad particular. La afirmación de esta dignidad ha sido formulada de una vez para siempre en el primer relato de la creación: el hombre y la mujer fueron creados a imagen de Dios, En esta especial relación con el Creador se fundamenta la misión que les ha sido confiada, de ejercer responsablemente el dominio sobre el mundo (Gn 1.27–28).
El hombre -adam- fue formado de la tierra -adamá-, (Gen 2) y por eso es débil y efímero. Sin embargo, en el momento mismo de formarlo, al infundirle el aliento vital (2.7), Dios le comunicó el don de la vida en un grado superior al de los animales (cf. 2.19–20). También hizo a la mujer, y se la dio como una ayuda adecuada (2.18) -es decir, como una persona de su misma condición y dignidad-, (Gen 2:23).
Esta primera pareja humana fue llamada desde el principio a vivir en estrecha amistad con Dios. Pero la amistad debe cultivarse en forma constante mediante una libre aceptación. Por eso, Dios dispuso que ellos observaran un precepto (2.16–17), en virtud del cual se afirmaba tanto la soberanía absoluta del Creador como la libertad y responsabilidad humanas.
Pero el hombre y la mujer no aceptaron vivir sometidos a la soberanía divina. Pretendieron ser como Dios (3.5), y a causa de su desobediencia entraron en el mundo el sufrimiento y la muerte. De este modo se les cerró el acceso al árbol de la vida (3.24) y se inició una serie ininterrumpida de pecados, que atrajeron sobre la humanidad el juicio de Dios, representado en el diluvio (6.5–7.24). Pero ni siquiera así se detuvo el avance del pecado, que llegó a su punto culminante en el intento de edificar una torre tan alta como el cielo (11.4).


La historia patriarcal.
Dios no dejó que la confusión y dispersión de los seres humanos (11.9) tuvieran un carácter definitivo. Por eso, la segunda parte del Génesis empieza a relatar lo que hizo Dios para liberar a los hombres de la situación que ellos mismos habían creado a causa del pecado.
En el comienzo de esta nueva etapa de la historia, está la palabra del Señor a Abraham. Esa palabra contenía una orden y una promesa: Abraham debió abandonar su país natal y Dios, a su vez, le prometió una tierra y una descendencia numerosa (12.1–3). Para confirmar su promesa, Dios estableció con Abraham un pacto o alianza, y selló esa alianza con un juramento (15.18; 17.2). Además, dejó establecido que su promesa no se refería exclusivamente a la descendencia de Abraham “según la carne”, sino a la humanidad entera, tal como él mismo lo afirma en Gn 12.3, que por medio de Abraham Dios bendeciría a todas las familias del mundo.
La elección de Abraham no era una decisión arbitraria de Dios, sino que estaba orientada desde el comienzo hacia una finalidad precisa: la realización de un plan de salvación para el mundo entero. El cambio del nombre Abram en Abraham, que significa padre de muchas naciones (17.5), también pone de manifiesto cuál era el objetivo final de aquella elección divina.
Una vez concluido el ciclo de Abraham, el Génesis muestra cómo la promesa de Dios se fue transmitiendo de generación en generación. Sus herederos inmediatos fueron Isaac y Jacob, que también vivieron como inmigrantes en una tierra extranjera, sin otro punto de apoyo que la promesa de Dios.Sin embargo, Abraham compró en el país de Canaán una parcela de terreno para enterrar a su esposa Sara (23.16–20). Esta adquisición tiene un claro sentido simbólico, porque era un anticipo del acontecimiento que más tarde llegaría a su plena realización: la toma de posesión, por parte de los israelitas, de la tierra donde Abraham y los patriarcas habían vivido como extranjeros.


Recalca la gracia inmerecida de Dios.
En la creación del mundo: en la provisión que hizo para todos sus seres.
En la creación del hombre: en el otorgamiento de Su imagen y semejanza.
En el diluvio: en la salvación de Noé y toda su casa.
Abraham es escogido, no porque sea digno (de hecho era idólatra –Ur era la cuna de la idolatría en ese tiempo--), sino porque Dios es misericordioso.
En su trato con los patriarcas, Dios demuestra una profunda misericordia a pesar de sus pecados, faltas y errores (que la Biblia no hace ningún intento de ocultar, precisamente para recalcar esa Gracia de Dios), recibiendo cada uno de ellos favores mucho mayores que los que podría haber merecido.


Aspectos que caracterizan este libro.
Fue el primero escrito de la Biblia (a excepción de Job posiblemente).
Comprende un período de tiempo más extenso que el resto de la Biblia.
Revela que el universo material y la vida sobre la tierra son claramente la obra de Dios y no un proceso independiente de la naturaleza (cincuenta veces en los primeros dos capítulos, Dios es el sujeto de verbos que muestran lo que El hizo como Creador).
Es el libro donde los primeros sucesos (buenos y malos, santos y pecaminosos) se encuentran concentrados en mayor grado que en el resto de los libros de la Biblia.
Revela el origen y el inicio del desarrollo de la historia profética de la redención y del Redentor, que es la base de todo el resto de la Biblia.


16 Nov 2011
Referencia: La Biblia 07.