Estudio Bíblico

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Consideraciones acerca de las Narracciones de la Biblia.




La Biblia contiene más literatura del género narrativo que de ningún otro estilo literario.
Este género cumple bien el propósito revelador de Dios: mostrarlo en acción en su creación y en medio de su pueblo, lo glorifican, nos ayudan a entenderlo y valorarlo y nos presentan una descripción de su providencia y protección.
Además, nos dan ejemplos de muchas otras lecciones importantes para nuestra vida.


Los niveles de las narraciones.
Al leer y estudiar las narraciones del Antiguo Testamento, vemos que la historia se cuenta, en realidad, en tres niveles. El nivel superior es todo el plan universal de Dios realizado a través de su creación. Los aspectos clave de este nivel superior son la creación inicial, la caída de la humanidad, el poder y la ubicuidad (al mismo tiempo en todas partes) del pecado, la necesidad de la redención, y la encarnación y el sacrificio de Cristo. Los aspectos clave del nivel medio se centran en Israel. En el nivel inferior se encuentran los centenares de narraciones sueltas que componen los otros dos niveles.
Cada narración en particular en el Antiguo Testamento (nivel inferior) es por lo menos parte de la narración mayor de la historia de Israel en el mundo (nivel medio), que a su vez forma parte de la narración de la creación de Dios y su redención (nivel superior). Esta última narración continúa en el Nuevo Testamento. No se puede justificar ninguna narración en particular, sin reconocer su papel dentro de las otras dos.


Lo que no es la narración.
No son solamente historias sobre las personas que vivieron en esa época, son principalmente y en primer lugar, las historias de la intervención de Dios en la vida de esas personas y a través de ellas.
No son alegorías ni historias con significados ocultos, pero puede que no sean de fácil comprensión: no responden todas nuestras preguntas sobre un tema dado.
Aunque no dan siempre necesariamente una enseñanza directa, a menudo ejemplifican lo que se enseña directa y categóricamente en otro lugar.
Es toda la unidad lo que da el mensaje, no las partes separadas. La impresión y la persuasión son producto de la secuencia completa de los sucesos relatados. Hay que evaluar la narración como unidad completo, no por cada una de sus partes.


Principios para la interpretación de las narraciones.
Una narración del Antiguo Testamento por lo general no enseña directamente una doctrina; usualmente ilustra una doctrina que se enseña en otra parte.
Informan lo que pasó, no necesariamente lo que debió haber pasado, ni lo que debe pasar todo el tiempo, por lo tanto, no todas tienen una explicación moral identificable.
Lo que las personas hacen no es necesariamente un buen ejemplo para nosotros, con frecuencia, es precisamente lo opuesto: la mayoría de ellas y sus acciones son imperfectas. Nuestra tarea es aprender la Palabra de Dios de las narraciones acerca de ellos, no tratar de hacer todo lo que hicieron.
No siempre se nos dice al final si lo que ocurrió era malo o bueno; se espera que podamos juzgar bien con lo que Dios ya nos ha enseñado directa y categóricamente en la Escritura.
Todas son selectivas e incompletas: no siempre dan todos los detalles pertinentes (Jn 21:25); lo que aparece en la narración es todo lo que Dios pensó que era importante que nosotros supiéramos.
No se han escrito como soluciones a todas las cuestiones teológicas: tienen propósitos limitados, específicos y particulares y tratan ciertos asuntos, dejando otros para que sean tratados en otro lugar, de otro modo.
Pueden enseñar explícitamente (afirmando algo con claridad) o implícitamente (implicando algo con claridad, pero sin declararlo). Es necesario prestar atención a los detalles y al desenvolvimiento global de la narración y su contexto para obtener todo su significado: lo implícito puede ser tan importante como lo explícito.
En todos los casos, Dios es siempre el héroe.


Precauciones en la interpretación.

¿Por qué algunas personas encuentran a menudo en las narraciones bíblicas cosas que en realidad no están en ellas, y ponen en la Biblia sus propias nociones, en vez de leer lo que Dios quiere que sepan? Por tres razones principales: porque están desesperadas por conseguir información que les sea útil, de valor personal, que se aplique a su propia situación; son impacientes; quieren sus soluciones ahora mismo, en ese libro y en ese capítulo; y esperan (equivocadamente) que todo en la Biblia se aplique directamente como instrucción a su propia vida.
La Biblia es una gran fuente, contiene todo lo que un cristiano necesita verdaderamente como guía de Dios para la vida, pero no siempre contiene respuestas específicas y personales como algunas personas quisieran, y no contiene toda su información en cada capítulo de cada libro.

Los seis errores más comunes que la gente comete al buscar respuestas en algunas partes de la Biblia son:
Alegorización: en vez de centrarse en el significado claro se ponen a reflexionar en otro significado que no aparece en el texto.
Sin contexto: pasan por alto los contextos históricos y literarios y se centran en unidades pequeñas solamente.
Selección de ciertas palabras y frases para el estudio, mientras se pasan por alto las demás, y se ignora el mensaje de importancia global que tiene el pasaje.
Combinación falsa: combina elementos aislados en un pasaje y saca conclusiones de esa combinación, aunque los elementos mismos no estén directamente conectados en el pasaje.
Nueva definición: cuando el significado sencillo del texto deja a la persona “fría”, o no produce un deleite espiritual inmediato, o dice algo que no quiere oír, con frecuencia se siente tentada a dar una nueva definición para conseguir un significado diferente que ya no constituye peligro para ella.
Autoridad extracanónica: el uso de alguna clave externa para la interpretación de las Escrituras, generalmente un conjunto de doctrinas o un libro que pretende revelar verdades bíblicas “que no se pueden saber de otro modo”.


14 Nov 2011
Referencia: La Biblia 03.