Estudio Bíblico

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Consideraciones acerca del problema del precedente histórico en el estudio de la Biblia.




Introducción.
Para ejemplificar este problema, vamos a utilizar como ejemplo el Libro de los Hechos.
La mayoría de los cristianos no leen los Hechos del mismo modo que los libros de narraciones del Antiguo Testamento, aunque no estén muy conscientes de ello.
Al leer las narraciones del Antiguo Testamento nos sentimos inclinados a alegorizar, leer entre líneas, moralizar, etc. Rara vez creemos que esas narraciones sean modelos de conducta cristiana o vida eclesiástica. Aún en las que tratamos de ese modo, nunca hacemos exactamente lo que ellos hicieron. Casi no pensamos en las historias del Antiguo Testamento como precedentes bíblicos para nuestra vida.
En cambio, ésta es la manera normal como los cristianos leemos Hechos. No solo nos cuenta la historia de la Iglesia primitiva, sino que sirve como el modelo normativo para la Iglesia de todas las épocas. Y ésta es precisamente nuestra dificultad hermenéutica.


Los Hechos y la historia.
La cuestión del propósito de Lucas es la más importante y la más difícil. La más importante, porque es crucial para nuestra hermenéutica. Si se puede demostrar que el propósito de Lucas en Hechos fue poner una norma para la Iglesia de todos los tiempos, entonces su modelo se vuelve normativo: lo que Dios demanda de todos los cristianos en todos los casos. En cambio, si el propósito es otro, entonces tenemos que proponer las cuestiones hermenéuticas de modo diferente.


Un vistazo global a Hechos.
Se puede considerar Hechos en partes que dan a la narración un movimiento progresivo, desde su fondo judío en Jerusalén, con Pedro como figura principal, hasta una iglesia de predominio gentil, con Pablo como personaje central y Roma, la capital del mundo gentil, como la meta.
Otro factor decisivo –en realidad el factor crucial- es el papel que desempeña el Espíritu Santo en todo ello: en cada encrucijada, en cada persona clave, el Espíritu Santo desempeña el papel principal.


El propósito de Lucas.
Cualquier declaración de propósito que no incluya la misión a los gentiles y el papel del Espíritu Santo en ella, habrá errado el blanco en el análisis de Hechos. No muestra interés en la biografía de los apóstoles. Ya en marcha el movimiento hacia los gentiles, Pedro desaparece. Aparte de Juan, ni se menciona a los otros apóstoles. El interés que Lucas muestra en Pablo depende casi totalmente de su misión a los gentiles.
Tiene poco interés en la organización de la iglesia. No dice la razón ni el modo del traspaso del liderazgo de la iglesia de Jerusalén desde Pedro y los apóstoles hasta Santiago, el hermano de Jesús (12:17, 15:13, 21:18). Tampoco explica la organización de las iglesias locales.
No se menciona ninguna otra expansión geográfica, más que en dirección de Jerusalén a Roma. Todo esto se combina para decirnos que la historia de la iglesia en sí, no fue la razón que tuvo Lucas para escribir. Gran parte del libro de los Hechos fue escrito por Lucas con el propósito de que sirviera de modelo no en lo específico, sino en lo global.
Además parece probable que debemos considerar la expansión progresiva, gozosa y triunfante del Evangelio en el poder del Espíritu Santo, transformadora de vidas y comunidades locales, como el propósito de Dios para la Iglesia de todas las épocas: no hay nada que pueda estorbar la marcha de la Iglesia.


La hermenéutica de los Hechos.
Casi todos los cristianos bíblicos tienden a considerar el precedente como autoridad normativa hasta cierto punto, pero rara vez de manera uniforme. Algunas personas consideran ciertas narraciones como modelos obligatorios mientras menosprecian otras. Consideran determinados modelos como obligatorios, cuando hay una complejidad de modelos en los Hechos.


Principios generales.
¿Hay casos en Hechos de los que se puede decir: “debemos hacer esto”, o hemos de decir solamente “se nos permite hacer esto? Las siguientes sugerencias, aunque no son absolutas, pueden ser útiles para resolver estos problemas de hermenéutica. A menos que la Escritura nos diga explícitamente que debemos hacer algo, lo que es meramente narrado o descrito nunca puede considerarse como norma.
En general, las declaraciones doctrinales derivadas de la Escritura se dividen en tres categorías: Teología cristiana (lo que creemos los cristianos). Ética cristiana (la conducta del cristiano). Experiencia o práctica del cristianismo (lo que hacemos los cristianos).
Estas categorías incluyen declaraciones primarias y secundarias. En el nivel primario están las declaraciones doctrinales derivadas de las proposiciones explícitas o imperativas de la Escritura (esto es, lo que la Escritura se propone enseñar). Las secundarias son las declaraciones derivadas incidentalmente, por implicación o por precedente: su máximo valor teológico depende de su capacidad para mantener la integridad de las declaraciones primarias.
Una cosa es que el historiador incluya un suceso porque es útil como escalón hacia el alcance del propósito final, y otra que el intérprete le dé a ese incidente un valor didáctico totalmente diferente Lo que es incidental al propósito primario de la narración no puede tener el mismo valor didáctico de lo que la narración se proponía enseñar. Esto no niega lo incidental, ni implica que no tenga un mensaje para nosotros: sostiene que lo incidental no debe llegar a ser lo primario, aunque siempre puede servir de apoyo adicional a lo que se enseña inequívocamente en otras partes.
El antecedente histórico, para que tenga valor normativo, debe estar relacionado con el propósito. Si se puede probar que el propósito de una narración dada es establecer un precedente, entonces se debe considerar tal precedente como normativo.


Principios específicos,

Hay que ser cuidadoso al utilizar una analogía fundada en precedentes bíblicos como autoridad bíblica para las acciones actuales.
Aunque no haya sido el propósito primario del autor, las narraciones bíblicas si tienen valor ilustrativo, y algunas veces de “norma”.
El precedente ilustra un principio  para que un precedente bíblico justifique una acción presente, el principio de ésta se debe enseñar como propósito primario en otra parte.
En asuntos de experiencia cristiana, y aún más de práctica cristiana, algunas veces se pueden considerar los precedentes bíblicos como modelos repetibles, aunque no se consideren como normativos. Esto es especialmente cierto cuando la práctica misma es obligatoria, pero el modo no.

La decisión de si ciertas prácticas o modelos son repetibles o no, debe guiarse por las siguientes consideraciones.
El caso es más definitivo cuando se encuentra solamente un modelo, y cuando éste se repite dentro del Nuevo Testamento.
Cuando hay ambigüedad de modelos o cuando un modelo aparece sólo una vez, es repetible para los cristianos solamente si parece tener la aprobación divina, o está en armonía con lo que se enseña en otra parte en las Escrituras.
Lo que está condicionado por la cultura, no es repetible en absoluto, o debe traducirse a la cultura nueva o diferente.



14 Nov 2011
Referencia: La Biblia 04.